Carlos Sainz tuvo un domingo entretenido y complicado en el circuito de Paul Ricard. El piloto madrileño finalizó quinto en una carrera que fue ganada por Max Verstappen tras el abandono de Leclerc. A pesar de que fueron pocos puntos para los italianos, lo cierto es que el corredor español ha cuajado uno de los mejores fines de semana de su vida.
Sin embargo, todo estuvo marcado por la mala suerte. El percance sufrido en el Gran Premio de Austria, cuando su F1-75 salió ardiendo, provocó un desastre absoluto para sus días posteriores. Al quedarse sin motor, tuvo que cambiar buena parte de su monoplaza en Francia y eso le llevó a penalizar y salir a cola de la parrilla.
Una situación especialmente dolorosa ya que durante los libres y durante la Q2 de la clasificación había demostrado ser el más rápido. La pole position o la primera línea estaban en su mano, pero se tuvo que conformar con lanzar a su compañero Charles Leclerc mediante rebufos para que le quitara la primera plaza a Verstappen. Su trabajo, destacado por todos, fue sublime y se tradujo en un gran resultado para el equipo.
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Esta maniobra peligrosa le acarreó una sanción de cinco segundos por un unsafe release que hizo en su segunda parada, la de la polémica. Había conseguido llegar hasta la tercera plaza desde la 19ª, superando a Russell y a 'Checo' Pérez. Pero Ferrari tiró de conservadurismo y le hizo entrar a esa parada que provocó que cayera hasta la novena plaza y que tuviera que remontar de nuevo hasta el quinto.
Una decisión que nadie entendió, ni siquiera el propio Carlos. Hasta el box de Russell en el equipo Mercedes alucinó con esta maniobra que les regaló el podio previa batalla con el mexicano de Red Bull. Carlos sabía que se habían equivocado, pero decidió morderse la lengua ante la prensa y mostrarse comedido por el bien de la escudería.
El sacrificio de Sainz
Además de su trabajo, sus remontadas y sus adelantamientos, Carlos dejó una confesión tras la carrera que evidenció su enorme sacrificio llevado a cabo en el trazado de Paul Ricard. Una situación que además fue de lo más curiosa e incluso peligrosa, ya que Sainz prefirió deshidratarse antes que añadir más peso al F1-75.
La temporada en la zona de Le Castellet era de 31ºC. Un calor intenso, pero no sofocante. Sin embargo, la de la pista sí ascendió hasta los 50ºC, algo que notan especialmente los pilotos dentro de los coches. Carlos estaba notando que el F1-75 se comportaba demasiado pesado, especialmente cuando iba cargado de combustible.
Por ello, tomó la complicada decisión de no beber durante toda la carrera para así ir perdiendo peso y no recuperarlo al beber. De esa manera, conseguiría bajar algo la enorme carga del bloque que forman coche y piloto. Una situación que pudo ser hasta peligrosa como demostró Lewis Hamilton tras la carrera.
Carlos contaba sí su hazaña a Formula Pass restándole importancia: "El coche pesa demasiado y decidí no beber. Tampoco sudé mucho, así que prefería ir una décima más rápido antes que hidratarme. Por supuesto que hacía calor". Sainz, dispuesto a dejarse todo por el bien del equipo y de sus opciones en el campeonato.