¿Qué libro tiene entre manos?
Ahora Un mar sin límites. Una historia humana de los océanos, de David Abulafia, y como una constante, desde que lo compré en el Coop del MIT el 26 de noviembre del 75, releo Synergetics, Explorations in the Geometry of Thinking, de Buckminster Fuller. ¡Las geometrías del Alma!
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Suele ocurrir que el libro me abandona a mí, casi siempre por razones que desconozco.
¿Con qué personaje (real o de ficción) le gustaría tomar un café mañana?
Sí, por favor, conversar con un buen café… Me gustaría con Dios y si está muy ocupado y no puede mañana, con alguien más cercano, muy sensible, nada arrogante, con la poetisa cubana Dulce María de Loynaz.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, un sueño que desde entonces he tratado de que ocurriera.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Tranquilo, en silencio, aislado, mejor de noche y en papel, aunque también utilizo ordenador, tablet, audiolibros. Si encuentro el momento leo de día, en los viajes…
¿Qué experiencia cambió su manera de ver el mundo?
Contemplar el jardín zen Ryoanji, del s. XV, en Kyoto fue una iluminación, una puerta que se me abrió al fluir de lo que es y somos, la materia, el espacio-tiempo, el espíritu.
En su obra se cruzan lo científico y lo místico, ¿cómo consigue que ambos universos convivan?
Somos espíritu y materia, un todo con unas características que la ciencia sola no puede explicar. El milagro del arte, por ejemplo, cuando se produce sabemos que sucede, pero no sabemos cómo.
¿Es la abstracción una manera de huir de la realidad?
Al contrario, la abstracción en el arte, al menos en el arte que pretendo, es una forma de realidad, absolutamente imbricada en la búsqueda, de lo que parece que aprehendemos sobre la esencia la realidad.
¿Qué significa el círculo al que tanto acude en su obra?
El círculo es una forma geométrica a la que trato de dar sentido y significado. La serie que llamo Enso, que en japonés significa círculo, persigue dialogar, inquirir, con una idea de infinitud, de vacío, de totalidad.
¿Qué tiene su exposición Constelaciones de budista?
El acercamiento a esa forma de sabiduría oriental es relativo porque mi formación es occidental, pero esta exposición es la respuesta por la fascinación ante el sublime espectáculo del universo. El intentar fluir con todo ello es quizás el aspecto “budista” más evidente.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado?
Ojo y paisaje, de Juan Uslé, en Bombas Gens, en Valencia. Una exposición envolvente, intensa, en los límites de la luz y la oscuridad, colmada de vibraciones quedas, de ecos del pasado y del futuro. Para volver y quedarse.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Me importa y me sirve cuando es seria y coherente. La entiendo entonces como una conversación inteligente.
¿Qué obra teatral le ha impactado recientemente?
Âtman, El Comiat, la última representación de una compañía valenciana admirable y ya mítica, Ananda Dansa.
¿Qué película ha visto más veces?
2001: Una odisea del espacio de Kubrick. Después de tantos años me sigue produciendo renovados ensueños.
¿A qué serie se ha enganchado?
Ahora a ninguna, pero hace más o menos tiempo lo estuve con Los Soprano, The Good Wife y El puente.
¿Qué música escucha en casa?
Fundamentalmente clásica y jazz. Me emociona toda la historia de la música. Aunque a la que más vuelva sea Bach o Louis Armstrong con sus célebres Hot Five and Hot Seven. Escucho desde Stravinsky a Ligeti, Philip Glass, Luis de Pablo, Tomás Marco o Teresa Catalán…
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta su arte, sus paisajes, su historia, sus gentes, sus diferencias, sus luces y sus sombras. No me gustan muchos comportamientos, políticas y situaciones que nos hacen sufrir. Pero sí, amo a España.