Ben Shahn, el famoso gran desconocido llega al Museo Reina Sofía
Las luchas de los trabajadores, la integración de los afroamericanos y los cambios políticos en EE.UU. son los temas sobre los que gravita su obra.
18 octubre, 2023 02:23Aunque el Museo Thyssen tenga en su colección cuatro obras suyas de primera, muchos escucharán por primera vez el nombre de Ben Shahn (Kaunas, Lituania, 1898 - Nueva York, 1969) con motivo de esta gran retrospectiva que le dedica ahora el Museo Reina Sofía. Y eso que en vida fue un artista muy popular que llevó a cabo proyectos realmente ambiciosos.
Tocó todos los palos: en pintura experimentó con diversas técnicas (temple, acuarela, témpera… huyendo de los brillos del óleo); fue fotógrafo y tuvo como maestro express a Walker Evans, con quien compartía estudio en Nueva York. En su labor muralista aprendió la técnica del fresco de Diego Rivera y tuvo una intensa trayectoria como editor e ilustrador. Y toda esta fervorosa actividad estuvo siempre atravesada por un fuerte compromiso político que le llevó a ser una de las figuras fundamentales del Realismo social americano.
Las luchas de los trabajadores, la migración, la integración de los afroamericanos y los cambios políticos son los temas sobre los que gravita su obra. Sus composiciones parten siempre de las fotografías que él mismo tomaba con su Leica o bien rescataba de la prensa.
Convive con el Expresionismo Abstracto y las revistas más importantes les dedican reportajes tanto a él como a Jackson Pollock
La comisaria, Laura Katzman, autora del libro Ben Shahn’s New York: The Photography of Modern Times (Yale University Press, 2000), ha reunido muchas de estas fuentes originales en vitrinas en una meticulosa labor de investigación que deja ver la intención didáctica de la muestra, a la vez que la convierte en un divertido juego para el visitante en busca de la pareja de cada detalle.
En la primera de las doce salas encontramos una de sus pinturas más emblemáticas, La pasión de Sacco y Vanzetti (1931-1932), en la que relata la historia con final infeliz de estos trabajadores de origen italiano que fueron condenados con pruebas dudosas a la silla eléctrica. Los representa en sus féretros junto a tres magistrados de rasgos antipáticos que llevan dos lirios en las manos, símbolo, quizá, de su martirio, conocedor y amante, como era Shanh, de la iconografía del Renacimiento.
Cautiva también de la representación de este y otros episodios cómo se detiene no solo en los protagonistas sino también en otros actores secundarios: los jueces, familiares, testigos… como si fuera esta una especie de serie pictórica por entregas.
Es la época del Crack del 29 y de la Gran Depresión americana, de la que Shahn dio buena cuenta con sus fotografías, atentas a las protestas de los artistas de Nueva York, los oficios en faena, los transeúntes y desempleados, la vida cotidiana, en suma, de todos los habitantes de la ciudad a los que representó siempre con gran dignidad.
[Georgia O’Keeffe, un fantasma en el desierto]
Recorrió además el país, visitando granjas junto a fotógrafos como Dorothea Lang o Evans, en un encargo de la administración del presidente Roosevelt que perseguía registrar lo que estaba ocurriendo en los márgenes, en un momento en el que la fotografía todavía era un documento de veracidad irrefutable.
Entre los años treinta y cuarenta, la época del New Deal y de la Segunda Guerra Mundial, diseñó numerosos carteles, que esbozaba primero en dibujos y pinturas. Realizó varios de ellos para la agencia federal estadounidense que reubicó a familias urbanas y rurales con dificultades y, años después, se entregó a temáticas como la llamada al voto o la crítica de la Bomba Atómica.
En ningún momento perderá la pista de la vida cotidiana. De músicos callejeros, un tema que le fascinaba, a niños jugando o señoras en un banco, una de mis escenas favoritas –aunque compita de cerca con la serie dedicada a la Ley Seca y a la construcción fallida de un casino en Central Park–. En este Casi todo el mundo lee el boletín (1946) se deleita con ironía en los detalles y las expresiones de los personajes.
Con los años su pintura se hace cada vez más críptica y provocadora. Los rostros se simplifican y adquieren rasgos de máscaras primitivas. Convive con el Expresionismo Abstracto –y las revistas más importantes les dedican reportajes tanto a él como a Jackson Pollock– que representa todo lo contrario a sus valores. Retratará a Martin Luther King, que será portada de Time, y a Louis Armstrong.
La muestra pierde algo de fuerza al final, con las piezas en las que Shanh investiga en sus orígenes hebreos, pero es ante todo un proyecto titánico, con préstamos de primera del Whitney, el MoMA, y muchos otros museos. Una joya para los amantes de la historia del siglo XX, que parece repetirse en el XXI.