Image: La poesía como estética del fracaso

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Arte

La poesía como estética del fracaso

Arte y Utopía

17 junio, 2004 02:00

Wols: Komposition, 1935

Com.: Jean-François Chevrier. MACBA. Pl. dels Angels, 1. Barcelona. Hasta el 12 de septiembre

En Barcelona, se presentan simultáneamente dos exposiciones que tratan la problemática de la utopía: por un lado La belleza del fracaso/el fracaso de la belleza en la Fundación Joan Miró y de la cual hablamos hace unos días y por otro Arte y utopía: la acción restringida en el MACBA. Son dos muestras completamente diferentes y que también implican un posicionamiento distinto, por no decir opuesto ante la problemática del arte y la política. Y sin embargo, estas dos muestras acaban por confundirse en una misma conclusión: ambas son dos estéticas del fracaso.

La idea que alumbra estas dos exposiciones es que el arte posee una dimensión política y que, en consecuencia, implica un proyecto de liberación individual o social. Ahora bien, en la Fundación Miró se expresa un sentimiento de desilusión ante los límites de este proyecto. Simplificando, la idea de esa exposición es que el arte ha inspirado paraísos celestes en la tierra, ha construido ilusiones de sociedades y hombres nuevos pero que han fracasado estrepitosamente. Para mí la exposición de la Fundación Miró es un recorrido que se complace en la descripción del fracaso de la utopía. Es como una resaca, el despertar de un sueño. Y la muestra insiste una y otra vez en la contradicción, en el ridículo, en la descomposición de este mundo ideal que se vislumbra en un horizonte al que nunca se llega.

La exposición del MACBA posee otro signo, incluso puede que sorprenda porque el MACBA es una institución que se ha caracterizado por su compromiso y acción política. En mi opinión esta muestra, Arte y utopía, no deja de ser una exposición tradicional, que invita al espectador a la contemplación en una relación íntima yo-tu con la obra de arte. No sé si esta era la intención del comisario, Jean-François Chevrier, pero para mí, el mensaje de la exposición es precisamente éste: la dimensión política del arte consiste en esta vertiente contemplativa que desde siempre aquel ha tenido. Aspecto que me sorprende, porque el MACBA, caracterizado por su posicionamiento político, ha ensayado otras fórmulas de interacción público-objeto estético que lo alejaban de un museo tradicional.

Según el programa de mano, la idea nuclear de la exposición del MACBA, es que "es posible que un arte sea poético y político al tiempo". Aspecto que también me sorprende porque hasta ahora, las prácticas artísticas comprometidas tendían a la información. Había un compromiso entre una vertiente informativa-acción y otra poético-contemplativa. A grandes rasgos, por arte político se entendía aquel que implicaba un acuerdo entre ambos polos, abriéndose una abanico muy amplio de posibilidades. Pero aquí creo que lo que se nos dice es que la poesía es en sí misma un acto político. Intuyo que detrás de este planteamiento existe aquella convicción según la cual la dimensión política está en la transgresión de las estructuras del lenguaje. Y a groso modo la exposición es un itinerario por el arte experimental desde el simbolismo -pasando por toda la vanguardia- hasta los setenta.

¡Pero que itinerario! Esta exposición es una maravilla. Es un recorrido por la poesía, no sólo porque, como se dice en el programa, se pase revista a los momentos clave de los intercambios entre poesía y arte en el siglo XX, sino porque la muestra en sí misma es pura poesía. Yo diría que una de las aportaciones de esta extensísima muestra (ocupa dos plantas enteras del museo) está en la sensibilidad del comisario que ha realizado una selección de piezas muy personal pero de una gran intensidad. La contribución está precisamente en el carácter subjetivo de su elección. Se trata de obras inéditas y poco conocidas, pero sobre todo inesperadas, que nos sorprenden y que se sitúan en un contexto de asociaciones diferente al habitual.

Ahora bien, se puede calificar de político este itinerario. En mi opinión, aunque el recorrido por el siglo XX que nos propone el MACBA no es en absoluto convencional, personalmente no veo una especial diferencia entre este museo y el Louvre o el Prado, por ejemplo. Claro que esta disposición del museo barcelonés rompe tópicos y propone otras lecturas del arte contemporáneo, pero no deja de ser un museo con sus peanas, vitrinas, etc., y no deja de proponer una relación con las obras como cualquier otro.

¡Pues claro que sí que posee una dimensión política, como la tienen el Louvre y el Prado! Y a este propósito quiero recordar algo que explicó Jaume Plensa en estas mismas páginas: "Si el arte posee un valor ético es el de mejorar nuestra calidad como personas. Me sorprende que se hable tan poco de belleza; un artista tiene la obligación de crear belleza. Después podemos discutir en qué consiste esta belleza, pero crearla es el punto de partida. Crear belleza significa hacernos mejores; es decir, el arte es un camino hacia el conocimiento y yo no conozco mejor camino que la belleza". Para mí el arte es una revolución del espíritu, aunque puede que esa convicción sea también el resultado de una desilusión, el fracaso de aquella idea de belleza o utopía que se proponía en la Fundación Joan Miró: la caída y el descrédito de la utopía social, nos hace refugiarnos en utopías individuales e intransferibles. Esta utopía restringida es un salvavidas personal, esto es otra belleza del fracaso.