El Cultural

Rimbaud. Prometo ser bueno. Cartas completas

Arthur Rimbaud

22 mayo, 2009 02:00

Arthur Rimbaud.

Traducción: Paula Cifuentes. Barril & Barral, 2009. 395 páginas, 25 euros


Como sabemos Arthur Rimbaud (Charleville, 1854-Marsella, 1891) fue uno de los grandes poetas del siglo XIX y uno de los indiscutibles padres de la poesía moderna. Pero a los 20 años abandonó la escritura e inició una vida "otra" de viajes y proyectos mercantiles en arduos lugares coloniales, que en su caso terminaron siendo Aden y Harar principalmente, a ambos lados del Mar Rojo. De allí conservamos bastantes cartas suyas (a comerciantes o conocidos, a su familia, a su madre) ninguna de ellas literaria propiamente hablando. Las literarias son sólo las primeras -las de su vida de poeta- y acaban con la que le escribe a Delahaye a propósito de Verlaine en marzo de 1875. A partir de ahí todo son viajes y pretensiones de hacer fortuna comercial con caravanas, objetivo que logra de a poco…

Será difícil decir (pese a lo muy literario del personaje) si las cartas de Aden y Abisinia, pueden leerse literariamente, salvo contados fragmentos, o antes bien como un documento histórico: el catálogo de la vida dura de un hombre joven que lucha para sacar dinero y labrarse un porvenir burgués que dudamos quisiera de verdad, mientras pide a Francia libros (comerciales o sobre lenguas de la zona, nada de literatura) que llegan tarde y mal mientras él lucha con el arduo clima, pequeñas bancarrotas y proyectos comerciales que tardan demasiado en llevarse a efecto. Trafica con muchas cosas, entre ellas café ("moka") armas y llega a mencionar caravanas de esclavos, aunque no las refiere a sí mismo. Sabemos que tuvo amores con mujeres de la zona y que tuvo la sífilis, que tuvo algún criado joven con quien hay quien le atribuye relaciones también, aunque nada de importancia. El clima de ese Rimbaud sufriente y resistente lo dan algunos pasajes un tanto al azar en medio de tantas cartas peticionarias y más bien planas. Por ejemplo: "Se vive horriblemente mal aquí (Aden) y muy caro. Todas las noches del año se duerme al aire libre ¡y sin embargo mi alojamiento cuesta 40 francos al mes!". O en otro momento: "lo más probable es que lo que queramos mucho no lo consigamos, que hagamos más bien lo que no queremos hacer y que vivamos y muramos en el modo en el que nunca quisimos: sin esperanza alguna de compensación".

Rimbaud sólo volvió a Francia cuando una herida en la pierna se le convirtió en el cáncer final que lo llevó a la muerte. Ello ocurrió en un hospital de Marsella (tras la amputación de la pierna) al cuidado de su rigurosa hermana Isabelle. Pero antes de llegar a embarcar sabemos de una terrible travesía del desierto en parihuelas, con la pierna doliente como un terrible obstáculo. Sin embargo, en sus últimos días -cuenta Isabelle, pensando en una alucinación- el agonizante sueña con volver al barco que le devuelva a Aden y a sus quereres de fortuna y sórdida aventura, en último término… Ya he dicho, las cartas valen la pena, pero tienen más (mucho más) de documento humano que de literatura: "Me comporto bien en este sucio paí".

Por desgracia el volumen está lleno de pequeñas erratas que el lector puede subsanar ("de la suma de os envié" en lugar de "de la suma que os envié") pero que afean bastante la lectura. Al principio sobre todo la traductora vierte el "vous" francés por "vos" cuando sirve el "usted", sobre todo para dirigirse a un profesor con el que hay una relación buena. Otras veces aparecen sin unificar nombres propios como "Gothard" o "Gotardo" en la misma carta, hoy día en español es la montaña o el túnel (que entonces construían) de San Gotardo. Como sea, las cartas valen el viaje y la monotonía. Pero además de sugerir una densa y rara película, son más documentos de una biografía salvaje que literatura propiamente dicha, salvo en el breve inicio.