Marta Espinós: "Disfruto los conciertos que cuentan historias"
Marta Espinós (Jávea, 1979) es una pianista que abarca diferentes corrientes y estéticas de la música. Su repertorio abarca desde el siglo XVII hasta la actualidad, pero más allá de la amplitud de su inventario musical, la peculiaridad de esta artista es que configura conciertos con una temática específica y un hilo argumental. Este es el caso de Piano Místico, concierto integrado en el Festival Internacional de Arte Sacro, que pretende sugerir una metáfora sonora contemporánea del camino espiritual. Para ilustrarlo, la intérprete ha elegido obras de compositores de autores del siglo XX y XXI como Olivier Messiaen y Ernst Bloch, algunos más clásicos como Federico Mompou y Joaquín Rodrigo, y otros plenamente contemporáneos como Jesús Torres, Miguel Bustamante y Marvin Camacho. "Lo que me importa es que el programa te cuente una historia y tenga un argumento. Con esa premisa toco obras de todas las épocas".
Pregunta.- ¿Qué vamos a escuchar en Piano Místico? ¿Qué ofrece el concierto?
Respuesta.- El concierto explora el misticismo en el repertorio del siglo XX y XXI. El programa está pensado para ser una metáfora del camino espiritual con sus luces y sus sombras. Por una parte tenemos obras de naturaleza muy sosegada y meditativa, muy contemplativa; y luego tenemos los obstáculos que hay en todo camino, que en el espiritual son las tentaciones, por lo que he seleccionado unas cuantas obras inspiradas en el demonio o en lo infernal, de tema diabólico. Por tanto es un programa muy contrastante, muy extremo, muy contemplativo y a la vez muy desasosegante.
P.- ¿Esta música del siglo XX, por ser más desconocida, es menos valorada en general?
R.- Ocurre un poco como con el arte contemporáneo, que también es muy minoritario, aunque con la música es un poco más acusado. Nos cuesta mucho escuchar música contemporánea. Por eso me parece fundamental mi labor de comentar los conciertos, de explicar las obras y dar las pistas necesarias para que el que está escuchando sepa de qué va a tratar lo que va a escuchar. Es algo que te acerca mucho y te ayuda a entender, aunque sea música contemporánea escrita recientemente, por muy extraña que te pueda parecer, si alguien te explica brevemente antes cuatro claves, la vas a disfrutar muchísimo más y esto lo hace mucho más accesible para todos los públicos.
P.- ¿Existe realmente esa necesidad de educar a los oyentes? ¿Hay ciertos aspectos de la música clásica que no llegan a un público amplio?
R.- Exacto. Se trata de un problema que tenemos en este país y es principalmente educativo. Creo que el músico también tiene un poquito de responsabilidad y por eso hay que huir de sacralizaciones y ofrecérselo en bandeja al público. A mí me gusta mucho este formato de concierto comentado porque es muy divulgativo y gusta mucho al público. Y le gusta todavía más si encima piensas un programa temático. Yo he hecho programas sobre el humor en la música, por ejemplo, o de temática macabra para el Día de Difuntos. Todo esto va implicando a la gente, aunque uno no sea muy melómano de música clásica. Son estrategias que hay que ir cultivando cada vez más para acercar al público.
P.- Usted cree que si la gente descubre la música clásica, aunque sea a través de estos espectáculos más mixtos, después el interés evoluciona?
R.- Se dice que tú no puedes amar aquello que no conoces y si no te expones a cierta música nunca la vas a poder amar. Si se te presenta de una manera interesante y se te dan las pistas básicas, va a ser mucho más fácil que luego te sigas interesando. No quiere decir que quien vaya a un concierto comentado acabe comprándose un abono en el auditorio nacional, ojalá, pero por lo menos sí que se va abriendo un camino lento pero seguro hacia un acercamiento a la música clásica. Además es importante que vaya dejando poco a poco de ser tan elitista, ya es hora de romper esos estereotipos.
