Philip Guston la alegoría del absurdo
La mano del pintor, 1975. Óleo sobre lienzo
Philip Guston (Montreal, Canadá, 1913 - Woodstock, EE.UU., 1980) ingresó con quince años en la Manual Arts High School de Los ángeles y en el Otis Art Institute, del que fue expulsado junto a Jackson Pollock y donde conocería a Musa Jane McKim, su esposa. A finales de 1934 viaja a México donde pinta un mural para el Palacio de Maximiliano en Morelia. Al año siguiente se instala en Nueva York y abraza el expresionismo abstracto. En 1968 su obra sufre un cambio radical y vuelve a la figuración inicial; en 1970 expone por primera vez en la Marlborough Gallery provocando fuertes reacciones entre críticos y artistas.
Kosme de Barañano, que ya organizó una retrospectiva de los dibujos de Guston en 1992, es el comisario de la actual exposición centrada en la última etapa del artista. En su obertura se reúnen algunos cuadros típicos de este momento. Pero el núcleo de la exposición y su novedad radical consiste en una serie de piezas que poseen un carácter singular y diferenciado. Se trata de 28 óleos de la serie One-shot-paintings (pinturas "de un solo aliento") reunidas ahora por primera vez, realizadas entre 1968 hasta marzo de 1979, cuando el pintor sufrió la primera crisis cardiaca. Si Guston pintaba la mayor parte de su obra por la noche; las one-shot, en cambio, fueron maquinaciones nocturnas pero ejecutadas por la mañana. Y si Guston solía elaborar sus pinturas con muchos pentimenti y capas superpuestas, las one-shot serían pintadas alla prima sobre el lienzo en blanco, "de un tirón", según la expresión castiza. Como chispazos, relámpagos, iluminaciones súbitas.
Son imágenes contundentes, que nos dejan K.O. Comparables, como dice Barañano, con las pinturas negras de la Quinta del Sordo. En su repertorio de objetos predomina lo abyecto (las piernas hirsutas, los zapatos de suelas claveteadas, los cubos de basura). Pero el aislamiento y la escala convierte estos objetos ínfimos en monumentos. Las imágenes recuerdan a los antiguos emblemas por la concisión expresiva y el gusto por lo enigmático. Como en los emblemas, además, parece prohibida aquí la figura humana entera y sólo se permiten sus miembros sueltos: la cabeza del pintor de perfil, con su único ojo de cíclope, la mano del pintor pintando o fumando, los brazos y piernas mutilados. Todos los cuadros giran en torno a la vida del artista, a su trabajo, a su mujer, Musa. Pero desde las anécdotas y las preocupaciones cotidianas se eleva una meditación alegórica. Meditación sobre la poesía y la pintura, sobre la vida y el arte. Meditación sobre la flaqueza de la carne, la enfermedad, la vejez, el triunfo del tiempo. Algunos de los cuadros podrían interpretarse incluso como una suerte de jeroglíficos de las postrimerías: la Muerte, el Juicio, el Infierno, ¿la Gloria? No, la Gloria no.
Como riguroso complemento de la espléndida serie de pinturas, como otro modo de ejemplificar la concepción de la pintura como "pensamiento visual", la última sala de la exposición está dedicada a una veintena de poemas dibujados que Guston realizó sobre textos breves de su mujer, Musa McKim, y que fueron objeto de la exposición Línea y Poesía, organizada por Sally Radic en la Fundación César Manrique en 1998. En esa serie, Guston no ilustra los poemas en el sentido convencional de la palabra, sino que devana la línea de la escritura y establece un fascinante contrapunto entre los dos aspectos de la línea, lo gráfico y el sentido.