Fermín Bocos contra el poder
El desenlace de 'Algo va mal', el salto al 'noir' del escritor, no es alentador, pero consigue hacer correr “ríos de tinta” sobre las malas artes del poder
6 abril, 2020 05:57Algo va mal
Fermín Bocos
Destino. Barcelona, 2020. 329 páginas. 17,95 €. Ebook: 8,45 €
Aunque esta última década el nombre (y la voz) de Fermín Bocos (1949) no suene ya como en los ochenta, no hay que olvidar que fue un referente en los medios de comunicación nacionales. No sobra el dato cuando su quinto libro elige el formato de la novela negra para enmascarar el mundo actual con una crónica que trae a escena a políticos, periodistas y empresarios. Que ese triunvirato alimenta las intrigas de nuestro tiempo, en lo que se refiere a la relación entre periodismo y política, es la tesis que sostiene, de ahí que el título exponga con un enunciado breve y rotundo lo que el argumento desarrolla: Algo va mal. Título tomado de un ensayo político del renombrado Tony Judt, según confiesa el autor cántabro.
Pero eso no es todo. A esta declaración de intenciones se suma la idea original de poner como cita de arranque las palabras de uno de sus personajes, Telmo Salcedo, dirigente, en la ficción, de un destacado partido político, alguien convencido de la decisiva influencia de los medios de comunicación en la opinión pública: “No me preocupa la sangre, me preocupaba la tinta”. Y ríos de tinta corren por la trama desde que la acción arranca con la noticia del asesinato de un magnate de la comunicación, director de uno de los periódicos españoles más influyentes, en Ámsterdam, donde iba asistir a una reunión del Club Bilderberg, al que pertenecen banqueros, financieros, políticos, empresarios de los medios de comunicación…
El desenlace no es alentador, pero consigue hacer correr “ríos de tinta” sobre las malas artes del poder
Algo lleva a pensar que el crimen se decidió en España, y el caso desborda al comisario de la Brigada Criminal Central de Madrid y al inspector a su servicio, dos personajes prometedores que no llegan a perfilarse por la complejidad y la diversidad de los cabos que el asunto ofrece. Diversidad que constituye también el atractivo de la novela, pues a este crimen sucederán otros sin aparente conexión, y al nudo tejido entre el periodismo sin escrúpulos con empresarios y políticos corruptos se suma el tráfico de obras de arte, la mafia rusa, la guerra de Iraq… No es menor la dimensión del escenario que acoge tal complejidad, que extiende sus hilos de España a Berlín (por un turbio asunto vinculado a la historia de la Stasi), Holanda, París, Estados Unidos…
Trama ambiciosa que cuenta con un narrador omnisciente, atento al detalle para dosificar la información relativa a la identidad de sus numerosos personajes, estrategia que aporta credibilidad al conjunto. Esto sin olvidar el manejo de tiempos que exige una acción con diversos planos: la duración de la investigación, alrededor de tres semanas de 2003, y los motivos ocultos de todo lo que incide en la intriga, que alcanza a épocas anteriores. Un minucioso entramado que puede despistar de su núcleo en algún momento, pero sabe recuperarse y conducirnos hacia la imposibilidad de un final que permita confiar en el papel reparador de la justicia (ni siquiera poética). No es alentador, pero concuerda con el propósito de hacer correr “ríos de tinta” sobre las malas artes del poder.