Podría escribir otro aburrido artículo sobre la enfermedad de Müller-Weiss, tan de moda últimamente por afectar al, desde hoy, tenista con más títulos de Grand Slam de la historia: Rafa Nadal. Podría escribir otro aburrido artículo explicando que se trata de una enfermedad rara, en la que se da una displasia del hueso escafoides del pie, siendo degenerativo y, en muchos casos, incapacitante para el deporte de élite.
Pero artículos aburridos ya hay muchos, en los que se habla de datos médicos sin tener realmente en cuenta lo verdaderamente importante: el paciente. Poco importan las patologías, las imágenes radiológicas, los estudios previamente realizados… puede que aporten datos, que den información, pero no determinarán el devenir de un diagnóstico. No determinarán la historia. No privarán a Nadal de batir récords una vez más.
Qué duda cabe que la lesión está ahí. Qué duda cabe que, en el caso de una enfermedad degenerativa, el pronóstico siempre va a ser perceptible de empeorar con el tiempo en un deportista profesional que castiga su cuerpo al nivel que lo hace el manacorí. Qué duda cabe que, detrás de la buena evolución de la lesión, hay grandes profesionales que han ido gestionando, día a día, los contratiempos que han ido surgiendo durante los últimos años.
Un equipo médico capitaneado por el doctor Ángel Ruiz Cotorro que, con el trabajo constante, diario y excepcional del fisioterapeuta Rafa Maymó y el soporte de un equipo podológico de primer nivel, consiguen lidiar con un pie rebelde, que necesita hilar muy fino en la distribución de las cargas, que ha necesitado de la modificación de zapatillas y plantillas para proteger esa estructura, y que quién sabe cuantos abordajes médicos más habrá necesitado para poder competir con el dolor bajo control.
Pero nada de esto tendría sentido sin la figura más importante: el paciente. En este caso, un paciente excepcional, con una cabeza excepcional, que gestiona el dolor y las adversidades de una forma excepcional. Una lesión puede ser, para cualquier deportista (y para cualquier persona no deportista), un obstáculo o una oportunidad.
Hay pacientes que sólo ven el obstáculo. Hay pacientes que sólo ven la oportunidad. El poder pasar consulta cada día en Mobility me permite observar cómo cada persona gestiona sus dolencias de forma completamente distinta.
Uno de los grandes objetivos de la fisioterapia hoy en día es ser capaces de comunicarnos mejor con los pacientes, siendo capaces de transmitirles que dolor no equivale a daño en el tejido, y que daño en el tejido no equivale necesariamente a dolor. Que el dolor es, en muchos casos, una interpretación de nuestro sistema nervioso, una anticipación de nuestro cerebro ante un posible daño. Algo que puede sonar paradójico y que, en ocasiones, es difícil de comprender. La neurofisiología del dolor es complejísima.
Cambio radical
¿Cómo sino tratar de comprender que en apenas un mes Rafa Nadal ha pasado de pensar en la retirada a ganar el Abierto de Australia? ¿Cómo puede mejorar tanto una lesión degenerativa, que tiende a empeorar por definición? Mucho tiene que ver, sin duda, con el muy bien elegido tratamiento al que se haya sometido.
Seguramente se hayan seguido varias vías de tratamiento de forma simultánea: tratamiento médico- quirúrgico mínimamente invasivo, farmacológico, gestión de cargas, podológico y fisioterapéutico. Y mucho tiene que ver la mentalidad de Rafael Nadal. Ser capaz de pensar, aunque todo parezca perdido, que puede que todo salga bien al fin y al cabo.
Saberse vencedor de esta batalla en el pasado. Ver la oportunidad y no el obstáculo. Cuando uno se enfrenta a una lesión, o a una situación difícil en la vida, todo se relativiza, la mochila vital o deportiva pierde peso porque lo gana la necesidad inmediata de mejorar la situación actual.
Es en ese momento en el que el paciente corredor de maratones ya no necesita acabarlos por debajo de tres horas, sino que le basta con poder calzarse las zapatillas y salir a rodar 20 minutos, sintiendo el sol en la cara, sin mayores aspiraciones que disfrutar de ese momento.
De pronto, ese paciente que es uno de los mejores tenistas de la historia, quizá ya no necesite ganar más títulos de Grand Slam, ya no necesite demostrarle nada a nadie, sino que le basta con volver a atarse meticulosamente los cordones y pegar raquetazos en su Manacor natal, en su academia, en su casa, y sentirse plenamente feliz lejos de los focos. Y, entonces, cuando menos te importa qué pueda pasar con la competición, cuando solo estás agradecido por volver a estar en una pista de tenis, es cuando sucede la magia.
* Blanca Bernal es fisioterapeuta, trabajó varios años para la WTA y el World Padel Tour, y en la actualidad lo hace en su clínica Mobility.
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