Alicia y el país de las catástrofes
1. La industria mundial lleva varias semanas a la greña a costa de Alicia en el país de las maravillas, adaptación en 3D que ha realizado Tim Burton. Ha habido dos motivos de conflicto. Lo menos grave ha sido que algunos exhibidores clamaban por la prontitud con que se estrenaba, mientras Avatar seguía arrasando. Aunque el número de salas con tecnología estereoscópica aumenta de semana en semana, sigue habiendo un número limitado de cines dispuestos para ello. El segundo motivo, y más grave, es que Disney ha anunciado que lanza el DVD en tres meses y no cuatro, como es habitual, rompiendo de esta manera el acuerdo habitual por el que hay un período de margen para que las salas reafirmen su predominio.
Se dan muchas paradojas a la hora de analizar esta situación. Por una parte, es curioso que mientras películas como Alicia (que ha recaudado 275 millones de dólares en tres semanas escasas) estén devolviendo a los exhibidores un lugar de privilegio que el home cinema y demás atilugios domésticos estaban finiquitando; por la otra, la ansiedad de Hollywood ante un formato que está llegando a su fin, el DVD, y de cuyo cadáver quieren robar los últimos tesoros escondidos. Para empezar, si Alicia está arrasando es en gran parte gracias al 3D donde, además, las entradas son más caras. Y, de momento, los televisores no están preparados para emitir en este formato.
Para seguir, no sé si tiene sentido que cada vez las casas sean más pequeñas y, al mismo tiempo, exista este ansia por llenarnos constantemente de objetos. Me he pasado semanas digitalizando mis cedés y ha sido un verdadero alivio quitármelos de encima. Hace unos años, Steven Soderbergh, estrenó su rarísima Bubble en internet y salas al mismo tiempo. Le llamaron loco y lo acusaron de traicionar a la industria que le da de comer. Pero tenía razón. La gente tiene derecho a ver una película como le da la gana desde el primer momento y hay algo dictatorial y perversamente comercial en dictar a la gente cuándo y cómo tiene que ver una película.
Mucho me temo que en un futuro muy, muy próximo vamos a ver la desaparición del DVD y su inevitable mejora, el blue-ray, porque no tiene ningún sentido llenarnos la casa de cacharros y más cacharros mientras, además, nos siguen vendiendo pisos pequeños por una fortuna.
Seguirán existiendo con toda seguridad ediciones especiales y conmemorativas y veremos que se mantiene en formato de lujo, los distribuidores deberán romperse la cabeza para crear objetos que verdaderamente valgan la pena, pero lo lógico y normal serán televisores conectados a internet con videoclub instantáneo (y gigantesco, podremos acceder a prácticamente todo desde cualquier lugar del mundo, se acabaron las ciudades como únicos centros de acceso a una vasta oferta cultural) o compra on line.
Me pregunto, eso sí, qué será de tiendas como el FNAC o incluso las librerías (con el ebook otro tanto), por las que resulta tan agardadable pasear y le dan vida a los centros urbanos. Estamos a dos minutos del cambio con mayúsculas. Es cuestión de no ponerle puertas al campo pero también, de vigilar muy estrechamente lo que sucede porque el nuevo paradigma cultural está lleno de oportunidades, pero también de peligros. Continuará.
2. Para muchos afortunados, hoy comienzan las vacaciones de Semana Santa, una época en la que gente va mucho al cine. Y estas vacaciones destacan por el mucho buen cine en la cartelera. Gracias en parte a Cannes del año pasado, 2010 está siendo un año mucho más interesante y dinámico en cuanto a estrenos se refiere: coinciden en cartel varias, muchas, películas de enorme interés. Por ejemplo, Un profeta, de Jacques Audiard, un thriller carcelario majestuoso que además de ofrecer un gran espectáculo es un agudo comentario social; o An Education, un drama de iniciación de una jovencita inglesa enamorada de un tunante mucho mayor que invita a la reflexión y conmueve; o El escritor, que Roman Polanski acaba de estrenar y que es una de sus mejores películas, como lo es la israelí Ajami, una mirada fresca y profunda sobre un país de perpetua actualidad y muy mal conocido. Y Tom Ford firma una película hipnótica y bella en Un hombre soltero, un drama que a ratos alcanza profundidades abisales, mientras sigue en cartel la extraordinaria La cinta blanca o la vitriólica In the Loop.
