Kamila Valieva es el centro de atención del mundo del deporte. Una joven de 15 años ha sacudido todos los cimientos. Primero lo hizo con su increíble forma de patinar sobre el hielo, después con su escándalo de supuesto dopaje. La Agencia Mundial Antidopaje quería sancionarla, el Tribunal de Arbitraje Deportivo le ha permitido seguir compitiendo y el Comité Olímpico Internacional no le hará entrega de medallas. Todo esto solo ha hecho remover los hilos de la relación de Rusia, en concreto Vladimir Putin, y el COI, con Thomas Bach a la cabeza.
El presidente ruso es un gran impulsor del deporte en su país. Sus más de 20 años en el poder se han caracterizado por estar muy pendiente de la actividad de su población, promoviendo el ejercicio físico como uno de sus pilares para crear una sociedad fuerte. Pero si algo ha enturbiado todas estas buenas intenciones ha sido el gran escándalo de dopaje de estado tras los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi que le impide a Rusia competir bajo su bandera en las citas mundiales.
Desde 2013, Bach es el presidente del COI. Este alemán, nacido en Wurzburg, en la parte occidental del telón de acero, ha estado desde que saltó la trama rusa en entredicho por la relación personal que tiene con Putin. Lo sucedido con Yulia Stepanova, la atleta rusa exiliada en Estados Unidos que dio positivo y sacó a la luz documentos que hacían aumentar las suspicacias sobre estas relaciones, no limpió la imagen del máximo responsable del comité olímpico.
La relación de Putin con el COI comienza cuando era teniente alcalde de Moscú, mientras que la de Bach arranca tras su ascenso desde Adidas al organismo de los Juegos Olímpicos. Años de influencias, historias de espías entre medias y en medio de conflictos políticos se ha ido gestando un fuerte lazo entre las dos partes. El inicio de la historia de Valieva en el mundo del deporte, denominada como un posible caso Nadia Comaneci, pone en relieve las dudas en torno a un trato de favor.
Trama de espías
A Putin, ex teniente de la KGB y más tarde director de la agencia de inteligencia nacional FSB, se le asigna una relación histórica con el COI desde el boicot a Moscú 1980. Durante muchos años se ha especulado sobre qué información y posiblemente material incriminatorio sobre los miembros del COI y otras figuras deportivas mundiales podría almacenarse en los archivos de inteligencia de la capital de Rusia.
En 2020 seis hombres del servicio de inteligencia militar ruso, los GRU, fueron acusados en Estados Unidos por los ataques informáticos sobre instituciones como la WADA, el TAS, el COI o la FIFA. Además del comité, en concreto hubo ataques sobre servidores que almacenaban información sobre los Juegos Olímpicos de Río 2016, PyeongChang 2018 y Tokio 2020. Estas actividades de espionaje, como asegura el medio alemán Der Spiegel, comenzaron 40 años antes y tenían como objetivo a Adidas.
Horst Dassler, el máximo responsable de la empresa alemana hasta su muerte en 1986, pagó más de 142 millones de euros en sobornos a altas instituciones deportivas como el COI, tal y como demostraron los tribunales. El exempleado de Adidas más conocido se llama Thomas Bach, ya que su desempeño como responsable de Relaciones Internacionales de la empresa entre 1985 y 1998 impulsó su carrera en las instituciones deportivas. Desde Der Spiegel se apunta a una posible presión rusa al ahora presidente del Comité Olímpico Mundial por todas estas actividades.
La primera vez que Putin amenazó al COI con este material fue en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City 2002 por las acusaciones de dopaje a Larissa Lasutina y Olga Danilova. Los rusos amenazaron con retirar a su equipo. Putin, entonces en su primer mandato como presidente de Rusia, les ordenó que no se fueran. Durante este tiempo, Vladimir había impulsado una candidatura para organizar en San Petersburgo los Juegos Olímpicos de 2004. Thomas Bach fue el jefe de la comisión de evaluación del COI.
Ese no sería el año de Rusia y tendría que esperar hasta 2014. La candidatura de Sochi, ciudad de residencia habitual de Putin cuando no está en el Kremlin, ha estado envuelta siempre de suspicacias. Lo mismo sucede con el Mundial que cuatro años después se celebró en el país. Como asegura Der Spiegel, Jacques Rogge, presidente del COI en el momento de la elección, explicó que la presión era tal que "cualquier palabra podría haber desencadenado una crisis internacional".
La influencia rusa
Vladimir y sus círculos de poder están muy vinculados al deporte mundial. Algunos ejemplos son que dos multimillonarios rusos, Alisher Usmanov y Vladimir Lissin, lideran las federaciones olímpicas mundiales en esgrima y tiro. El multimillonario Umar Kremlev es presidente de la Asociación Mundial de Boxeo y miembro del club de moteros 'Night Wolves', cercano a Putin. Empresas rusas como Gazprom también son activas e influyentes como patrocinadores principales de algunas federaciones deportivas internacionales.
Los JJOO de Invierno del Mar Negro de Putin costaron 50.000 millones de dólares. Es más, según una investigación del entonces líder de la oposición Boris Nemtsov y su ayudante Leonid Martinyuk, alrededor de la mitad de esto se destinó supuestamente a personas con influencia como margen de corrupción: 25 a 30 mil millones de dólares. Esto nunca ha sido probado. El opositor fue asesinado un año después de los JJOO de Sochi, mientras que su colaborador huyó a Estados Unidos.
El poder de Rusia en el deporte vuelve a crear dudas de integridad en el COI. Mientras Putin está en medio de una escalada de tensión con Ucrania durante otros Juegos Olímpicos (También sucedió en Sochi cuando comenzó la anexión de Crimea), Valieva reina sobre el hielo de Pekín. Una niña de 15 años vuelve a poner dudas sobre la trama de dopaje rusa y otros atletas en el mundo se quejan de las sanciones que han recibido por situaciones similares.
[Más información: Los JJOO de Invierno, entre la tensión y la guerra: el boicot crece y la estrategia rusa aumenta el conflicto]
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