Los 15 años de Manuel Borja-Villel como director del Museo Reina Sofía, la institución del arte contemporáneo más importante de España, han acabado ensombrecidos por la polémica en su etapa final. Su silencio hasta el último momento acerca de si se presentaría o no a la reelección (anunció que no lo haría el 17 de enero, dos días antes de que acabara la última prórroga posible de su contrato), las dudas sobre la legitimidad de las dos prórrogas que le permitieron encadenar tres lustros al frente del museo y las divididas opiniones acerca de la línea política de su gestión han sido lo más comentado en el mundo del arte y en un sector de la prensa cultural en las últimas semanas.
Como respuesta a esta situación, un millar de personalidades del arte y de la cultura ha firmado un manifiesto de apoyo a Borja-Villel. En él, condenan la "extremada virulencia" de los "ataques" que ha recibido y consideran que se le ha puesto "en el centro de una apresurada y manipulada 'guerra cultural' desatada capciosamente por la irrupción de la extrema derecha en el panorama político y mediático español".
En cuanto a los logros de su gestión, el manifiesto elogia que haya conseguido posicionar al Reina Sofía como "una de las instituciones museísticas más relevantes e influyentes a nivel internacional", así como la reorganización de su colección permanente de manera "innovadora e inclusiva".
Entre los firmantes figuran los directores y otros cargos de responsabilidad de algunos de los museos más importantes del mundo. Es el caso de Frances Morris, directora de la Tate Modern de Londres, y Bernard Blistène, director honorario del Centro Pompidou. También lo han firmado la galerista Helga de Alvear, Vicente Todolí, exdirector de la Tate Modern y ahora director de Hangar Biccoca de Milán; la directora del MACBA de Barcelona, Elvira Dyangani Ose; la directora de ARCO, Maribel López; la coleccionista Francesca Thyssen-Bornemisza, creadora de la fundación TBA21; y su director, Carlos Urroz, exdirector de ARCO.
Lo apoyan también personalidades destacadas de la cultura en general, como el cineasta Pedro Almodóvar, los escritores Cesar Aira, Manuel Rivas, Maruja Torres y Carlos Pardo, y el exministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.
Entre los numerosos artistas que han firmado el documento figuran Dora García, Concha Jerez, Rogelio López Cuenca, Luis Gordillo, Cristina Iglesias, Pedro G. Romero, Antoni Muntadas, Ignasi Aballí, Damián Ortega, Fermín Jiménez Landa. También lo han firmado numerosos galeristas, comisarios, críticos de arte y miembros del mundo universitario. Aquí se puede consultar la lista completa de firmantes, que en el momento de redactar esta información ascendía a 1.337.
A continuación, el texto completo del manifiesto:
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), fundado en 1985, se ha posicionado a lo largo de los últimos quince años, como una de las instituciones museísticas más relevantes e influyentes a nivel internacional, con una marcada identidad, fruto de unas muy precisas líneas de trabajo. En estos años se ha reorganizado en profundidad su colección permanente, presentada el año 2022 de manera innovadora e inclusiva, mediante un modelo de escritura patrimonial que propicia la reflexión historiográfica y que permite hablar de justicia y corrección, de restitución y escucha. Se han programado y producido cerca de 200 exposiciones temporales, con una importante línea de itinerancias y coproducciones con otros museos. Se ha ampliado significativamente la Colección, con numerosas incorporaciones, donaciones y depósitos, entre las que cabe destacar la del Archivo Lafuente, convirtiéndose en un referente internacional.
A nivel administrativo se creó una Ley propia para el Museo, esencial para la gestión del MNCARS, y se han creado dos fundaciones: la Fundación de Amigos y la Fundación Museo Reina Sofía. Se ha creado y desarrollado el Área de Actividades Públicas, el Centro de Estudios, el Museo Situado y tantas otras líneas de programación. Reforzando las publicaciones del Museo, e implementando la web y redes sociales, así como la Biblioteca y Centro de Documentación, herramientas imprescindibles para investigadores y público. Se han fortalecido sus relaciones con Iberoamérica y se ha convertido en una plataforma de proyección e intercambio de arte del continente, sin olvidar el contexto africano o asiático. Habiendo superado, en definitiva, el tradicional modelo de institución centrada en las funciones de custodia y preservación, el MNCARS ejemplifica la consolidación de la dimensión social del museo, convertido en auténtico foro multidisciplinar de experimentación, generación de conocimiento y debate en la esfera pública.
