Boris Vian y la desenfrenada irreflexión de crear
Pocos artistas han desarrollado una labor creativa más variada e intensa que la del francés Boris Vian (1920-1959). Convertido en autor de culto, la novela gráfica Piscina Molitor. La vida swing de Boris Vian recupera para nosotros los hechos más señalados de su trayectoria vital y artística. Fiestero reconocido, sus casi cuarenta años de existencia le dieron para mucho: periodista, poeta, pintor, trompetista, compositor de óperas, inventor, viajero, guionista, dramaturgo, novelista... Visto desde de nuestro día a día produce vértigo.
El escándalo formó parte de sus propuestas, vinculadas a la bohemia parisina, contagiadas de existencialismo, plenas de juventud y provocación. Absurdas, delicadas, surrealistas. El éxito de unas contrastaba con el fracaso de otras, sin desenfocar a Monseiur Vian de su compromiso creador.
La propuesta de este cómic conecta rápido con el ánimo del lector. Nos habla de su infancia feliz, de sus amigos, de sus retos, del entorno intelectual del momento, componiendo el puzle que enmarca a este hombre iconoclasta y valiente que los años han convertido en leyenda. Pero también nos muestra la enfermedad que carcomía sus pulmones y que no le impidió saborear el jazz que salía de sus labios. Quizá por eso fuera la música su pasión última, por la que sacrificó hasta su precaria salud.
Visualmente encontramos páginas impactantes, a veces tiernas, a veces enérgicas, siempre elegantes. El dibujo resulta sugerente gracias a viñetas que se llenan de un colorido poderoso y rítmico. Y es que hay algo musical en esta novela gráfica, que lleva a leerla de un tirón, como si de una canción de la radio se tratase, que te atrapa con los primeros compases y te lleva a escucharla hasta el final. Sólo que aquí se conoce el final: el protagonista muere. Pero también sabemos que sigue vivo en sus obras.