Quienes no hayan visto En tierra hostil, sometida a una violenta polémica a cuenta de su supuesto y exacerbado proamericanismo, deberían aunque sólo sea porque está haciendo correr ríos de tinta y desde luego no deja indiferente. También a cuenta de la guerra de Iraq, Green Zone es un robusto thriller algo excesivamente "hollywoodiense" pero muy estimable, con Matt Damon como protagonista. Y aunque no ha gustado mucho Brothers, a mí sí me dio que pensar y me gustó mucho, a ratos, la película (que ciertamente peca de cierta blandenguería al uso). En cualquier caso, es de celebrar que el cine demuestre en las salas una efervescente calidad.
Se dan muchas paradojas a la hora de analizar esta situación. Por una parte, es curioso que mientras películas como Alicia (que ha recaudado 275 millones de dólares en tres semanas escasas) estén devolviendo a los exhibidores un lugar de privilegio que el home cinema y demás atilugios domésticos estaban finiquitando; por la otra, la ansiedad de Hollywood ante un formato que está llegando a su fin, el DVD, y de cuyo cadáver quieren robar los últimos tesoros escondidos. Para empezar, si Alicia está arrasando es en gran parte gracias al 3D donde, además, las entradas son más caras. Y, de momento, los televisores no están preparados para emitir en este formato.
Para seguir, no sé si tiene sentido que cada vez las casas sean más pequeñas y, al mismo tiempo, exista este ansia por llenarnos constantemente de objetos. Me he pasado semanas digitalizando mis cedés y ha sido un verdadero alivio quitármelos de encima. Hace unos años, Steven Soderbergh, estrenó su rarísima Bubble en internet y salas al mismo tiempo. Le llamaron loco y lo acusaron de traicionar a la industria que le da de comer. Pero tenía razón. La gente tiene derecho a ver una película como le da la gana desde el primer momento y hay algo dictatorial y perversamente comercial en dictar a la gente cuándo y cómo tiene que ver una película.
Mucho me temo que en un futuro muy, muy próximo vamos a ver la desaparición del DVD y su inevitable mejora, el blue-ray, porque no tiene ningún sentido llenarnos la casa de cacharros y más cacharros mientras, además, nos siguen vendiendo pisos pequeños por una fortuna.
Seguirán existiendo con toda seguridad ediciones especiales y conmemorativas y veremos que se mantiene en formato de lujo, los distribuidores deberán romperse la cabeza para crear objetos que verdaderamente valgan la pena, pero lo lógico y normal serán televisores conectados a internet con videoclub instantáneo (y gigantesco, podremos acceder a prácticamente todo desde cualquier lugar del mundo, se acabaron las ciudades como únicos centros de acceso a una vasta oferta cultural) o compra on line.
Me pregunto, eso sí, qué será de tiendas como el FNAC o incluso las librerías (con el ebook otro tanto), por las que resulta tan agardadable pasear y le dan vida a los centros urbanos. Estamos a dos minutos del cambio con mayúsculas. Es cuestión de no ponerle puertas al campo pero también, de vigilar muy estrechamente lo que sucede porque el nuevo paradigma cultural está lleno de oportunidades, pero también de peligros. Continuará.
2. Para muchos afortunados, hoy comienzan las vacaciones de Semana Santa, una época en la que gente va mucho al cine. Y estas vacaciones destacan por el mucho buen cine en la cartelera. Gracias en parte a Cannes del año pasado, 2010 está siendo un año mucho más interesante y dinámico en cuanto a estrenos se refiere: coinciden en cartel varias, muchas, películas de enorme interés. Por ejemplo, Un profeta, de Jacques Audiard, un thriller carcelario majestuoso que además de ofrecer un gran espectáculo es un agudo comentario social; o An Education, un drama de iniciación de una jovencita inglesa enamorada de un tunante mucho mayor que invita a la reflexión y conmueve; o El escritor, que Roman Polanski acaba de estrenar y que es una de sus mejores películas, como lo es la israelí Ajami, una mirada fresca y profunda sobre un país de perpetua actualidad y muy mal conocido. Y Tom Ford firma una película hipnótica y bella en Un hombre soltero, un drama que a ratos alcanza profundidades abisales, mientras sigue en cartel la extraordinaria La cinta blanca o la vitriólica In the Loop.
Quienes no hayan visto En tierra hostil, sometida a una violenta polémica a cuenta de su supuesto y exacerbado proamericanismo, deberían aunque sólo sea porque está haciendo correr ríos de tinta y desde luego no deja indiferente. También a cuenta de la guerra de Iraq, Green Zone es un robusto thriller algo excesivamente "hollywoodiense" pero muy estimable, con Matt Damon como protagonista. Y aunque no ha gustado mucho Brothers, a mí sí me dio que pensar y me gustó mucho, a ratos, la película (que ciertamente peca de cierta blandenguería al uso). En cualquier caso, es de celebrar que el cine demuestre en las salas una efervescente calidad.