¿Qué libro tiene entre manos?
El silencio de las mujeres, de Pat Barker, y La agonía de Francia, de Chaves Nogales.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Diversos motivos, a veces profundos y a veces circunstanciales: si no disfruto, si no aprendo, si no es el momento.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Montaigne, que escribió: “Conversar es más dulce que ninguna acción de nuestra vida”.
¿Recuerda la primera novela que leyó?
Huck Finn, de Mark Twain.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche?
Siempre que puedo leo en papel. Disfruto, por breve que sea, cualquier momento para leer. Y sigo fiel al ritual nocturno de la infancia: un libro entre mis manos, hasta que me vence el sueño.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambiara su manera de ver la vida.
La primera vez que me llevaron a una biblioteca y conocí la libertad de elegir mis lecturas.
Si tuviera ocasión de añadir un nuevo capítulo de El infinito... tras la pandemia, ¿a qué lo dedicaría?
Al Renacimiento, aquella extraordinaria respuesta a la peste negra.
Su libro recorre la prehistoria del libro, pero ¿tiene futuro? ¿Por qué, cómo justifica su optimismo?
El libro ha superado la prueba de los siglos sin que hayamos descubierto ningún artilugio mejor para cumplir su función, más allá de pequeños ajustes en sus materiales. Los historiadores y antropólogos nos recuerdan que, cuantos más años lleva un objeto entre nosotros, más porvenir tiene.
¿Qué tienen que ver la Biblioteca de Alejandría, Hernando de Colón e internet?
El hambre de conocimiento, la sed de totalidad.
¿Qué libro de la antigüedad le hubiera gustado escribir?
Las Historias de Heródoto. Cuando la gran mayoría de los griegos apenas salían de su aldea natal, Heródoto fue un viajero infatigable. Navegó, cabalgó, trabó conversación con muchas personas y visitó innumerables ciudades para poder escribir con amplitud de miras.
¿Qué nos recomendaría de todo lo que ha leído esta cuarentena?
Arenas movedizas, de Nella Larsen (Contraseña). Una obra maestra sobre el desarraigo, el mestizaje, el deseo y la búsqueda de certezas.
Antes de la pandemia iba a publicar un nuevo título. ¿Sabe ya que va a pasar con él?
Quedó pendiente un lanzamiento, El futuro recordado. Espero que el verano sea hospitalario con los libros atrapados en el limbo.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Sí, aunque, como decía el anciano Goya, aún aprendo.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Me encantan Remedios Varo o Kiki Smith. Cerca de casa, me fascinan artistas aragoneses como Víctor Mira, Jorge Gay, Lina Vila o Jorge Fuembuena.
¿Qué música escucha en casa?
Nick Cave, Bunbury, Vetusta Morla. Me emociona Silvia Pérez Cruz. Y jazz: Billie Holiday, John Coltrane.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Me ayuda a reflexionar y distanciarme de mis libros, un desgarro necesario.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta la vida en la calle, la cordialidad, la solidaridad familiar, nuestros idiomas y nuestra formidable tradición cultural. Agradezco a mi país la sanidad y la educación pública, y las becas que he disfrutado.
Déjenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Que no se orille a las humanidades. Sin su aportación, la ciencia y la tecnología avanzan a tientas. Juntas, han edificado lo mejor que tenemos.