Algo más que un instante
Hannah Starkey: Sin título, 1997. 159 x 122
La sala de exposiciones del Canal de Isabel II, cuya ejemplar trayectoria la ha convertido en la mejor y casi la única ventana permanente abierta sobre la actualidad fotográfica internacional, abre su temporada con una muestra de título enigmático: Suspendidos. Y, sin embargo, este es un término que se ajusta bien a lo que vamos a ver. Se trata de la obra de cuatro fotógrafos anglosajones en la que Alberto Martín, comisario de la exposición (que ha producido la Universidad de Salamanca), ha encontrado una serie de aspectos en común, siendo el más destacado que sus fotografías constituyen una especie de narrativa suspendida. Es decir, que cada una de las imágenes parece recoger algo más y algo más prolongado que el instante del disparo. Son, como si dijéramos, películas de un solo fotograma. Tienen también en común la puesta en escena, la preparación de actores y escenario y una iluminación que destaca por lo efectista y cuidadosa. Todo esto y las mismas imágenes nos llevan a pensar que el medio fotográfico ha empezado el siglo dispuesto a asimilar lo que fueran recursos y temas de otras disciplinas. Estos fotógrafos construyen sus imágenes como lo harían los pintores más tradicionales. Utilizan un lenguaje procedente de la narración cinematográfica y se ocupan de lo que suelen ser temas típicos del fotoperiodismo, la antropología o la psicología infantil.Wendy McMurdo proporciona las imágenes más líricas y serenas. Fija en sus fotos -muchas de ellas retratos- esos instantes ciertamente ajenos al tiempo del ensimismamiento infantil. Cuando el niño se guarece en su mundo propio e inaccesible y también cuando mira alrededor ficcionalizando su entorno. Ese tiempo, el que ha dado lugar a que diga que la infancia es la patria del poeta, lo recoge McMurdo de forma magistral y casi nos hace ver las proyecciones de la fantasía infantil. Hannah Starkey, por su parte, muestra lo que podríamos definir como los silencios de una conversación, ese momento en que la conciencia realiza un punto y aparte, el cambio de marcha entre dos acciones siempre en ambientes silenciosos que recuerdan a los cuadros de Hopper. Este peculiar reportaje de la vida urbana se vuelve mucho más acido en las imágenes de Christopher Stewart. Composiciones de tono documental, nocturnas muchas de ellas, llenas de tensión: la ronda del vigilante, una detención, el comienzo de una pelea, la huella de un golpe en una valla metálica. Fotoperiodismo teñido de estética, si se quiere, que remite también al cuento policíaco. Por último, Deborah Mesa-Pelly nos propone el conjunto de imágenes más cinematográfico, por lo argumental: escenas en que siempre está presente un hueco, una apertura, una vía de escape o confinamiento. Es la visión de lo siniestro, de lo innombrable que irrumpe en nuestra vida.