Yves Tanguy. Paisajes de la ausencia
El universo surrealista
15 noviembre, 2007 01:00Manos y guantes, 1946
La exposición que presenta el MNAC describe de una manera pormenorizada el itinerario de Yves Tanguy (1900-1955), acaso el artista más próximo a André Breton y uno de los representantes "más genuinos" de la pintura surrealista. Se trata de una panorámica muy completa, en la que cada etapa del pintor está, además, contextualizada con una gran cantidad de documentación. Sin lugar a dudas, estamos ante una gran retrospectiva.A pesar de esta exhaustiva presentación, el universo de Tanguy es muy hermético y desborda cualquier análisis o aproximación. A menos que se recurran a los tópicos del surrealismo y el automatismo, la pintura del artista nos deja boca abiertos sin saber exactamente qué decir. A diferencia de Dalí, no realizó declaraciones ni dejó escritos que alumbraran su obra. Por otra parte, aunque los brillantes textos que le dedicó Breton son como chispazos que iluminan aquí y allá, se trata de una aproximación emocional a través de la poesía. Y tal vez, éste sea el único lenguaje equivalente, capaz de dialogar con su pintura, porque Yves Tanguy es el misterio, el misterio hecho pintura.
¿Qué se esconde tras sus paisajes petrificados? No lo podemos decir exactamente, pero se intuye algo terrible. La pintura de Tanguy es el silencio que antecede a la catástrofe. Es como un bulto tras una cortina, la amenaza de algo brutal que va a acontecer… Yves Tanguy culmina toda una tradición de paisajistas románticos y esta tradición no es otra que la pintura de lo sublime, esto es, del terror. Tengo la sospecha de que entre el arte de Tanguy y el de un artista romántico como Friedrich se tejen secretas afinidades. La figura de espaldas que contempla un paraje nublado en el conocido cuadro de Friedrich El viajero ante el mar de nubes bien se podría trasladar a los escenarios lunares de Yves Tanguy. Este personaje está observando un paisaje fantástico y extraño -un mar de nubes-, una geografía surreal e informe, una especie de sueño. Este universo onírico es también el del artista surrealista. A partir de Friedrich el paisaje se imbuye de una profunda melancolía, está cargado de inquietudes y presagios. El sentimiento trágico que sobrevuela la obra del pintor alemán se proyecta también en los enigmáticos y fantasmagóricos paisajes de Tanguy.
El arte, para los románticos, era el arte de cerrar los ojos. Los paisajes de Friedrich no son tanto una mirada al exterior, como una exploración del yo interior. Lo que observa aquel personaje de Friedrich, más que el mundo sensible, es el fondo de su alma. En este sentido, Yves Tanguy hizo una declaración -de las pocas- muy reveladora: "Me divierte imaginar lo que hay detrás de la colina. ¡Deseo tanto representar esas cosas de detrás de la colina que nunca veré!". Al igual que los románticos, el arte de Tanguy es pura imaginación, es también un arte de cerrar los ojos. Pero cuando se pinta con los ojos vendados, lo que resulta es un retrato o una radiografía del alma. Los paisajes extraordinariamente nítidos de Yves Tanguy son la expresión de otro paisaje, el paisaje interior del hombre moderno.
Bien es verdad que las pinturas de Tanguy se podrían interpretar también como una naturaleza muerta, en el sentido más literal de la expresión. Pues él concibe la pintura en términos tradicionales, esto es, como una especie de caja perspectiva en la que va fijando sus escenografías. Un teatrín en miniatura, donde se disponen sus personajes mineralizados… Pero en este teatro, todo está muerto, todo está ausente. Acaso lo que pinta Yves Tanguy -y lo que provoca tanto desasosiego- sea precisamente esto: una ausencia. Tal vez el protagonista de sus paisajes no sean esas formas orgánicas o pétreas, sino lo que ha desertado de ellas. Y en este sentido tendríamos que convenir que lo que contiene realmente la pintura de Tanguy es un fantasma, una naturaleza -paisaje o alma- en ruinas, propia de las cosas que han sido abandonadas por el deseo y por la vida.