De pequeña Helga de Alvear se divertía coleccionando piedras que encontraba en el Río Nahe. Es posible que esta querencia por las formas, texturas y colores fuera un indicativo de su posterior gusto por el arte abstracto. La galerista se traslada a España en 1957 con 21 años con la intención de aprender nuestro idioma pero aquí conoce al arquitecto Jaime de Alvear, con el que entabla una relación sentimental que le lleva a establecerse de manera permanente en nuestro país. Aunque ella quería ser pianista y, reconoce, que por entonces de arte no sabía nada, es Juana Mordó quien la introduce hasta convertirse en una de las coleccionistas más importantes. “Puedes comprar las mejores obras pero primero tienes que aprender. Yo lo hice en el Prado y en los museos de los países donde estuve aprendiendo idiomas como en la Tate de Londres o el Pompidou de París. También he comprado tonterías, como todo el mundo”, recuerda la galerista que este jueves abre en Cáceres las puertas del Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, viendo, por fin, cumplido su sueño: acercar el arte contemporáneo a toda la población.

El nuevo edificio, creación del estudio de arquitectura de Emilio Tuñón, cuenta con 5.000 metros cuadrados y cuatro plantas. El que antes fuera el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear, inaugurado en 2010 y cuya sede se limitaba a un edificio rehabilitado, pasa ahora a denominarse Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear. “Lo importante es el contenido por lo que el edificio rinde tributo a la arquitectura de discreción, que piensa que lo importante no es llamar la atención, sino acoger con cuidado a las piezas que tiene en su interior”, comenta Emilio Tuñón a través de un vídeo. En total, 8.000 metros cuadrados en los que la galerista puede mostrar parte de su colección, que suma más de 3.000 piezas. 

Ai Weiwei: 'Descending Light', 2007

Helga de Alvear atesora una de las colecciones de arte contemporáneo más completas de Europa y se muestra “loca perdida” ante este museo que lleva su nombre. En realidad, son ya “diez años exponiendo obras en la fundación pero lo que se va a ver ahora en el museo no se ha visto nunca”. De Alvear ha ido adquiriendo obras con mucho mimo y cuidado y recuerda que cuando inaugura exposiciones en su galería ella es la última en comprar. “Primero están los clientes y luego yo, que soy una coleccionista más”, arguye. Años de viajes y visitas a ferias y galerías han dado su fruto. “Mis colaboradores me dicen que aguante pero al cuarto día me pongo nerviosa, doy una vuelta y compro. Así es como se ha hecho la colección”, asegura. 

La coleccionista mantuvo conversaciones con otras ciudades como San Sebastián, Vigo y Granada pero allí le ofrecían edificios antiguos que necesitaban ser reformados y ella quería un edificio de nuevo cuño. Llevar su colección al extranjero, no obstante, nunca fue una opción. El diseño de Emilio Tuñón, que ganó el concurso convocado en 2005, une “la ciudad antigua desde la calle Pizarro con el ensanche por la calle Camino Llano”, de manera que el museo queda integrado en la ciudad. Aunque en una primera instancia se había proyectado un espacio de 15.000 metros cuadrados, los problemas presupuestarios han ido reduciendo su tamaño hasta llegar a los 5.000 actuales aunque aún queda proyectar parte del jardín, para el que necesitan un proyecto específico que se irá materializando en los próximos meses. 

Olafur Eliasson: 'Echo Activity', 2017

Para empezar esta andadura, José María Viñuela, comisario general de los actos inaugurales del museo y conservador de la colección, ha seleccionado 200 obras, aproximadamente un 5% del total, entre pinturas, fotografías, dibujos y videoinstalaciones de más de 100 artistas que se podrán ver durante, al menos, el próximo año. “Cuando recibí el encargo de montar la exposición me encontré con un edificio vacío y con unos espacios enormes distribuidos en cuatro plantas. El primer asunto a resolver era la capacidad, qué cabe y qué tiene que caber. Así que he ido introduciendo y definiendo unos espacios concretos que también giran en torno a las salas de vídeo y a las obras de grandes dimensiones como las de Thomas Hirschhorn y Olafur Eliasson”, cuenta. Tras casi un año preparando la museografía, Viñuela tiene lista la selección con nombres de artistas como Doris Salcedo, Yves Klein, Cy Twombly, Tàpies, Paul Klee, Lucio Fontana, Ignasi Aballí, Carlos Bunga, Ángela de Cruz, Miguel Ángel Campano, Luis Gordillo, Carmen Laffón, Nan Goldin, Louise Bourgeois, Kimsooja o Richard Long.

La mayoría de estas obras nunca han sido vistas por el público y entre ellas destacan algunas composiciones de gran tamaño como la icónica lámpara de Ai Weiwei que Helga de Alvear compró cuando el artista aún no era demasiado conocido y que da la bienvenida al museo, o una enorme instalación de Olafur Eliasson. Las piezas de instalación compleja se quedarán durante más tiempo mientras que las pequeñas “se irán cambiando de acuerdo con las necesidades de la fundación”, sostiene Viñuela. También habrá un espacio dedicado a Goya y a la primera edición de los Caprichos como “ejemplo de la influencia que ha tenido en el arte moderno y contemporáneo”, apunta el comisario. “En la actualidad son muchos los artistas que lo reivindican como uno de los creadores más significativos de la contemporaneidad. Por eso queríamos empezar con una sala que tiene un papel didáctico para que la gente joven pueda conocer bien cuál es la importancia de Goya en el arte de nuestro tiempo”.

Thomas Hirschhorn: 'Power Tools', 2007

Para Helga de Alvear, que apenas puede contener su júbilo, "el arte es como una droga". En la actualidad tiene cinco almacenes con obras en Madrid que, poco a poco, irán viajando a Cáceres, donde habilitará un nuevo espacio para su conservación. “Me enamoro de todo pero nunca compro un artista sino una obra”, cuenta. Su última adquisición, una pieza del brasileño Ernesto Neto, ha sido hace apenas una semana en la Galería Elba Benítez: “yo voy a las galerías, nunca a los estudios de los artistas. Quiero ser profesional y que los coleccionistas también vengan a mi galería”, indica. En este sentido, añade, “tener una galería es un negocio importante pero muy duro, aunque la gente no lo crea”. Con este nuevo museo Helga de Alvear espera situar a la ciudad de Cáceres en el circuito del arte contemporáneo a nivel internacional y llevar su colección a la sociedad. En sus propias palabras: “estoy a punto de cumplir un sueño, una funda para la colección. Espero que esto sirva para que la gente se conciencie de que el arte es esencial”.

@scamarzana