Ignacio Merino: "No reviso la historia, la restauro. Y soy detective, psicólogo..."
Ignacio Merino, por Gusi Bejer
Pregunta: Después de 1996 siguió viendo a Serrano Suñer, pero no ha cambiado el libro: ¿sus últimos años no merecían atención? R: Fueron en gran parte nostalgia, tristeza por su condición de proscrito... una constante rememoración y así han quedado descritos. P: Conversó con él durante más de doce años: ¿Qué fue lo que más le sorprendió? R: Su precisión en la definición de personajes, la capacidad para narrar situaciones. Y su humor, siempre irónico. P: ¿Y políticamente? R: La lucidez atemperada por la edad. P: La primera pregunta que le formuló les ocupó un año de entrevistas... ¿qué se quedó en el tintero? R: La tinta seca de las paredes. P: ¿Qué le gustaría preguntarle ahora, teniendo en cuenta que el primer medio siglo le ocupa 320 páginas, y el otro, apenas 7? R: Si mereció la pena asomarse a los cien años. P: ¿Ha indagado usted en su vida personal? R: Sí, con delicadeza y sin demasiado interés por los tintes morbosos o la anécdota de puro cotilleo. éste es un libro de Historia, aunque sea novelado. P: ¿Contó con la colaboración de su familia? R: Su hijo Fernando ha sido de gran ayuda, como también muchas personas que le conocieron. P: ¿No le parece que, para estar tan traumatizado por la muerte de sus hermanos en la guerra civil, fue innecesariamente cruel con Carmen Díaz de Rivera? R: Puede ser cruel pero no es parangonable al asesinato de sus hermanos. P: Sí, pero eso de “sólo Dios lo sabe” cuando le preguntó si era su padre, o el hecho de que Díaz de Rivera muriese sin recibir “la llamada que más esperaba” no es espeluznante? R: Lo encuentro muy triste. Para don Ramón, ella no pertenecía a su ámbito familiar, aunque pudiera ser su padre biológico. Nunca hubo una relación entre ellos dos. P: ¿Cómo un joven antifranquista, encarcelado y expulsado de la Universi-dad, acaba reivindicando al “cerebro gris” del régimen? R: Reivindico al hombre que estaba detrás de todo aquello y al diplomático genial. Dialogo con su conciencia tratando de interpretar una conducta irreprochable en un momento de emergencia, cuando le tocó defender a España de la codicia hitleriana. P: ¿Qué descubre su libro? R: Que el cliché de fascista ambicioso y cruel es una construcción de la propaganda franquista de la posguerra mundial, ayudada por el infantilismo superficial de la izquierda que perdió la guerra. P: Asegura que hablar de Serrano Suñer es decir mucho y callar más. ¿Qué ha callado usted? R: Las manipulaciones de la propaganda franquista y el rencor sectario de la izquierda maniquea. P: ¿Cómo recuerda su última visita? R: Fue poco antes de cumplir 102 años. No hablamos. Me miró con intensidad, sonrió con picardía, le invadió la tristeza y le acaricié la mano. P: ¿Y lo más asombroso de su última conversación? R: Ya me lo había dicho todo. Lo asombroso fue que no necesitáramos hablar. P: ¿Qué impresión tenía Serrano Suñer de la España del siglo XXI? R: Pesimista en cuanto a los gobernantes y esperanzada en cuanto a la conciencia de los gobernados. P: Escribe que la tarea del historiador es “lavar los mitos con el agua y jabón de la verdad”... ¿Por qué Serrano Suñer? R: Fue uno de los grandes agentes de nuestra historia contemporánea, estaba vivo y lo tuve cerca. P: ¿Quién va a ser el próximo personaje que pasará por la Lavandería Merino? R: Salvador de Madariaga, querida amiga. Pero esta vez no he usado lejía, sino Micolor que matiza más. P: ¿Y qué político español merece un remojón? R: Para bien, Sagasta, Besteiro o Madariaga; para peor, el mitificado Pablo Iglesias, o Cánovas. Los actuales, lo que necesitan más bien es un hervor. P: ¿En qué situación están los archivos de Serrano? R: El archivo es un montón de viejas carpetas que la Fundación Serrano Suñer va a clasificar y poner a disposición de los investigadores. He sido el único que ha podido consultarlo. P: Ese archivo contiene documentos importantes de la historia de España, ¿se han perdido tantos como dicen? R: Ese es un viejo mito que no es cierto. Serrano no conservaba documentos importantes porque no se llevó nada del Ministerio de Exteriores. P: ¿Se considera un revisionista de la historia? R: Restaurador, diría yo, porque revisionista es una palabra cargada de mala intención estalinista. También detective, arqueólogo y hasta psicólogo. Todos los disfraces/actitudes que ayuden a desentrañar la autenticidad de la Historia. P: ¿Es posible manipular la historia de España sin consecuencias, como pretenden algunas autonomías? R: Es una monstruosidad política de consecuencias sombrías para las generaciones futuras, pero también un intento pueril que engaña a pocos.