¿Por qué Louie es mi serie favorita?
–Porque es una sitcom.
–Porque no es una sitcom.
–Porque produce, escribe, protagoniza, dirige y edita la serie. Y por eso hace lo que le da la gana, como le da gana y cuando le da la gana.
–Porque la tercera temporada parecía insuperable, una cima, un listón que ya no se puede rebasar. Consecuentemente Louis C.K. decidió tomarse un respiro. Casi dos años después ha regresado con una cuarta temporada que es un monumento a la autosuperación creativa.
–Porque la cuarta temporada de Louie es lo más revolucionario que hemos visto y que veremos en televisión en mucho tiempo.
–Porque es la respuesta más cuerda y honesta y madura y absurda a la Nueva Comedia Americana comandada por Judd Apatow. Louis C. K se ha ido alejando de Apatow en aquello que los hacía comunes (Funny People) y Apatow se ha ido acercando cada vez más a Louie en su devastador retrato de la crisis de los cuarenta (This is 40).
–Porque su humor es zafio, grosero, vulgar, grotesco, falocentrista.
–Porque su humor es lúcido, conmovedor, inesperado, físico, tierno.
–Porque su sueño americano sí nos conmueve. Lo hizo en el bloque de tres episodios Late Night (3a temporada), donde le gritó “Fuck You!” a su antiguo jefe, David Letterman. Ahora ese sueño toma otras formas más íntimas, a veces más dramáticas, siempre inesperadas.
–Porque la comedia es miseria.
–Porque el sexo también es miseria.
–Por su miedo fóbico a la vagina.
–Porque no existe serie más radicalmente innovadora en un formato tan tradicional. Louis C. K. definía así cómo en esta cuarta temporada definitivamente ha destrozado cualquier tipo de corsé estructural: “Los tres primeros episodios son bastante típicos respecto a temporadas pasadas, episodios autónomos. Pero los siguientes seis capítulos están todos conectados por una sola historia. Luego tenemos una historia en tres partes y otra historia en dos partes. Así que hay muchas partes. Sí.”
–Por Pamela Adlon. (Y su regreso)
–Por todas las mad women a las que Louie ha deseado a lo largo de la serie, y los retratos de locura que nos han regalado.
–Porque es un creador confesional, que extiende el manto de su vida sobre la pantalla y asume el riesgo de que todo se vuelva tan personal que pierda la perspectiva dramática. Louis C. K. entiende que esas tensiones definen su serie.
–Por la alusión directa a Jim Jarmusch vía el personaje de Amaia, inmigrante húngara interpretada por Eszter Balint, evocando su papel en Extraños en el paraíso, hace treinta años.
–Por la serie de seis episodios The Elevator, donde reescribe las reglas de la televisión para contarnos el romance entre dos amantes que no hablan el mismo idioma.
–Porque las digresiones no abren huecos en la narración. Son la narración.
–Porque se habló mucho del plano secuencia de seis minutos de True Detective, pero en cada capítulo de Louie de temporada encontramos tomas aún más largas, menos exhibicionistas, que fluyen orgánicas y naturales: la conversación en el 4.3 vadeando el río Hudson. Pura verdad, pura vida, pura magia.
–Porque al fin nos explica (y no nos convence) por qué sus hijas son tan rubias y su ex mujer, madre de las niñas, tan negra. (Bueno, se lo explica a Pamela, que tampoco queda muy convencida)
–Porque en la serie la identidad se torna mutante, espectral, con personajes desdoblados o suplantados o directamente inverosímiles, la desaparición de identidades que conservan su centro pero emiten contornos borrosos.
–Por los alucinantes flashback a sus traumas de infancia y los sarpullidos de la adolescencia. En la 4ª temporada, emprende una fuga en dos partes a la experiencia juvenil de Louie con un dealer de marihuana.
–Porque las fricciones entre el sonido y la imagen se empapan de sentido, de un humor que nace en la palabra tumultuosa y acaba en el silencio de unas secuencias completamente mudas.
–Por el capítulo Model (4.2), una obra maestra absoluta. Por el plano final del episodio. Magullado y perplejo, aún esboza una sonrisa a cámara: el espíritu y la poesía de Louie en estado puro.
–Por Charles Grodin y su inolvidable personaje en la cuarta temporada, el Dr. Bigelow. Vecino, médico, filósofo, terapeuta, consultor sentimental. En cierto modo, el oráculo de Louie.
–Porque es un auténtico humanista, tal y como lo define Kurt Vonnegut: “Ser un humanista significa tratar de comportarse con decencia sin esperar recompensas o castigo cuando mueras”.
–Porque empezó en Seinfeld, recorrió John Cassavetes, Woody Allen, John Waters y terminó en David Lynch. ¿Qué hacer después de ese recorrido? Ser simplemente Louis C. K.
–Por los momentos de Jane tocando el violín. En el 4.6, (Elevator: Part 3) Ursula Parker y Eszter Balint intepretan un dúo de cuerdas en el rellano de la escalera que se convierte en el momento más mágico de la teleficción de este año.
–Porque es un diario, un autorretrato del hombre que se desafía a sí mismo día tras día: como padre, como artista y como individuo que adquiere una cristalina conciencia de la muerte. A esa espiral parecen abocadas las criaturas más memorables de la teleficción: ponerse a prueba sin interrupción.
–Por la estrucutra dual de los episodios: el espectador debe recomponer (y desbloquear) las dos partes bien diferenciadas, que se alimentan de contrastes, de rimar y hacer convivir lo bello y lo siniestro, de estructuras asimétricas y versos libres.
–Porque en una sola escena puede reciclar lo banal en lo épico, lo incómodo en lo romántico, y encontrar la belleza en el absurdo. Por ejemplo, el impresionante 4.9 (Elevator: Part 6): de la tormenta apocalíptica al apocalipsis de una carta húngara. Los rostros del héroe.
–Porque es un cineasta: la forma es siempre el contenido.
–Porque más allá de dragones y mafias y zombis y espías, Louie es la serie que nos sintoniza con la verdadera angustia ambiental y cotidiana de nuestros tiempos.
–Porque como dijo Christopher Vogler de los hérores de la comedia, Louis C. K. es un embaucador que subvierte el status quo y consigue que nos riamos de nosotros mismos.
–Porque es un flaneur de Manhattan que destila la idea de que la realidad siempre acaba destrozando las expectativas, pero al mismo tiempo encuentra el modo de restituir esa realidad decepcionante, de esquivarla, de hacerla a su medida. Un optimista.
–Porque podría seguir horas y horas aportando razones.
–Porque es la obra de un hombre honesto que se desnuda por dentro y por fuera. La imagen final del último episodio (4.14) es un baño de integridad:
–Porque es el gran masturbador de la pequeña pantalla.