Javier Arce, masacres y mentiras
Kill Lies All
16 noviembre, 2012 01:00Regreso del Guernica a España, 2012
Continuando sus investigaciones sobre la apropiación de la imagen y la referencia histórica en el arte, Javier Arce presenta en esta nueva exposición en la galería Max Estrella de nuevo el Guernica de Picasso y la historia que la rodea, para, mediante digresiones, extensiones y paralelismos, examinar los usos y abusos de poder, la guerra, las peculiaridades de la cultura vasca, el poder de la ausencia, la dicotomía entre imagen y realidad y los procesos de banalizacion que suelen afectar a las imágenes emblemáticas.
Cada dos por tres alguna administración vasca reclama el traslado de la obra, para que no se extinga la llama nacionalista que ven arder en su bastidor; San Sebastián ya ha anunciado que la solicitará para apoyar su capitalidad cultural en 2016. En el terreno del arte diversos artistas, algunos por encargo, han tomado el relevo en la continuada reconsideración creativa del Guernica. Así José R. Amondarain con su reconstrucción de las fases de la ejecución del cuadro documentadas por Dora Maar.
El artista sugiere que todo lo que toca al Guernica tiene algo de puesta en escena o de show. Es evidente en el caso Shafrazi, quien sigue explotando aquella anécdota: aún en 2008 utilizó como cartel para una colectiva que organizaba la fotografía de su detención, de la que Arce se apropia junto a otra en la que el vándalo se jacta: "No lo lamento". Pero también en protesta por la masacre de My Lai de la Art Workers' Coalition -de la que formaba parte Shafrazi- ante la obra de Picasso; en la comparecencia de Colin Powell ante la ONU en vísperas de la guerra de Irak, con el tapiz del Guernica cubierta por una cortina; en las fotos de unos presos libaneses en Israel; en un graffiti sobre los cimientos del Guggenheim; en una herriko taberna; en su gran escaparate actual, el Reina Sofía...
En todos los casos son reproducciones o reproducciones de reproducciones del original. Arce también reproduce, pero rehace. Muy laboriosamente y con herramientas pretecnológicas, a pesar de que sus fuentes icónicas suelan proceder de internet. Dibuja al carboncillo, a lápiz, a la punta seca -atención a los grabados presentados en una caja militar- con pulcritud. Hace unas semanas presentó casi la misma exposición en la galería Newman Popiashvili de Nueva York, con la diferencia de que la pintura mural sobre la llegada del Guernica a Barajas y los dibujos sobre Shafrazi están invertidos, como si en este nuevo viaje transoceánico de ida y vuelta buscara en ellos el desvelamiento de una información encriptada.