El sudafricano Charl Schwartzel entraba este sábado en la historia del golf al ganar el primer evento del circuito LIV Golf. El proyecto auspiciado por el dinero de Arabia Saudí al que se han sumado muchos golfistas que echan un pulso a la PGA dándose de baja del tradicional circuito estadounidense comenzó con el brillo de varias caras visibles de este deporte. La mayoría de ellos son norteamericanos, que ahora ven como las víctimas del 11 de septiembre les tildan de traidores.
La organización 9/11 Families United que reúne a familiares y supervivientes del ataque terrorista que cambió el mundo en 2001 cargó contra los representantes estadounidenses Phil Mickelson, Dustin Johnson, Bryson DeChambeau, Patrick Reed y Kevin Na. Señalan el papel que tuvo Arabia Saudí en el choque de los dos aviones contra las Torres Gemelas, donde "15 de los 19 secuestradores" eran de ese país, así como "Osama bin Laden".
A los golfistas que dan la espalda al golf tradicional para abrazar los millones de Arabia Saudí (el ganador del torneo en Reino Unido de este fin de semana se ha embolsado 4,75 millones de dólares) les censuran por hacer negocios con "saudíes que cultivaron y difundieron la ideología islámica malvada y llena de odio que inspiró a los yihadistas" y que "han pasado 20 años mintiendo sobre sus actividades y esquivando cobardemente la responsabilidad que tienen".
La organización del circuito LIV Golf tiene un suministro de dinero aparentemente ilimitado gracias a su propietario, el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF). Debido a ello, es poco probable que el mundo del golf profesional vuelva a ser el mismo. Aseguran que piensan invertir 2.000 millones de dólares en los próximos cuatro años y en Estados Unidos juegan con el rumor de que le han ofrecido 1.000 a Tiger Woods para que se una a su proyecto.
Terry Strada, cuyo esposo falleció en la Torre Norte del World Trade Center, es la presidenta de 9/11 Families United y está liderando estas críticas contra los golfistas estadounidenses que decidieron sumarse a LIV Golf. La organización tiene una demanda activa contra el Reino de Arabia Saudí con la que busca una sentencia en un tribunal federal contra el país por su presunto papel en el entrenamiento y financiamiento del atentado terrorista.
Cómplices y traidores
En el último día del torneo, Strada envió una carta a los jugadores estadounidenses del circuito pidiéndoles que reconsideraran su asociación con LIV Golf: "Cuando te asocias con los saudíes te vuelves cómplice de su encubrimiento y ayudas a darles la cobertura de reputación que anhelan". "Se siente como una traición. Mi esposo era golfista principiante. Era fanático de Phil Mickelson. No estáis interesados en fomentar la integridad en el deporte y sois parte del sportwashing", explica en la misiva.
Ese concepto es el que se utiliza para explicar las inversiones que se hacen desde Oriente Medio en el deporte en los últimos años. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar vieron una oportunidad para invertir y mejorar su imagen en todo el globo a través de las diferentes competiciones en las que han empezado a tener influencia, ya fuera llevándoselas a sus territorios o creando entidades que dominen las mismas. Existen ejemplos como la Fórmula 1, el fútbol y ahora el golf.
Cabe recordar que hay personalidades importantes de Estados Unidos trabajando para LIV. El exsecretario de prensa de la Casa Blanca, Ari Fleischer, es parte del departamento de comunicación del circuito. Greg Norman, a pesar de ser australiano, es una figura relevante en el golf norteamericano y su comentario sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en la embajada de Arabia Saudí de Turquía ("Todos hemos cometido errores") también suscitó una condena más enérgica.
La asociación de víctimas del 11S también pide que no haya excepciones con los golfistas y no se les permita estar en los Major ni en la Ryder Cup: "Entendemos que algunos de ustedes tienen la esperanza de que haya cambios en las reglas para permitirles representar nuevamente a Estados Unidos. Es absurdo que cualquier estadounidense que elija el dinero del petróleo saudí piense que se deban hacer estas excepciones y nos aseguraremos de decirlo públicamente si sigue ese camino bajo la idea equivocada de que su traición pasará desapercibida".
El futuro de LIV Golf
Había motivos, a principios de semana, para mostrarse escéptico sobre las perspectivas a largo plazo de LIV Golf. Los nombres de varios jugadores estaban mal escritos en los comunicados de prensa, demostrando que cuidaban mal su producto. Las entradas se vendieron tan mal que la organización tomó la decisión de darlas gratuitamente. Cualquier seguidor que ingresó uno de los numerosos códigos de descuento tuiteados por los jugadores entró al complejo sin pagar.
La página web no tenía una tabla de clasificación comparable con la de la PGA. Pero, sobre todo, las conferencias de prensa previas al torneo fueron memorables no por lo deportivo, sino por las respuestas torpes que dieron los profesionales cuando se les preguntó si habían considerado que podrían ser cómplices morales de que Arabia Saudí intentara "lavar el deporte" su reputación. Mickelson, Johnson o DeChambeau quedaron retratados para siempre.
A pesar de todo, el dinero parece que seguirá abriéndose paso para tratar de decantar la balanza a favor de LIV Golf. Uno de los componentes del equipo ganador del torneo en el Centurion Club, Hennie du Plessis, ha ganado más dinero en un fin de semana (2,8 millones) que en toda su carrera. El debate moral sobre si los golfistas son cómplices del sportwashing o simples trabajadores inteligentes que pueden ver su vida arreglada en un par de días seguirá presente.
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