Amparo Garrido, la bestia humana
De lo que no puedo hablar
11 enero, 2007 01:00Imagen de la serie De lo que no puedo hablar, 2006
Las imágenes son poderosas por dos razones. De un lado, el "sujeto" fotografiado (en realidad son dos: los gorilas macho del zoológico de Madrid) es en sí mismo paradigma de fuerza en el mundo animal y, aun en reposo, su gran desarrollo muscular expresa vigorosamente la potencia -y la atenuada violencia- latente; de otro, las composiciones son monumentales: tanto en los medios planos como en los retratos de figura entera los volúmenes corporales ocupan casi por completo la superficie fotográfica, anulando toda referencia al entorno. Además, la artista ha armonizado cuidadosamente las tonalidades grisáceas del pelaje con el fondo, de manera que incluso podría pensarse que se trata de fotos de estudio y no de trabajos realizados en exteriores. Pero, frente a esta fortaleza icónica, el planteamiento conceptual del proyecto es débil, y los resultados plásticos, especialmente en el vídeo, tienen un aire de "ya visto".Amparo Garrido (Valencia, 1962) ha mostrado anteriormente su interés por los animales. En 1993 hizo ya una serie de retratos de perros, en aquella ocasión primeros planos en blanco y negro, que pretendían encontrar una "cualidad humana" en las miradas de los canes, que se dirigían al espectador. Algo parecido ha hecho ahora, aunque con logros estéticos mayores. A través de la cámara de Garrido, los gorilas parecen perdidos en sus pensamientos, meditando gravemente. La "Elegía VIII" de las Elegías de Duino, de Rilke, la música de Arvo Pärt y un estudio sobre las mujeres primatólogas (Bellas y bestias de Carole Jahme) le han servido, confiesa sin dar mayores explicaciones, de guía en este trabajo. Sabemos que la distancia genética y evolutiva entre el gorila y el hombre es corta, y en "De lo que no puedo hablar" (título de esta exposición) la artista nos sugiere que es básicamente el lenguaje lo que nos separa. El mecanismo psicológico que se quiere poner en marcha es el de la identificación, sin dar cabida, aparentemente, a reflexiones culturales, ecológicas o científicas. El contexto del zoológico no se cuestiona de ninguna manera, el enfoque estético no es particularmente original y no queda claro cuál es el propósito de esta sugerencia de humanización del simio, qué pretende hacernos ver. El vídeo No digas nada yuxtapone el rostro de la artista al de su modelo (la bella y la bestia), comparando sus expresiones, su forma de estar atentos a lo que los rodea. Algo muy parecido a lo que hiciera Manuel Sáiz en el vídeo Parallel Universes (2003) y, con diferencias más marcadas e intención más crítica y humorística, a la obra Berlin Zoo de la portuguesa Filipa César. Tras dos años de trabajo de Amparo Garrido en esta serie y cientos de fotografías realizadas, cabría esperar una propuesta de mayor complejidad, una aportación más contundente a la tradición de la fotografía de animales, practicada por artistas de gran talla y con amplia variedad de registros y mensajes, más allá del retrato de la "bestia humana". Por bien hecho que esté.