P.- Los intérpretes sois educados en un repertorio muy clásico y hay muchos reticentes a la música contemporánea, ¿cómo se adapta uno al repertorio actual?
R.- Es cierto, la música contemporánea no sólo asusta al público sino también a algunos intérpretes. Te voy a contar mi experiencia: yo no había tocado prácticamente música contemporánea hasta el año pasado cuando estrené este concierto de Piano Místico. Me pareció una buena estrategia para que no fuera 100% contemporáneo, y decidí alternar tres obras de compositores vivos con un lenguaje actual, atonal y abstracto, con obras de compositores de principios del siglo XX como Federico Mompou o Joaquín Rodrigo, que son mucho más asequibles para el oído no acostumbrando porque todavía no son tan radicales. Como intérprete no me lance a un programa íntegro de música contemporánea porque es muy difícil de aprender y de tocar y el público a lo mejor no lo disfruta tanto. Aunque personalmente disfruto cada vez más de las obras contemporáneas. Me encanta poder tener la experiencia de conocer al compositor y hablar con él, de que me vaya guiando y que venga a escucharme en concierto. Eso es muy gratificante.
P.-Comenzó a formarse en España, pero prosiguió sus estudios en el extranjero. ¿Es necesario emigrar para tener la mejor educación?
R.- Aquí cada vez tenemos un profesorado mejor, impecablemente preparado y muy competente. Yo me fui a Estados Unidos a trabajar, no con ningún extranjero, sino con un bilbaíno como Joaquín Achúcarro que lleva 25 años en Dallas dando clase. ¿Es necesario? Depende de con quién quieras estudiar. Aquí hay profesores estupendos pero si te interesa una persona determinada y ésta está en el extranjero te tienes que ir. Ojalá hubiéramos tenido aquí la oportunidad de estudiar con un maestro como él, que es nuestro pianista más internacional, pero en España somos como somos.
P.- Es codirectora artística de Lo otro, un proyecto en el que crea conciertos específicos para acompañar exposiciones, ¿en qué consiste exactamente?
R.- Es un comisariado musical, que se refiere a diseñar y organizar conciertos que tengan que ver con una temática concreta, por ejemplo, de una exposición de arte. Lo que se hace es pensar los programas y decidir qué música se va a vincular con esa exposición determinada. Por ejemplo, confeccioné un concierto para una exposición en el Museo Sorolla en la que explicaba y trataba de ilustrar musicalmente el mundo de Sorolla y las características de su pintura. La clave es encontrar una música que tienda puentes conectores entre el arte plástico y la música.
P.- ¿Para tratar de relacionar ambas disciplinas y potenciarlas?
R.- Exacto. No se trata de programar música porque sí, sino de hallar una justificación y un argumento. Si tú vas y te explican una serie de obras en relación a Joaquín Sorolla, del que tú tienes un referente visual, es muy enriquecedor que de repente te expliquen una obra de Joaquín Turina o Federico Mompou relacionada con algo que estás experimentando visualmente. Así se complementa esa experiencia estética con una música. La clave es leer conjuntamente la conexión, entender. El disfrute estético está muy bien, pero si además te explican las conexiones y los puntos comunes alcanzas un nivel de comprensión más profundo y completo y aprecias mejor tanto la música como el cuadro.
P.- Después de este Piano Místico, ¿tiene algún proyecto de este sentido en mente?
R.- Pues sí, un trabajo importante. Con motivo del 400 Aniversario de Cervantes he creado un proyecto, que en este caso sí es 100% contemporáneo. He encargado a los compositores actuales Tomás Marco, Benet Casablancas, Mercedes Zabala y Carlos Cruz de Castro que me compongan una obra para piano inspirada en Cervantes. Las piezas se estrenarán en un concierto que ofreceré en la Biblioteca Nacional el 22 de abril, día de la muerte de Cervantes. Además también tocaré dos obras ya existentes pero también inspiradas en Cervantes de Manuel Angulo y José Zárate.