Sí, se cagó en Dios antes. Habrá a quién le parezca innecesario, pero el control de las emociones en un momento como ese es indescifrable hasta que te ves. Esa es la frase que todas las personas que estaban pendientes de David Valero (Baza, 1988) en la mañana de este lunes destacaron: "Acuérdate de tu hijo". El ciclista lo entendió, entre el cansancio y la gestión de los nervios como "Piensa en tu hijo", o al menos así lo dijo en la rueda de prensa. Daba igual, fue el resuello que necesitaba para dejar atrás a uno de los favoritos a la medalla como el suizo Nino Schurter.
"Desde el box me decían; 20 segundos... 15 segundos... Piensa en tu hijo, piensa en tu familia... Cada vez que lo escuchaba se me ponían los pelos de punta. Me echaba agua fría por la cabeza y a dar pedales como si no hubiera un mañana", explicaba Valero cómo había influido ese apoyo del equipo que tenía en el circuito en la remontada.
Ya había dado muchos pasos para ganarse la medalla de bronce que se ha colgado en las faldas del monte Izu. Ni el que dio en falso, cuando se le salió el pie de la cala en la última vuelta, le frenó. Estaba motivado, fresco y con las ganas de hacer historia. Peor no pudo empezar ya que también tuvo otro enganchón en la salida que le relegó hasta el trigesimoquinto puesto tras la 'start loop'.
Todavía tenía siete vueltas de casi cuatro kilómetros cada una para remontar. Así es esta especie de Fórmula 1 de bicicletas por senderos peligrosos; si no que se lo digan al tetracampeón del mundo Mathieu Van der Poel. El gran favorito se fue al suelo en el primer giro y terminó abandonando. Quién sabe si Valero podría haber hecho podio con el neerlandés en condiciones normales. Pero quién sabe también si David no hubiera hecho una mejor posición sin ese traspié al inicio.
Manu Mateo, su nuevo entrenador desde comienzos de año, reconoce que desde que Tom Pidcock, el hombre que ganaría el oro, atacó para irse en solitario, Valero fue el segundo más rápido en toda la prueba. Así logró pasar por primera vez por meta vigésimo segundo, la segunda vez decimoseptimo, la siguiente duodecimo, las dos siguientes octavo y las dos últimas tercero: "Los tiempos más rápidos por vuelta han sido los suyos. Quizá Pidcock ha ido de menos a más y él ha ido a tope todo el rato".
El secreto de la remontada
La ventaja que se presuponía en los JJOO con respecto a las Copas del Mundo, Europeos y demás campeonatos es que había un número menor de participantes. Aún así, un golpe de pedal mal dado le sacó el pie de la cala, pilló un embudo que no le dejó avanzar y comenzó con malas sensaciones.
"Llevaba un par de años en los que no se veía con el golpe de pedal para pelear por campeonatos con los mejores. El objetivo del año era recuperar las sensaciones y llegar a los Juegos al cien por cien. Pasó al segundo plano la Copa del Mundo, habíamos tenido muy buenas sensaciones y los resultados no reflejaban ese mejor estado de forma", destaca Mateo sobre cómo fue la preparación.
El equipo se conformaba con llegar a ser diploma; entrar entre los ocho primeros como sí había hecho durante el año. El hecho de que haya pocos participantes facilitaba la remontada y eso sí lo veían factible, mientras los favoritos se peleaban delante.
"Siempre habíamos hablado de estar entre los cinco primeros, pero no pensábamos en la medalla. Esta última semana en la concentración antes de arrancar, las sensaciones eran buenas. El cuerpo ha respondido muy bien. Estaba tranquilo y confiado", destaca su entrenador, que no ha podido estar en Tokio por las restricciones, pero ha vibrado desde España como nadie.
Nadie esperaba su asalto al medallero antes de la prueba. No estaba en las quinielas, pero él se encargó de romperlas. Cuando alcanzó al grupo de los que luchaban por el diploma, él siguió al mismo ritmo que había encontrado para mejorar su mala salida. No notaba fatiga, solo ganas de alcanzar al siguiente. Para ello, su mejor aliado fue la fuerza que tenían sus piernas, pero hubo un trabajo desde fuera.
"Le dábamos las referencias que había de distancia con los ciclistas que estaban en el diploma. Queríamos ser realistas con él. Conforme hemos visto que avanzaba, pasamos a darle los de las medallas. Veíamos las referencias de tiempos, le veíamos en los distintos puntos y era impresionante la evolución", explica Mikel Zabala sobre la estrategia durante la carrera.
