La galerista Elvira González recibe el Premio Arte y Mecenazgo. Foto: S. Enríquez-Nistal.



El nombre de Elvira González (Madrid, 1937) es de mención obligada al hablar del coleccionismo de arte contemporáneo en España. La veterana galerista abrió en 1966 Theo, su primera galería en Madrid, junto al que entonces era su marido, el pintor Fernando Mignoni. En 1994 abrió ya en solitario el espacio que lleva su nombre, un punto de referencia del sector que hoy pilotan sus tres hijos: Elvira, Isabel y Fernando.



Precisamente, "por su implicación en la creación del coleccionismo privado" en nuestro país, así como "por su presencia constante en el ámbito internacional como una de las galerías españolas de referencia", González recibe hoy en Madrid el Premio Arte y Mecenazgo que otorga la fundación homónima perteneciente a La Caixa. La galerista comparte premio con la artista Eva Lootz -reconocida por "su excelencia creativa, la coherencia de su trayectoria y su contribución a la innovación del lenguaje artístico"- y la fundación Juan March, -"por el valor artístico" de su colección de arte español contemporáneo y su contribución a la difusión del mismo-. González recuerda con cariño los comienzos de su actividad como galerista: "Era un contexto deprimente y árido, pero teníamos mucho entusiasmo. Había gente luchando por el arte, especialmente Juana Mordó con su Galería Biosca. Fue un momento mágico y complicado. Tuvimos muchas dificultades, como el atentado político que sufrimos en 1971 por exponer unos grabados de Picasso". El largo camino hasta aquí ha sido muy enriquecedor para la artista y, sobre todo, considera "un privilegio" haberse podido dedicar a esta profesión.



El sector del arte contemporáneo español ha cambiado mucho en medio siglo, "como todo el país", por medio de la apertura al ámbito internacional. "Antes no había las exposiciones que hay ahora. La Fundación Juan March -con quien compartir el premio me llena de orgullo- se fundó con muchos medios, organizando exposiciones importantísimas y abriendo la curiosidad al conocimiento. Luego vinieron los museos, el Reina Sofía... Pero al principio todo fue heroico, consecuencia de muchos granitos de arena individuales. El hecho de que la Fundación Arte y Mecenazgo otorgue un premio a una galería supone un reconocimiento muy importante hacia la profesión. Se ha tardado muchos años pero es gratificante", asegura la galerista.



Aunque los inicios fueron duros, echa de menos el romanticismo de aquella época: "Me molesta mucho la especulación a través del arte que existe hoy". Aunque como ayer, por fortuna, a muchos coleccionistas de hoy les mueve la pasión por el arte y no la rentabilidad de sus inversiones. Pero los coleccionistas, como ayer, son pocos. Por eso González espera con ansia una Ley de Mecenazgo que estimule el coleccionismo privado: "Las grandes colecciones privadas son muy beneficiosas para las instituciones públicas porque suelen tener interés por un arte joven que luego madura y llega a los museos". De hecho, González dice haberse sentido siempre más arropada por los coleccionistas privados -"no digo nombres concretos porque la mayoría prefiere pasar desapercibida"- que por las instituciones. Además, asegura que "el gusto artístico de un país lo demuestran sus colecciones privadas".



"Cuando empezamos no había tanto comercio con el exterior, no se podían traer grandes obras. Además, las piezas más valiosas se gravaban con mayores impuestos. Por eso se traían cosas mediocres". Hoy los impuestos siguen encabezando la lista de las preocupaciones de los galeristas: "La subida del IVA es tan injusta... Van a recaudar mucho menos que antes porque la gente se irá a comprar a Alemania o a otros países con una carga impositiva mucho menor. Se lucha mucho por el libro, por el cine y por el teatro, pero por el arte no. Las asociaciones de nuestro sector deben seguir luchando".



El sello personal de Elvira González es una programación que combina grandes clásicos del arte contemporáneo, como Calder, Mapplethorpe o Esteban Vicente, con la apuesta por nuevos valores: "Le doy la misma importancia a los consagrados que a los desconocidos. Muchas veces te cuesta lo mismo vender una obra de Barceló que una de un artista emergente. Pero cada nueva incorporación hay que estudiarla con mucha cautela porque no se trata de hacer una exposición puntual del artista en cuestión sino tener una relación de continuidad, tienes que creer en su arte. No piensas en la venta inmediata sino en respaldar una carrera".



Relevo generacional

La presencia en ferias internacionales es un pilar fundamental para el sostenimiento de las galerías españolas. "Nosotros hemos tenido mucha suerte en ese sentido, pero nos la hemos trabajado", asegura González. Con respecto al creciente mercado asiático, la galerista se muestra cautelosa: "No iremos a Art Basel Hong Kong porque no merece la pena. Hay 1.400 millones de chinos, pero no les interesa ni saben nada del arte europeo, y a estas alturas no nos vamos a poner a vender arte chino". Este año hemos estado en París, Londres, Brasil, en verano en Miami, luego en ARCO, en junio en Basilea... Es difícil acudir a tantas ferias, te consumen mucho tiempo y esfuerzo, pero afortunadamente mis tres hijos se reparten bien el trabajo".



En ese sentido, la galerista está tranquila y va soltando cada vez más la rienda porque sabe que su legado queda en buenas manos: "Mis hijos y yo tenemos unos gustos tan parecidos que nunca discrepamos, y ellos pueden aportar ya más que yo porque tienen una visión más fresca". Los tres acumulan ya una larga experiencia: "Fernando e Isabel echaron los dientes en la galería. Elvira era mayor, pero desde que salió del colegio quiso trabajar conmigo. Yo pensaba que no era sano que se quedara a trabajar con su madre desde el principio, así que primero fue a Nueva York, donde trabajó un año en una galería. Luego la quisieron enviar a Los Ángeles a dirigir una sucursal pero prefirió volverse".



Este relevo generacional es generalizado. Su coetánea Soledad Lorenzo, otro nombre imprescindible de las galerías madrileñas, acaba de jubilarse y en la calle del Doctor Fourquet se han instalado un puñado de galerías jóvenes. Y González lo celebra: "Me parece estupendo, son absolutamente bienvenidos. Les deseo mucho ánimo, mucho coraje y mucha paciencia".