Cristino de Vera
"Sigo buscando el silencio"
23 julio, 2009 02:00Cristino de Vera
Gracias a la complicidad y al apoyo de CajaCanarias, el pintor Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) ve cumplido uno de sus sueños: la Fundación Museo Cristino de Vera que acaba de abrir sus puertas en la ciudad tinerfeña de La Laguna.Se define como místico y sus sentencias no dejan lugar a dudas: "Le voy a leer algo que yo leo todas las mañanas, es de Einstein: 'La emoción más hermosa y profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico...'."; Espiritual y cercano a un tiempo, Cristino de Vera se sabe en el final del camino pero eso no le impide seguir trabajando en lo que ha sido su vida desde los 18 años: la pintura. Entre recuerdos y anécdotas, charlamos.
-Por supuesto, estoy agradecido a CajaCanarias, a su presidente, álvaro Arvelo. Yo le había prometido a mi padre que dejaría algo en mi tierra. Es un momento, además, para recordar, porque uno no está solo, detrás de mí están mis profesores, Mariano de Cossio, que siempre me ayudó con sus consejos, mi padre, viejos amigos, la Fundación Juan March, gracias a cuya beca recorrí Europa y conocí a Piero della Francesca, a Cézanne... Voy acompañado de muchos que ya no están.
-Ha expuesto poco, ¿cómo sobrevive un pintor al margen de las galerías?
-Se puede vivir de muchas maneras. Yo siempre he trabajado en silencio y siempre he creído en el arte como una huida de la fugacidad del tiempo que puede con todo. Pintar es una profesión de riesgo, porque lo fácil es sucumbir a la moda. Cézanne sólo hizo una exposición en vida, por ejemplo, y Zurbarán pidió ayuda a Velázquez para que le introdujera en su círculo. El arte siempre ha sido una lucha. Yo he ido a mi aire y en unas épocas he tenido más suerte que en otras.
La soledad del estudio
-¿Se siente aislado de lo que ocurre a su alrededor?
- Bueno, el pintor siempre ha estado en el estudio, solo. Ahora en el museo quieren vender camisetas: era una reserva espiritual y algunos lo quieren cambiar, los humanos acabamos queriendo destruirlo todo. Hay pintores modernos que tienen 100 ayudantes y ellos no se manchan de pintura pero eso es otra cosa. Otros se llaman así mismos curadores, que parece que viene de sanadores, me parece bien; la instalación, también, pero yo he estado al margen.
-¿Está al tanto de la deriva del arte actual?
-Está claro que ahora vienen cosas nuevas, el cine, la fotografía. Entre los artistas nuevos hay nombres geniales, como Bill Viola, y otros chapuzas. Pero, ¿quiénes eran los famosos en la época de Cézanne o Van Gogh? Desde luego, ellos no, los premios se los llevaban otros. Lo misterioso de estas profesiones es que te mueres y no puedes predecir si va a haber un giro hacia lo que uno ha estado haciendo. Hoy el 80 por ciento de los artistas trabajan sin vocación y el tener una vocación y poder trabajar, te da calma, paz espiritual, ¡qué más vas a pedir!
-Ante sus obras es difícil no pensar en Morandi o en Luis Fernández. ¿Los ve cercanos?
-Efectivamente, están en ese río espiritual, yo arranqué de Zurbarán y Sánchez Cotán; entre los más actuales, Xavier Vall. Todos estamos en esa búsqueda de la interiorización, del silencio, de lo blanco. Pertenecemos a una misma rama espiritual, y así no está uno tan sólo.
El arte como refugio
Cristino de Vera se recrea hablando de pintores, y Rothko -"Tiene mucho silencio. En el arte siempre hay una graduación del silencio"- le lleva directamente al tema de la muerte, tan presente en su obra. Y de ahí al misticismo.
-Francisco Umbral le definió como "un místico sin misa", ¿es usted religioso?
-Siento el sentimiento interior. No estoy vinculado a ninguna religión pero sí a lo sagrado. Lo sagrado es sentirte pequeño mirando al cosmos, es un instinto interior. Todo lo que ayude a la persona. En este sentido, el arte es un refugio. La sabiduría es tener un poco más de paz. El arte es buscar esa paz interior, contemplar, si no se contempla no sirve, pasar por delante de los grandes maestros en un museo no dice nada, es como oír a Bach con ruido de fondo. Para ver pintura hay que estar en silencio. Los antiguos místicos decían que hay que vaciarse del yo, anular el yo, aquello que nos han dicho que somos. Conocerte a ti mismo.
Y volvemos a Einstein: "Una vez le preguntaron '¿Qué es la luz?' y contestó: 'La luz es la sombra de Dios'. Una bella frase que parece una ecuación mágica. Sin lo sagrado el arte no es nada, igual que la ciencia", sentencia.