"Cuando me he visto atrás, lo primero ha sido recalcular. Hemos pensado que había que fijar el objetivo en hacer el mejor resultado posible. He ido cogiendo gente. El factor del calor y la humedad ha jugado a mi favor. Ha sido un cúmulo de cosas. En los últimos dos kilómetros enganché el grupo de la medalla y dije, ahora tengo que jugar mis cartas", señalaba en la rueda de prensa Valero sobre esa remontada.
"Un día épico"
El seleccionador nacional de BTT pensaba que su primera bala se acababa de perder en la salida. Jofre Cullell, la joven promesa de este deporte en España, acabó en una muy destacable decimoquinta plaza. Valero estuvo en Rio 2016 también, cuando Coloma, su jefe de equipo también desde comienzos de año, lograba otro inesperado bronce. Ojalá el ciclista de 22 años llegue a Paris 2026 con la posibilidad de seguir la estela que han marcado estos dos.
"Al comienzo de la carrera le dije: David, hoy es para un día épico. Hemos jugado con la psicología y los números para sacar el cien por cien. Todos estábamos hablando de las consignas que había que darle porque estábamos conectados por 'walkie' y alguno sabía que decirle para tocarle la fibra. Yo estaba en la última rampa donde ha dejado atrás a Schurter y también me he desgañitado al verle", confiesa Zabala.
Antes de eso, David había dejado esa imagen en la que ilusionó a toda España que estaba pendiente del televisor a eso de las nueve de la mañana. Había cogido al grupo de tres que peleaba por el bronce. "Estaban muertos", o al menos es lo que le decía el seleccionador a Valero cuando pasaba por delante. Tenía que rematarles y es lo que hizo al coger el camino paralelo que había en la rampa en la que cogió a Nino.
"Justo he visto que cuando se iba a ir se le ha salido la zapatilla de la cala. Schurter es un corredor muy difícil de ganar. Pero yo le había visto subir esa cuesta todas las veces que ha pasado y sabía que iba a tope, que lo iba a dejar. Me he puesto a gritarle: Bronce David, bronce, bronce... No mires atrás... Esprinta hasta meta. Luego grité, grité, grité hasta que le perdí de vista y ya le vi desde el móvil entrando en meta", explica Zabala cómo fueron esos metros de angustia que no salieron en la televisión antes de ver a Valero entrando en meta celebrando con los brazos.
El último año ha sido muy importante para David. Ha cambiado de equipo, que le ha sentado "genial", según el seleccionador. Ahora corre para la estructura de Carlos Coloma, el BH Templo Cafés. Tiene a Manu Mateo como entrenador que le ha cambiado sus rutinas. "En Sabiñánigo me lo decía: llevo todo el año entrenando la fuerza de forma específica y no veas cómo lo he notado, en los Juegos voy a estar en mi mejor momento", desvela Zabala.
Pero los últimos cinco años le han pasado por delante a David Valero cuando ha cruzado la meta. Abrazado al seleccionador lloraba de emoción como un niño. Todo lo que prometió en Rio, cinco años después se ha convertido en un bronce olímpico. El cambio de rumbo que vivió en 2021, tras la pandemia que limitó tanto a estos deportistas con menos recursos, brotaba en forma de felicidad de los ojos que le han dado el segundo metal a la delegación española.
"Es abrazarte y no decir nada. Lloras y no hace falta decir nada. De vez en cuando lo giraba hacia la pantalla para que viera lo que ponía: David Valero; bronce. ¿Tú has visto la que has liado?", confiesa Zabala sobre el momento de la celebración que ya se ha viralizado. "Hay mucho trabajo, muchas emociones. Lo comentaba con Carlos tras la carrera: yo siempre había visto con distancia cuando veía a la gente emocionarse, pero es que nos ha emocionado a todos", explica sus sensaciones al ver las lágrimas su entrenador Manu Mateo.
Detrás de esta medalla, tal y como relatan las personas que le conocen, hay una persona que "es sencilla y humilde". "Quiere hacer las cosas por él mismo, no tiene a nadie que haya estado detrás empujando. No viene de una familia de ciclistas, se ha tenido que ganar la vida. Cuando una persona quiere, lo pone todo encima de la mesa", destaca Mateo. David Valero es todo eso, pero ahora también es medallista olímpico. La placa de una de las entradas del Comité Olímpico Español donde se homenajea a los deportistas con esta condición ya le espera.
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