Fiorella Faltoyano: "Si no me quieren me voy, no lloro y ahora mismo me estoy yendo"
La actiz ha publicado sus memorias, 'Aprobé en septiembre. Memorias de una conocida actriz y de una desconocida mujer', donde repasa su vida tanto profesional como personal
18 febrero, 2014 01:00Hay libros y memorias que no nacen con la idea preconcebida de ser vendidos. A veces, tan solo se gestan, inicialmente, como un hechizo personal, una manera de poder poner una vida interna en orden, de sentirse cerca de las personas que se han ido. Pero una vez escritos y publicados, su dimensión cambia, la aventura de esa vida particular puede convertirse en interesante, en algo entretenido. Esto es lo que ocurre con Aprobé en septiembre. Memorias de una conocida actriz y de una desconocida mujer de Fiorella Faltoyano (Madrid, 1950), en el que la actriz repasa su niñez, su carrera y su vida sentimental y más personal. Una vez en las librerías, aunque el libro no esté concebido para el público el deseo último es que, por lo menos, "a la gente le pueda hacer gracia, le pueda emocionar y se entretenga". Pregunta.- ¿De dónde surge la idea y necesidad de escribir sus memorias? Respuesta.- La verdad es que un día, a raíz de unos acontecimientos muy importantes personales, desde pérdidas de personas que quería mucho hasta capítulos que se cerraban y estaban pendientes tuve la necesidad de escribirlas para mí misma. Recordar mi vida y, quizá, para volver a encontrarme cerca de todas esas personas que se han ido. P.- El título, Aprobé en septiembre, ¿es un homenaje a la película Asignatura pendiente de Garci o para usted misma? R.- Es más personal. En el septiembre de mi vida he aprobado muchas asignaturas. Y a la vez es un juego de palabras con la película. Durante 30 años me preguntaban sobre eso, sobre las asignaturas pendientes y que parece es una pregunta que todo el mundo hace, la asignatura pendiente de la política, de la economía, etc. Ha sido una manera de contestar a esa pregunta que tantas veces me han hecho. P.- ¿Qué supuso en su carrera rodar con José Luis Garci, Mario Camus o participar en La colmena? R.- Me ayudaron mucho en mi carrera y fue un placer para mí. Garci me abrió las puertas del cine al que hasta entonces no había accedido. Y participar en la película La colmena es extraordinario, es una de las mejores películas del cine español y con un reparto extraordinario así que era una honor. P.- En el libro comenta que siempre le han dado papeles de señoritas y señoras, nunca de campesinas y que tenía un gran amor por el campo. Rescata una anécdota en la que en la casa de Galicia iba a la huerta y se convertía en la directora de las berzas. ¿Le hubiera gustado tener algún papel de campesina? R.- Sí {ríe}, en esta historia no hay fabulación, le decía a mi editora que no tengo imaginación para crear estas cosas. De pequeña era solitaria y en Galicia estaba sola así que tenía que inventarme juegos. Me da rabia que no me hayan dado papeles de campesina porque soy muy rústica, me he criado con vacas. Estoy harta de hacer esos papeles, pero entiendo que el físico te condiciona y para los directores es más fácil que te den un personaje que te queda bien, lo repiten y no arriesgan. P.- Cuenta, también, que la vetaron en TVE. ¿Qué supuso eso para usted? R.- Fue tremendo. Imagínate una persona que está empezando y estaba trabajando con asiduidad en la televisión y pasaban los meses y no me llamaban. Te asustas, y era una injustita porque era una vendetta personal de alguien. Pero lo resolví bravamente. P.- El rodaje de Cristóbal Colon, de oficio descubridor fue un reto, no? R.- Por muchas razones. Era un tipo de cine que no había hecho nunca, la comedia loca. El guion me encantaba, me reí mucho porque me recordaba a los Monty Phyton. A la vez, nunca había trabajado con Mariano Ozores, no nos conocíamos y es duro. Luego en seguida detecté que yo no le gustaba, que no era para él la actriz adecuada para ese papel. Era una decisión del productor y todo eso me pone nerviosa pero luego salió adelante y cuando la película es un éxito de taquilla todo lo demás se olvida. P.- Imagino que cuando descubriste que tu padre no era tu padre, fue un golpe duro. ¿Contar esa historia le libera, en cierto modo? R.- Absolutamente. Durante años y años he vivido con un fardo de mentira, como de ocultación y de vergüenza. Es algo tonto porque no soy la primera ni la última en vivir algo así, pero me ha condicionado mucho, no me sentía normal, no sentía que mi familia fuera normal, que mi vida fuera normal. Durante años me ha pesado mucho. Cuando empecé a aceptar y a resolver mis problemas sentí liberación y al contarlo también. P.- Ha sido una de las caras de la Transición. Profesionalmente, ¿le queda algo por hacer? ¿Algún papel que interpretar? ¿Alguno que se arrepienta de haber declinado? R.- Que me arrepienta de no haber aceptado no, porque cuando he declinado era por algo. Quedan muchísimas cosas por hacer pero no estoy segura de que me los ofrezcan ni de si los haría. Estoy decepcionada con la sensación de que a partir de un momento dejan de contar contigo. Para mí es como en el amor, si no me quieren me voy pero no lloro. Y ahora mismo me estoy yendo. No me ofrecen papeles interesantes, de los otros sí.