Los logros alcanzados en estos años se deben a la ejecución de un modelo transformador, por parte de un equipo liderado por Manuel Borja-Villel como director, que ha sabido entender las necesidades de nuestro tiempo. Que, además, ha permitido redefinir la institución museística para replantear su relación con los diferentes públicos que componen la sociedad actual. Este modelo ha propiciado una nueva narrativa en la historia del arte que cuestiona las hegemonías establecidas y ha inaugurado una nueva cartografía para la producción artística y sus circuitos de difusión. Ha logrado una conexión entre el arte de vanguardia y la cultura popular, en sentido íntegro y radical, en el que una nueva pedagogía social en sintonía con las prácticas artísticas se ha visto respaldada por el aumento significativo en el número de visitantes, llegando a estar entre los 10 museos más visitados del mundo.
Precisamente, y de forma paradójica, el éxito y notoriedad del MNCARS en los últimos años, lo ha situado en el centro de una apresurada y manipulada “guerra cultural” desatada capciosamente por la irrupción de la extrema derecha en el panorama político y mediático español. Esto ha convertido a su director y a la institución misma en presa y botín de esa guerra de márketing político que se juega en los medios. La extremada virulencia de los ataques dirigidos hacia Manuel Borja-Villel y su entorno han puesto en evidencia que había algo más en juego que su permanencia o no en el cargo. Estos ataques son parte de una campaña de descalificación del modelo de museo que encarna y que se inicia mucho antes de que el proceso de elección de dirección comience. La agresión proviene principalmente de medios de comunicación reaccionarios y su entorno —así como de algunos profesionales del sector artístico— y siguen un patrón consistente en difundir falsedades flagrantes y sin fundamento con la seguridad de que, a pesar de los desmentidos, el daño ya está hecho. Es crucial responder a estos ataques con contundencia y claridad.
El asalto a una de las propuestas culturales más sólidas, íntegras, innovadoras y reconocidas configurada en los últimos años, se está haciendo sin aportar argumentos y sin atender a los posibles cambios en el diseño institucional que sería necesario implementar. Las rancias llamadas al “orden” han logrado hacer desaparecer del debate público las cuestiones más importantes en torno a qué modelo de museo necesitamos, una vez concluido un periodo dado, y cómo afrontar el presente y el futuro de la institución. Y llegado el caso y una vez se convoque formalmente el concurso, qué debe exigirse a los posibles candidatos y hacia qué modelo deberíamos orientar el encargo de dirección de la institución. El listón está muy alto y el suelo muy embarrado.
Es importante recordar que el éxito del MNCARS se ha construido mediante un arduo trabajo colectivo diario, una clara y transformadora identidad institucional y un proceso de construcción patrimonial distintivo que no estamos dispuestos a abandonar a su suerte. En estos momentos de despedida al director Manuel Borja-Villel nos unimos a las muestras de gratitud hacia la importante labor que ha realizado, apreciamos su dedicación y esfuerzo en mejorar nuestro patrimonio cultural público y, sobre todo, subrayamos la ética y la honestidad con la que lo ha llevado a cabo. Agradecemos la huella que deja, que va más allá del espacio del arte. Hay que destacar el notorio e inusual reconocimiento de su trabajo por parte de colectivos y vecinos que viven en los alrededores del MNCARS, así como por profesionales de distintas latitudes de reconocida trayectoria profesional. Es un hecho que contrasta llamativamente cuando, ante las difamaciones propiciadas, algunos profesionales del sector callan de un modo decepcionante, no solo por una diferencia ideológica, sino por recelos y aspiraciones. Es fundamental que defendamos la estabilidad institucional, ayudemos a desarrollar el legado que se entrega, aumentemos su patrimonio público y cuidemos el museo. Es tarea de la comunidad hacer frente a los ataques que se han producido, con contundencia, para asegurar la continuidad de la labor realizada y su desarrollo en el futuro.