Errores y aciertos
En los últimos 25 años, el artista, último representante de España en la Bienal de Venecia, ha desarrollado lo más significativo de su carrera.
Cuando miro atrás y trato de recordar lo ocurrido en los últimos veinticinco años, me doy cuenta de que es en este período cuando se ha desarrollado lo más significativo de mi carrera como artista. Esto no significa que en los años precedentes no ocurriera nada, pero creo que, en parte, eran el período de rodaje, de tanteos y aprendizaje necesario antes de que algo más concreto acabara tomando forma.
En estos años he podido desarrollar mi trabajo de una manera profesional, dedicarme exclusivamente a mi trabajo como artista. No ha sido fácil, ni rápido. Y siempre con la sensación de que todavía nada está resuelto. Vivo con una permanente sensación de fragilidad, de riesgo, de que nada puede darse por seguro.
El tiempo ha pasado rapidísimo. Se han sucedido un número considerable de exposiciones, individuales y colectivas, en galerías, museos, centros de arte de todo tipo, ferias o bienales, en España y en el extranjero. Algunos ejemplos significativos serían las realizadas en el MACBA de Barcelona en 2005, el Museo Reina Sofía en 2015, mi participación en la Bienal de Venecia en 2007 o, en este mismo contexto, aunque dentro del Pabellón de España, el proyecto Corrección, en 2022, que supuso un cambio importante en mi forma de entender la práctica artística.
Vivo con una permanente sensación de fragilidad, de riesgo, de que nada puede darse por seguro
También ha habido cursos, charlas, seminarios, debates, encuentros, que han supuesto experiencias importantes y un aprendizaje continuo. Esto se ha visto reforzado por lecturas, conciertos, películas, conversaciones con amigos y con otros artistas, con comisarios, galeristas, coleccionistas, directores de museos, críticos, periodistas, diseñadores o con personas que he ido encontrando a través de todas estas actividades y que no necesariamente pertenecían al mundo del arte.
Como no podría ser de otra manera, ha habido grandes momentos, muy felices, intensos y emocionantes, pero también otros más complicados y difíciles. Algunos de aciertos y otros, la mayoría, de dudas y de errores. Todos ellos me han permitido evolucionar como persona y como artista y, de una manera consciente o inconsciente, se han reflejado en las obras que he ido realizando.
Lo cierto es que hace veinticinco años nunca pensé que llegaría a hoy en la situación en que estoy, pudiendo vivir de mi trabajo. Las cosas se han ido sucediendo de una manera que hasta cierto punto me parece “normal”. Y escribo “normal” entre comillas porque es una palabra muy subjetiva, que puede tener muchas interpretaciones y plantear muchas dudas.
¿Qué significa normal? Diría que, en mi caso, significa que las cosas se han ido desarrollando de una manera natural, sin una estrategia preconcebida de antemano. Creo que hay dos palabras que definen bien lo que considero más importante para trabajar como artista: obsesión y pasión.
El mundo del arte (el mundo en general), ha cambiado significativamente en este período temporal. La realidad está en evolución y cambio permanente, cada vez a mayor velocidad. La globalización ha hecho el mundo mucho más pequeño de como lo percibíamos hace veinticinco años.
El desarrollo de las nuevas tecnologías, internet, las redes sociales o los dispositivos móviles nos mantienen en conexión permanente entre nosotros y con la actualidad. La inteligencia artificial ha abierto las puertas a una nueva realidad que plantea muchas posibilidades, pero también muchas incógnitas.
No siempre es fácil ni posible seguir con puntualidad todos estos procesos evolutivos, pero no hay duda de que la práctica del arte es un lugar privilegiado para analizarlos y sacar conclusiones críticas que amplíen la reflexión sobre este complejo mundo en el que vivimos. Y para mí, el reto consiste en seguir mirando hacia el futuro, hacia los próximos veinticinco años, más que hacia el pasado.
Ignasi Aballí (Barcelona, 1958), es artista conceptual. Premio Nacional de Arte Gráfico (2006) y Premio Joan Miró (2015), ha sido representante de España en la Bienal de Venecia (2022). Entre sus exposiciones destacan 0-24, MACBA (2005). This Is Not The End, Artium (2012). sin principio / sin final, Museo Reina Sofía (2015) o sin imagen, Blueproject Foundation, Barcelona (2019).