Juan Manuel Cañizares
Trabajo con amor y arte, no por amor al arte
29 abril, 2011 02:00Juan Manuel Cañizares, por Gusi Bejer.
La Filarmónica de Berlín de Simon Rattle ha elegido a Joaquín Rodrigo para su tradicional Concierto de Europa, que se celebra este domingo en el Teatro Real de Madrid. El guitarrista Juan Manuel Cañizares (Sabadell, 1966) subrayará con su guitarra "las partes más flamencas y andaluzas" del Concierto de Aranjuez, que será retransmitido en directo a 500 millones de espectadores.
PREGUNTA: A los 6 años su padre le regala una guitarra. ¿Qué pasa después?
RESPUESTA: Pasa que esa guitarra se convierte en la forma de expresar mis emociones. Como en la vida, uno empieza marcando los ritmos y aprendiéndose algunos acordes para luego enredarse en la complejidad de los trastes.
P: ¿Cómo se cruza Paco de Lucía en su carrera?
R: Más bien fui yo el que me crucé descaradamente en la suya. Con 13 años, mi padre y mi hermano, que era también mi profesor, me colaron en su camerino después de un concierto en Barcelona.
P: Y, mientras usted tocaba, él le cogía la matrícula...
R: (Risas) Le dijo a mi padre que lo que había escuchado era una maravilla. Pero yo no supe nada hasta diez años después, cuando sonó el teléfono.
P: Y así su repertorio se ha movido entre dos aguas, el flamenco y la música clásica.
R: La curiosidad es un pasaporte que te abre las puertas del mundo y te llena de sitios, de estilos y experiencias. Yo soy, ante todo, flamenco. Es mi lenguaje natural, lo que escuché en casa de niño y el idioma de la gente del sur. Es un sentimiento que no se puede explicar con palabras. Sería como vivir París asomado a una postal.
P: No todos los flamencos han pasado por el conservatorio como usted. ¿Faltan "licenciados" en el gremio?
R: Algo de solfeo falta, para qué negarlo. De los 500 años de armonía, los flamencos hemos desgajado cuatro acordes y los hemos adaptado a nuestro estilo, pudiendo haberlo llevado por otros muchos cauces.
P: ¿Lo nota en sus alumnos de la ESMUC?
R: El problema de meter el flamenco en las aulas es que el cante y el toque no pueden disociarse del baile. Es un ecosistema en equilibrio. De nada sirve una cátedra de flamencología si no se contempla el sonido en movimiento.
P: Ahora la UNESCO ha reconocido el flamenco como Patrimonio Inma- terial de la Humanidad.
R: Eso está muy bien, aunque el reconocimiento llega con retraso. Hace mucho tiempo que el flamenco viaja por el mundo.
P: Paco de Lucía, que no conoció conservatorio, se aprendió el Concierto de Aranjuez de memoria...
R: El Concierto de Rodrigo lo memorizamos todos porque no hay un segundo para separar las manos del instrumento.
P: La grabación de Paco de Lucía de 1991 levantó algunas ampollas...
R: Hubo, a mi juicio, comentarios un tanto irreverentes. Pero hoy los tiempos han cambiado. La gente es mucho más abierta e integradora.
P: ¿Cuáles son sus grabaciones de referencia?
R: Tengo de todo. Desde las de Julian Bream o John Williams a las de Ángel Romero o José María Gallardo del Rey. Cada uno con su personalidad, pero todos aportando cosas buenas.
P: ¿Cómo han ido los ensayos con Simon Rattle y los filarmónicos berlineses?
R: Una maravilla. Se respira un ambiente de humanidad que te sobrecoge.
P: ¿Cree que está la guitarra española infravalorada?
R: Lo está, pero no el mundo, sino en España. En Alemania, en Japón o en Estados Unidos existen circuitos de guitarra flamenca que aquí no tenemos.
P: ¿Cuántas soleás, tanguillos y bulerías hay en su Iberia de Albéniz?
R: A borbotones. A veces se nos olvida la importancia que ha tenido el flamenco en la música de Albéniz, Falla, Turina, Granados, Rodrigo...
P: Tardó tres años en traducir la partitura. ¿Qué porcentaje de autoría le pertenece?
R: La partitura es una bella durmiente y yo soy su príncipe azul. Todo consiste en despertarla con cuidado.
P: Y a usted, ¿le quitan el sueño los derechos de autor?
R: No me quitan el sueño, pero tengo claro que trabajo con amor y arte y no por amor al arte. Un matiz importante.
P: Su último disco, Cuerdas del alma, viene con prospecto...
R: Sí, porque es un estudio de las emociones profundas. Me ha llevado su tiempo, pero como decía el ajedrecista Bobby Fischer, conozco pocas cosas, pero las que conozco las conozco a fondo.