Christophe Farnarier

Christophe Farnarier.

El director estrena nueva película, 'La primavera', en la que retrata el mundo del campo y el cambio que ha sufrido

Nacido en Marsella, Christophe Farnarier (1963) se dio a conocer como director de fotografía de la primera película de Albert Serra, Honor de cavallería. Debutó como director en 2008 con El somni, en la que acompañaba a un pastor en su último viaje de transhumancia por los pirineos. En su nuevo filme, La primavera, retrata a una mujer de campo en el Ripollés en su quehacer diario al tiempo que las transformaciones y el paisaje que la rodea. Es una película bellamente rodada según es su costumbre en la que podemos recrearnos en la belleza de la naturaleza y rescatar un tipo de vida relacionado con los tiempos y el ciclo de la vida. En un mundo de emociones rápidas y sencillas, las películas de Farnarier deberían ser obligatorias.

Pregunta.- La naturaleza es la gran protagonista de sus dos películas.
Respuesta.- Hay una parte que me atrae mucho y tengo la suerte de filmar en el bosque, no es un parque. Es una cosa muy sensual, muy orgánica y muy potente. Tiene que ver con la tradición de la foto de paisaje pero con la voluntad de integrarlo en la narrativa de la historia. Si en El somni veíamos el espacio exterior, aquí la masía adquiere un gran protagonismo como lugar que vamos descubriendo con los usos que le va dando la protagonista. La masía es un lugar arquitectónico muy interesante cinematográficamente.

P.- ¿Observa la naturaleza desde un punto de vista orgánico como ha señalado o también metafísico?
R.- Desde luego hay un componente metafísico. Siento una gran admiración por Tarkovski, sus travellings en la naturaleza, su atención a los detalles generan momentos muy impactantes. Lo que vemos es el círculo que une lo mineral, lo vegetal, animal y la mujer. El protagonismo entre ella y su entorno de la naturaleza.

P.- Es una vida dura la suya, la vemos todo el día trabajando.
R.- Hay gente que me dice ¡ostras, parece muy infeliz! Otra gente sin embargo la envidia. Eso queda como un misterio porque en realidad hay un poco de las dos cosas. Yo la veo como alguien que ha escogido un tipo de vida y hace lo que quiere y tiene la suerte de que su hijo quiera seguir. Hay que tener en cuenta su papel dentro de la familia, que como todas es una pequeña empresa. Ella es la 'jove' (la nuera) y ese es un papel difícil, tiene que demostrar lo que vale. Vemos un modelo social antiguo.

P.- Es un filme de tempo sosegado que parece reivindicar un tipo de vida que va contra la rapidez de los tiempos actuales.
R.- Intento no caer en ese ir contra los tiempos. En realidad, lo que vemos ha sido lo normal para el ser humano durante muchos siglos, los móviles hace 15 años que existen, lo de ahora es lo que no es normal. Este tipo de vida es mucho más real, existe un flujo entre la vida y la muerte muy potente. Es un tipo de vida en la que el tiempo manda. Soy muy fan de Erice y él dice que el cine está capacitado para reflejar el paso del tiempo y aquí lo intentamos.

P.- Los vemos hablar, pero raramente oímos lo que dicen con claridad.
R.- Es lo contrario a un talk show donde sale alguien hablando media hora pero no sabes nada de esa persona, aquí no hablan pero sabemos mucho más sobre ellos. Esas conversaciones son un elemento más, su sentido es cómo están habladas, se unen a otras como el sonido de la televisión para crear lo más importante que es una atmósfera. Es una película de gestos.

P.- ¿El mundo actual le ha dado la espalda al campo?
R.- No le ha dado la espalda, le ha dado una hostia. Supongo que acabaremos volviendo porque alguna cosa hay que poner en los supermercados. Me interesaba reflejar un tipo de vida en el que vemos el ciclo completo, plantar algo, verlo crecer y comérselo, no tiene nada que ver con comprarlo en un súper. Lo mismo pasa con los animales. Esa relación de la comida con un proceso de tiempo que requiere trabajo, esa idea del sembrar, una actividad que revolucionó la historia de la humanidad, casi como un ballet...