“Mi temporada ha sido increíble. Aunque quería terminar poniéndole el broche de oro en Singapur, me voy a ir contenta a casa igualmente. Este año es un éxito”. Tras caer ante Venus Williams en el tercer partido de la fase de grupos de la Copa de Maestras, dejando escapar la clasificación para las semifinales del torneo que reúne a las ocho mejores del curso y cerrando oficialmente su 2017, Garbiñe Muguruza no necesitó hacer demasiados esfuerzos para ver todas las cosas buenas de la mejor temporada de su carrera, en la que ha ganado Wimbledon (su segundo Grand Slam) y Cincinnati (Premier 5), y ha alcanzado por primera vez el número uno mundial, retenido durante cuatro semanas. Importantes síntomas de consolidación entre las de arriba.
“No es fácil volver a estar aquí entre las mejores jugadoras tras ganar otro Grand Slam y alcanzar el número uno. Creo que eso es lo importante y con lo que me quedo, con mucha diferencia”, explicó la española, que llegó a Singapur soñando con convertirse en maestra de maestras por primera vez, lo que también le habría garantizado recuperar la cima de la clasificación. “Sabía que había muchas jugadoras con opciones de terminar en el número uno. Mi año no va a cambiar por terminar uno, dos o tres. No vine a Singapur pensando en eso”, reconoció. “Estoy muy orgullosa de este año y no lo cambio. Era consciente de que sería difícil jugar aquí, con las mejores ocho jugadoras”, añadió la campeona de dos grandes. “Mi temporada ha sido increíble, la mejor hasta ahora. Mejoré muchas cosas. Eso es con lo que me voy a quedar para seguir mirando al futuro”.
Muguruza, sin embargo, no puede mirar a ese futuro sin pasar antes por el presente. La española ha logrado en 2017 casi todo lo que propuso a la conclusión de 2016, un año marcado por su primer gran triunfo (Roland Garros) y por la mala gestión del éxito posterior, lo que costó casi seis meses de malos ratos. Este curso, Garbiñe ha encontrado la regularidad que perseguía, con resultados estables y sin demasiados patinazos a la primera, salvo un par de excepciones aisladas, muy lejos del abanico de tropiezos de la campaña anterior.
Sobre esas bases seguras, que solo se han tambaleado un poco en Singapur (derrotas consecutivas ante Karolina Pliskova y Venus que le costaron la eliminación), Muguruza tiene argumentos para encarar 2018 con optimismo porque ya ha hecho lo más difícil: no solo se ha ganado un hueco en lo más alto, lo ha apuntalado poniendo empeño, sacrificio y trabajo para evolucionar todos los detalles posibles.
“En 2018 me gustaría seguir entre las jugadoras de arriba, continuar sintiendo que mejor físicamente y tenísticamente”, avisó la tenista, que se tiene que quedar hasta el sábado en Singapur por si alguna de las semifinalistas no puede saltar a jugar y que luego se tomará unos días de vacaciones antes de plantear la pretemporada para comenzar a pensar en el próximo curso, que arrancará en el torneo de Brisbane. “Este año he notado un cambio, pero quiero volver a notarlo el año que viene y con suerte volver a estar aquí en Singapur. Ese es mi objetivo siempre”.
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