La banda sonora de la Antigüedad
Oriente, Egipto, Grecia y Roma: Músicas en la antigüedad muestra la importancia de la música en las sociedades antiguas
Como una única melodía la exposición de CaixaForum Madrid, Músicas en la antigüedad se pasea a lo largo de las cuatro grandes civilizaciones, Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, con cerca de 400 piezas, 278 de ellas pertenecientes al museo de Louvre, que evocan los sonidos de tres mil años de historia.
Consciente de su importancia, la música es, a partir de hoy, la protagonista, el hilo conductor de una exposición que, organizada conjuntamente por la Obra Social "la Caixa", el Museo de Louvre y el Museo del Louvre-Lens en CaixaForum Madrid, lleva el título de Músicas en la antigüedad. Una muestra que trata de exponer el valor y la importancia de este arte y que invita a conocer los últimos hallazgos de la arqueomusicología. Así, a partir de sus sonidos, sus propias bandas sonoras, las cuatro grandes civilizaciones de la antigüedad, Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, recorren las salas de esta exposición "que no habla de ninguna de ellas, pero en cambio sí de un concepto común y de la capacidad de encontrar puntos de unión en un periodo histórico así de importante", según explica Ignasi Miró, director del Área de Cultura de la Fundación Bancaria. Y lo hace, en un entorno geográfico concreto, el Mediterráneo, que "funciona como catalizador de intercambio y de transmisión de lenguajes, instrumentos y sensibilidades".
Se trata este de un proyecto coral comisariado por Nele Ziegler, Christophe Vendries, Alexandre Vincent, Sylvain Perrot, Sibylle Emerit, Hélène Guichard, Violaine Jeammet y Ariane Thomas, donde un total de 373 piezas, 278 de ellas pertenecientes al museo de Louvre, evocan los sonidos de tres mil años de historia (del 2900 a. C. al 395 d.C.) a partir de instrumentos, tablillas mesopotámicas, estelas egipcias, cerámicas griegas y relieves históricos romanos que provienen además de otras veinte instituciones internacionales.
Un recorrido que incluye una aproximación a las partituras de la época y que, según cuenta Miró, trata de reproducir algo puramente imaginado: cómo sonaba esta música. Así, y este es uno de los actractivos de esta inicitiva, a través de una serie de dispositivos es posible escuchar reconstituciones de sonidos de instrumentos antiguos y "redescubrir algún elemento melódico a partir de los diarios musicales de las primeras partituras", como el canto más antiguo del mundo conocido hasta la fecha.
Un "proyecto de exposición peculiar", señala Sibylle Emerit, porque "la música no deja rastro", que propone, precisamente, exponer los sonidos de la vida, la cultura y el arte en esas cuatro civilizaciones. "La música no es solo música, es mucho más. Es una manera muy original de comprender la Antigüedad porque lo representa todo: la muerte, el amor, la pasión, la guerra, la religión, el poder...".
Precisamente, apostilla Emerit "todos tenemos una percepción de la música que viene del siglo XIX". La ópera, la literatura y el arte, incluso el cine o el cómic, han contribuido a fijar esa imagen concreta de lo que era y "al escuchar los sonidos ahora nos frustramos porque no los reconocemos".
En este sentido, un fragmento de la ópera de Aida, de Verdi, interpretado por Jean François Madeuf y Joël Lahens, abre la exposición. Cuenta la comisaria que para esta pieza, el compositor pidió que se fabricara una trompeta de pistones "inspirada en una antigua -ambas forman parte de la exposición- que en realidad no era una trompeta sino un soporte de altar, cuyo pie se tomó por un instrumento".
Reconstruir la vida antigua a partir de la música
Otro de los aspectos que marca esta exposición es cómo la música ocupaba un lugar en todos los eventos importantes de las personas. "La presencia de la música en el conjunto de estas civilizaciones sería como los Iphone en la nuestra -explica el director del Área de Cultura de la Fundación Bancaria "la Caixa"-. Si nosotros no podemos vivir sin ellos, ellos no podían vivir sin música". Esto ocurrií en momentos de paz pero también en momentos de guerra donde, por ejemplo, el sonido de los tambores "permitía a las tropas de los soldados orientarse en medio de la batalla". Estos sonidos bélicos "ponen de manifiesto instrumentos muy sonoros -puntualiza Christophe Vendries- como los címbalos o las trompetas en Oriente", mientras que en Grecia y Roma se "fabrican tipos de trompeta de metal muy desarrollados que parecen hasta actuales"."Son sonidos -interviene Sylvain Perrot- que intentaban hacer huir al enemigo pero también seducir". Una seducción que, como el canto de las sirenas que aturdió a Ulises, no obstante, a veces podía causarle a uno su pérdida. "La música acompañaba a la sexualidad como diversión, pero además el poder de los sonidos era un poder de fecundidad. A partir de sus notas podemos escuchar cómo era el amor, cómo se representaba", concluye.
Presente en la religión y en la mitología, en las procesiones y en lo sacrificios, la música formaba parte además del poder y de la sociedad. De hecho, recuerda Perrot, "el teatro griego, la tragedia, la comedia y el drama satírico, hay que pensarlo como una mezcla entre el texto recitado y el texto cantado, para que alguien lo entendiera tenía que entender la música. E incluso el ciudadano griego tenía que estar formado desde los 7 años en la lira, como prueba de buena educación".
Hasta qué punto la música jugaba un papel tan relevante en las civilizaciones se puede ver en las notas de las tablillas de la época. Con "unas meras intuiciones -apunta Miró-, los intérpretes tenían una capacidad de poder interpretar eso a un magnífico nivel. Solo durante el romanticismo empiezan a recoger todo lo que los compositores sugieren que el intérprete ejecute. Hasta ese momento las anotaciones breves son apuntes que el propio intérprete sabe ejecutar porque forma parte de su conocimiento".
Breves pinceladas como las que aparecen en las tablillas con indicaciones musicales halladas en Ugarit, donde se escribía el texto del himno y, bajo una doble línea, la melodía, que también se puede escuchar. Unas notas, eso sí, que aunque pocas, tenían "un vocabulario extremadamente preciso y unas indicaciones de gran exactitud", explica Ziegler.
Y es que, como ahora, nada estaba fuera del alcance de la música. Ni si quiera la muerte ya que, aunque a menudo era asociada con el silencio, muchos de los instrumentos conservados fueron hallados precisamente en tumbas.
@mailouti