Image: Castelao, gallego y universal

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Exposiciones

Castelao, gallego y universal

Museo de Pontevedra. Pasantería, 10. Pontevedra. Hasta el 3 de septiembre

26 julio, 2000 02:00

El cura de aldea, h. 1917. Óleo sobre lienzo, 42 x 59

Recuerdo ahora una conversación con el polifacético creador gallego Isaac Díaz Pardo en la que me advertía de que el arte sin compromiso es falso y de que la cultura es lo equivalente a la civilización, que todo lo que no es naturaleza es cultura. ésta, entendida como solidaridad humana, como justicia social, nos acerca a la sensibilidad de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (Rianxo, A Coruña, 1886 - Buenos Aires, 1950), quien representa mejor que nadie la tradición galleguista-progresista, actuando de estandarte del nacionalismo galaico, pero sobre todo, de gallego, lo que le lleva a mantenerse hoy por encima de ideologías.

Este año se conmemora el cincuenta aniversario de su muerte, por lo que la "políticamente correcta" etiqueta de Año Castelao no tardó en llegar. Pero entre los numerosos actos que celebran esta efeméride, entre los cuales pocos superan el mediocre aprobado, destaca esta muestra retrospectiva organizada por el Museo de Pontevedra -sin duda el mayor poseedor de sus trabajos- y producida por la Fundación Caixa Galicia y la Fundación Castelao, una exposición generosa en su enfoque, que busca la más completa de las visiones, que abarque las múltiples facetas que hicieron de su obra y personalidad algo diferente, un medido pulso entre lo gallego y lo universal.

Enfrentarse a la obra de Castelao exige un acercamiento global, valorarlo como hombre y como artista, como afirmaba Luis Seoane, como creador unitario de un proyecto que derivó en facetas como la política, la literatura, la pintura o el dibujo, sin duda su manifestación plástica por excelencia. El dibujo poseía esa anhelada utilidad social, le permitía ser moderno, coqueteando con movimientos expresionistas de plena actualidad, y a la vez luchar por la causa del nacionalismo gallego. Partiendo de un arte de tipo popular, persigue la expresión con los mínimos recursos técnicos hasta conseguirla mediante un dibujo abreviado, de mensaje, cargado de humor e ironía, pero también de tristeza y melancolía, combinando siempre imagen y discurso literario. Así, avanza desde una inicial postura naturalista hasta la distorsión espacial propia de lo moderno, derivada de los germinales latidos de la fotografía y de la influencia que sobre él ejerce la estampa japonesa.

Castelao veía en la caricatura y el dibujo humorístico el arte del futuro, frente a la pintura tradicional. Pero no entendía la caricatura como representación exagerada de las facciones humanas, sino como verdad que permite al dibujante exponer sus ideas y sentimientos, ya sean políticos, religiosos o sociales. La defiende por su esencia democrática, llegando a afirmar que se hizo caricaturista "en el tiempo en que los oradores embaucaban al pueblo". Su obra es sencilla, sus trazos precisos; caricaturizar con pocas líneas es su fin, huir de la anatomía en favor de la fisionomía.

Los contactos con el mundo editorial le permitieron valorar la importancia de los libros y las revistas, destacando como artista gráfico sobre todo a partir de 1922, momento en que comienza a colaborar en el Diario de Galicia. Con estricta fidelidad al texto, empleó símbolos populares como canal para sus ideas políticas, recurriendo a elementos identificables con Galicia, como el hórreo, que funcionó como marca tipográfica de la editorial Nós.
En el excelente catálogo editado con motivo de esta exposición comisariada por Miguel Anxo Seixas, Xosé Carlos Valle -director del Museo de Pontevedra y comisario de la parte artística- señala los años 1916 y 1917, momento de su ingreso en las Irmandades da Fala, como claves del ideario de Castelao, ya que significan su "conversión" al nacionalismo que marcará el futuro de su vida y obra. No parece coincidencia, entonces, que en 1917 pinte su última obra de gran formato, A tentación de Colombina, abandonando una primera etapa de clara vocación pictórica en favor de la sátira social. Desde entonces el panorama del arte gallego no será igual, se produce una liberación de complejos y nace una estética feista que rompe con los tópicos del pasado. Por eso los perfiles de realidad de Castelao merecen este reconocimiento, en una muestra que pasa por ser la más completa y ambiciosa de las realizadas, con más de 200 obras de las que unas 30 se exhiben por vez primera.