Las obras del gran artista argentino León Ferrari (Buenos Aires, 1920-2013) llegan por tercera vez al Museo Reina Sofía, en el año de su centenario. Su primera presentación fue en la muestra colectiva Heterotopías (2000-2001). La segunda, en El alfabeto enfurecido (2009-2010) acompañado de la artista brasileña Mira Schendel. En esta ocasión se trata de una muestra personal, una síntesis de su trayectoria, con un planteamiento no cronológico sino temático. Se trata de un proyecto desarrollado tras un acuerdo con la Fundación Augusto y León Ferrari Arte y Acervo, que contempla junto con la exposición la donación de 15 obras originales y la producción de 219 copias únicas de objetos y series del artista que pasarán a formar parte de la colección del Museo.
La muestra, que viajará después al Van Abbemuseum de Eindhoven y al Centre Pompidou de París, se divide en Madrid en seis secciones: ‘La justicia y los juicios’, ‘Laboratorio Ferrari’, ‘Arqueología religiosa de la violencia’, ‘Ideas para infiernos’, ‘Desafiar la impunidad’, y ‘Modos de hacer / Ferrari inmaterial’. El conjunto resulta de gran interés y permite una visión bastante completa del trabajo artístico, abierto y transgresor, de Ferrari, con piezas muy relevantes como La civilización occidental y cristiana (1965) o Juicio Final (1994). Esta última, que es una de las obras donadas, reproduce la pintura de Miguel Ángel sobre papel impreso con excrementos de aves en la superficie. Así como la instalación La Justicia (1992), que posteriormente Ferrari renombró como 1492-1992. Quinto centenario de la Conquista. E igualmente algunas esculturas de alambre, sutiles y de gran transparencia y dinamismo interior, o la escultura Hongo nuclear (2007), con un color rojizo, que con la imagen de la explosión de una bomba nuclear representa el Infierno en la Tierra. La exposición recoge también algunos trabajos del padre de León Ferrari, Augusto, italiano de nacimiento, arquitecto y pintor, que intervino en la construcción y reconstrucción de varias iglesias en Argentina.
León Ferrari es un artista transgresor, su objetivo es hacernos pensar a través de todo tipo de soportes
¿Cómo se desarrolló el trabajo de León Ferrari…? El primer factor determinante a tener en cuenta es la profunda relación entre su vida, sus experiencias vitales, y su obra. Entre 1938 y 1947 estudió Ingeniería. Se casó en 1946, y junto a quien fue su mujer toda su vida, Alicia Barros, tuvo tres hijos: María Alicia (conocida como Marialí), Pablo y Ariel. Cuando en 1952 su hija contrae una meningitis tuberculosa, el matrimonio se traslada a Florencia. La madre y la hija regresan a Buenos Aires en 1953. Pero León permanece en Italia, y allí se introduce en el ambiente artístico.
Sus inicios en el arte tienen que ver con su interés por la cerámica, y su despliegue en formas escultóricas. Pero pronto se abre también a otro tipo de soportes: esculturas realizadas con cemento, con escayola, con madera, y con alambres. Acuarelas, collages, motivos pictóricos intervenidos a partir de reproducciones, las escrituras o dibujos caligráficos, las heliografías (fotografías de positivo directo), las performances y escenificaciones.
Posteriormente los soportes se diversifican aún más. En 1960 conoció a Rafael Alberti, y su interés por la poesía se hace más intenso. Desarrolla trabajos con aves vivas, utiliza utensilios domésticos, baratijas, objetos de santería, y plasma una dimensión musical en sus dibujos-partituras. En definitiva, León Ferrari es un artista transgresor, su objetivo es hacernos pensar a través de todos los signos y soportes de la representación. Y en el trasfondo de su trabajo puede advertirse un eco actualizado de los planteamientos dadaístas y surrealistas.
Un momento decisivo en su proceso creativo tiene lugar en 1965, cuando produce un collage escultórico en el que sobre la reproducción de un avión militar estadounidense, cargado con bombas, sitúa la figura de un Cristo crucificado. La obra es la antes mencionada La civilización occidental y cristiana, y su idea le vino por el impacto e intenso rechazo que le produjeron los bombardeos estadounidenses en Vietnam. Lo que así se inicia es un proceso crítico que asocia los sistemas modernos de dominación con los planteamientos de la religión cristiana.
Y hay otro hecho en su vida que marca también profundamente su trayectoria: en los inicios de la dictadura militar abandona en 1976 Argentina con su familia y se establece en São Paulo. Pero su hijo Ariel, militante político, decide quedarse en Argentina y pasa a engrosar la lista de desaparecidos.
En su estancia en Brasil (hasta 1991) León Ferrari intensificó profundamente su trabajo artístico, y viajó a distintos lugares, lo que poco a poco le hizo ser más reconocido internacionalmente. En las últimas décadas su crítica al Cristianismo como “ejercicio de dominación” se convirtió en un rasgo dominante en sus obras.
Lo que León Ferrari despliega en ellas es todo un alegato en defensa de la civilización laica. Y así, según sus propias palabras sobre lo que él hacía, “si esto no es arte, lo cambiaría de nombre, lo llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa”. En definitiva, arte. Pero arte comprometido ética y políticamente a través de las formas. Arte transgresor.