Siete años después, Caroline Wozniacki volverá a pelear por ser maestra de maestras. Nueve años después, Venus Williams intentará ganar su segundo trofeo en el torneo que reúne a las ocho mejores del mundo. La danesa, que en 2010 perdió con Kim Clijsters la final, tumbó 7-6 y 6-3 a Karolina Pliskova en un partido fantástico y se citó con la infinita estadounidense (6-7, 6-2 y 6-3 a Caroline Garcia), que celebró el trofeo hace casi una década (2008) y que ahora, con 37 años (la finalista de mayor edad en la historia de la cita, superando la marca de 36 años de Martina Navratilova), asaltará de nuevo el título de campeona de la Copa de Maestras. El pasado sigue siendo el presente.
“Es genial”, dijo Wozniacki para resumir su logro. “He tenido un gran año y también un gran torneo aquí en Singapur. Es una buena manera de terminar la temporada”, prosiguió la danesa. “No importa lo que suceda mañana, estoy muy feliz y orgullosa de cómo he luchado esta semana. Creo que puedo irme de vacaciones sintiéndome bien al respecto”, añadió. “Con Venus he tenido partido muy difíciles, pero hace mucho tiempo que no jugamos. Ella es una gran jugadora, una gran campeona. Será difícil”, avisó sobre su rival, que domina por 7-0 los precedentes, aunque no se cruzan desde Miami 2015.
En semifinales, Wozniacki sorteó la adversidad con seguridad y mano firme. La danesa tuvo que salvar seis puntos de set en la primera manga (tres restando para mantenerse en el parcial con 5-5 y otros tres en el desempate), dejó escapar un 6-1 en ese tie-break crucial (cinco pelotas desaprovechadas para haberle echado el lazo al set) y necesitó sufrir cuando todo volvió a apretarse (6-6) para asestarle a Pliskova un golpe moral del que no se recuperó, llegar a la final y regalarle automáticamente a Simona Halep el número uno mundial hasta 2018, porque con la checa fuera de combate la rumana se aseguró mantenerse en la cima de la clasificación.
A continuación, Venus culminó otra resurrección en una semana que nació torcida para ella (derrota fácil en su primer partido del grupo ante Pliskova), que empezó a enderezar ganando a Jelena Ostapenko el tercer encuentro más largo (3h13m) en la historia del torneo y que cambió de rumbo después de superar a Garbiñe Muguruza para alcanzar las semifinales. Contra Garcia, la campeona de siete grandes demostró garra, el mismo nivel brillante de sus mejores días y una longevidad envidiable y difícilmente explicable, salvo para la propia protagonista.
“Me gusta mi trabajo”, respondió la estadounidense cuando le preguntaron su secreto para seguir en la élite, y jugando de tú a tú con las mejores. “Por eso estoy aquí”, remató Venus, como siempre poco abierta a dar muchas explicaciones en la sala de prensa. Ese, claro, no es un problema demasiado grande: en la pista habla todo lo que calla frente a los periodistas.
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