Agustín Cerezales
El siglo XXI parece horrible, pero no me fío de las apariencias
24 octubre, 2001 02:00No se es hijo de Carmen Laforet, narradora secreta por excelencia, impunemente. Menos aún si además el padre fue un conocido crítico literario y la hermana, Cristina, también escribe. Agustín Cerezales (Madrid, 1957) juega, respira literatura desde niño, entre tigres invisibles y ciervos transparentes como los que merodean por las páginas de su última novela, Mi viajera (Alfaguara). Ya lo dejó bien claro en su primer libro de relatos, Perros verdes: Cerezales descree de modas y tribus y sigue fiel a los clásicos y muy especialmente al Persiles, "la cara oculta de la luna cervantina".
R: No hay censo posible, ni cantidades discretas. Depende del momento, y de cada cual.
P: ¿Quién es, cómo es, el viajero Cerezales?
R: El viajero Cerezales no sé cómo es. Alguien que anda por ahí, sin máquina de fotos, pensando en otra cosa.
P:¿Y la protagonista de su novela?
R: Matilde es una mujer como cualquier otra, es decir, distinta a todas.
P: ¿Existe algún refugio contra la desolación y el fracaso?
R: La sopa de chalotas. Una buena sopa de chalotas resucita a un muerto.
P: Por cierto, ¿qué es para usted el fracaso?
R: No conseguir lo deseado.
P: ¿Y el literario?
R: Lo mismo, pero en el terreno de la literatura.
P: ¿Es posible defenderse contra la "nostalgia falsa, falsa de toda falsedad"? ¿Cómo y para qué?
R: Hay que defenderse de la falsa nostalgia, para no engañarse, para dejarle paso a la nostalgia verdadera. Sospecho que la respiración controlada ayuda. El yoga, la oración, el deporte, deberían servir.
P: De todas formas, ¿de qué siente nostalgia?
R: Siento nostalgia del
presente, de la intuición aguda y actual del ser y su sentido.
P: ¿Realmente es el XVIII su siglo favorito? ¿Por qué o por quién?
R: El siglo XVIII es el siglo preferido de Matilde Aguiar, no el mío. Supongo que fue un siglo de esperanzas.
P: Casi nada, comparado con este siglo XXI, que tiene tan mala catadura...
R: El XXI a lo mejor resulta ser mi siglo favorito. Tiene una catadura horrible, pero no me fío de las apariencias.
P: ¿Por qué nos gustan tanto las inmolaciones propias y ajenas?
R: Las inmolaciones no gustan. En todo caso fascinan, alienan, porque pulsan los resortes del miedo, de la curiosidad morbosa. Entrañan bajeza, y las repudio.
P: ¿Qué inmolaría usted por el éxito literario?
R: Nada.
P: ¿Por qué no da un ejemplo de algo que admite la realidad pero no la literatura?
R: Basta con dar una patada a una piedra para que salgan ejemplos. Pero no voy a dar ninguno porque, precisamente, ahora mismo estamos haciendo literatura.
P: ¿Y de ir demasiado lejos, demasiado deprisa, como escritor?
R: No soy crítico literario.
P: ¿A qué le aplicaría YA una goma de borrar?
R: A la guerra.
P: Escribe que "demasiados libros hay ya". ¿Es una confesión, un lamento, una declaración de principios...?
R: No lo escribo yo, sino el autor del libro, creo recordar. Supongo que viene a expresar un enamorado desaliento, ante la imposibilidad de beber, de leer todo el mar.
P: ¿Qué es mejor arma ante la literatura y la vida, el humor o el sentido común?
R: El humor.
P: ¿Es, se siente, un perro verde literario?
R: Voy a mi aire, pero no me tiño el pelo.
P: ¿Cree que al fin el mercado le domesticará?
R: No muerdo ni doy coces. No hace falta domesticarme.
P: En su caso, ¿la literatura es asunto de familia?
R: Más que un asunto, un placer familiar.
P: "Para libros -escribe- el Quijote". ¿Con permiso del Persiles?
R: El Persiles es la cara oculta de la luna cervantina, el libro que le hubiera gustado leer a don Quijote.
P: Escribió las memorias de Paco Rabal: ¿qué queda tras su muerte?
R: Demasiado como para singularizar. Donde estuviera, con quien estuviera, saltaba la chispa. Paco Rabal amaba la vida, y contagiaba ese amor. Y sigue haciéndolo.
P: Dice sentirse cercano a la idea de gloria de los clásicos... ¿Tan pronto, tan joven?
R: Los clásicos son eternamente jóvenes, tocan la música del amanecer.
P: Por cierto, ¿qué le parece eso de que en España los escritores sigan siendo jóvenes después de los 30 (y los 40, y los 50)?
R: Si bien se mira, peor sería que naciéramos viejos.
P: ¿Y las tribus, no le gustaría pertenecer a alguna? ¿A cuál?
R: Mi tribu favorita, sin la menor duda, son los sioux de Alce Negro.
P: Hay quien cree que si no "sale" en los medios, no "es". ¿la cultura es mediática o no es?
R: La cultura de masas es una dimensión más de la cultura. Posiblemente su valor sea inversamente proporcional al de su masa, valga la redundancia, pero no por ello es despreciable.
P: ¿Y la creación?
R: La creación es una palabra que me incomoda, aunque entiendo que no haya otra. No veo por qué, en cualquier caso, la llamada cultura mediática no puede ser terreno abonado, como cualquier otro, para eso que llamamos creación.