Este jueves 8 de diciembre, la etapa de Luis Enrique como seleccionador nacional tocaba a su fin. Hace menos de un mes, el día 11 de noviembre, el propio entrenador aseguraba ser el mejor técnico sobre la faz de la Tierra cuando se le cuestionaba sobre si podría haber alguna persona mejor que él para guiar a España en el Mundial de Qatar que estaba por empezar.
Aunque se trataba de una respuesta con cierta dosis de sorna e ironía, esta fue la manera que tuvo el asturiano de abrir la que sería su última cita con la selección española. Una nueva muestra de su incontrolable ego que le jugaría una mala pasada. El poco tiempo que ha pasado desde entonces y la decepcionante participación del combinado nacional en la Copa del Mundo le han terminado quitando la razón de manera aplastante.
Luis de la Fuente toma ahora el relevo y Luis Enrique dice adiós a la Real Federación Española de Fútbol y a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, las cuales han sido su escudo y su cuartel durante los últimos 4 años, 4 meses y 27 días. Un largo periodo de tiempo en el que han pasado multitud de cosas en la vida del ya exseleccionador. Algunas buenas y otras que no merece la pena ni nombrar por tristes y desagradables. Pero todas han marcado una etapa que arrancó el 9 de julio del año 2018 y que ha concluido ahora, pocos días antes de que se cierre el Mundial de Qatar.
[El mensaje de despedida de Luis Enrique: "Lo que la Selección necesita es apoyo"]
En todo este tiempo, la RFEF ha puesto todo de su parte, andamios incluidos, para que Luis Enrique pudiera crear un proyecto a su medida para intentar llevar a España de nuevo a la élite. Una reconstrucción que ha quedado a medias y que se ha perdido entre algunos buenos resultados y una dosis excesiva de protagonismo que ha provocado que el personaje se haya terminado comiendo al entrenador.
Pobre balance deportivo
España llegó, hace ya más de cuatro años, al Mundial de Rusia 2018 en una situación complicada. Tanto es así que durante la concentración del equipo nacional en tierras soviéticas nunca dejó de resonar con fuerza un nombre. Era el de Luis Enrique. Por aquel entonces, Fernando Hierro era quien se sentaba en el banquillo después de sustituir a Julen Lopetegui.
Tras cuatro partidos y una eliminación en octavos, el que fuera leyenda del Real Madrid, de la Selección y de director deportivo de la Federación decidía dar un paso al lado y abandonar todos sus cargos, tanto el de entrenador interino como el de directivo. Aquello ocurrió un 8 de julio de 2018 y un día más tarde, Luis Rubiales presentaba su primer gran proyecto con Luis Enrique como entrenador.
Arrancaba así una etapa ilusionante que en un principio estaba marcada para durar dos años, aunque el objetivo real era ampliar el ciclo hasta el Mundial de Qatar. El presidente de la RFEF anunció orgulloso la contratación del entrenador asturiano, quien había rechazado ofertas mucho mayores en lo económico por afrontar el reto de dirigir a todo un país, algo que nunca había hecho en su carrera deportiva. Se convirtió en el seleccionador número 55 en la historia de España.
[Así jugará la España de Luis de la Fuente: su esquema, nuevos 'fichajes' y la búsqueda de un líder]
Su etapa ha durado algo menos de cuatro años y medio, eso sí, con un desagradable parón de 8 meses en el año 2019 por culpa de unos gravísimos problemas familiares. En todo este tiempo, Luis Enrique ha dirigido 48 partidos. Pueden no parecer muchos, pero son más del doble de los que tuvo Julen Lopetegui (20) y casi los mismos que Luis Aragonés (54). De esa cantidad de encuentros, España ha ganado 27, ha empatado 14 y ha perdido 7, contando que algunos de ellos como el último ante Marruecos se han resuelto por penaltis y que en otros fue sustituido de manera temporal por Robert Moreno.
Esto hace un porcentaje de victorias del 56,3%. Números muy por debajo del 70% de Lopetegui, el 70,4% de Luis Aragonés o el 76,3% de Vicente del Bosque, quien estuvo al frente del banquillo nacional en 114 encuentros. Luis Enrique se marcha con un número redondo, el de los 100 goles marcados bajo su batuta. De haber entrado aquel intento de Pablo Sarabia que se estrelló en el poste de Bono en el duelo contra Marruecos, habría roto dicha cifra.
Álvaro Morata tendrá para siempre el honor de haber metido los últimos tres goles de la España de Luis Enrique. El que cerró la goleada por 7-0 ante Costa Rica (su última victoria), el que sirvió para empatar contra Alemania y el anotado en la derrota contra Japón. En total, una media de 2,1 goles por partido que contrastan con los 0,8 tantos encajados por encuentro (el total ha sido de 38).
El técnico debutó dos meses después de su nombramiento. Un 8 de septiembre en un partido de la UEFA Nations League que se saldó con victoria a domicilio ante Inglaterra fuera de casa. Una victoria que invitaba a la ilusión en la nueva etapa de la Selección con 'Lucho' al frente. Estas buenas sensaciones fueron confirmadas solo unos días después cuando el 11 de septiembre, España le ganaba 6-0 a la Croacia de Luka Modric que venía de ser subcampeona del mundo en Rusia.
Esta primera etapa de Luis Enrique duró solo siete partidos, con cinco victorias y dos derrotas, antes de que se produjera el desastre. El 23 de marzo de 2019, el asturiano dirigía su último partido al frente de España, el cual se saldó con victoria por 2-1 ante Noruega. Horas más tarde, la expedición volaría rumbo a Malta para un nuevo compromiso y estando allí, el día 25, el técnico recibió la peor llamada de su vida por la cual se veía obligado a dejar de manera abrupta la concentración de España.
El encuentro del día siguiente contra Malta lo dirigiría su segundo Robert Moreno, quien comenzó aquella noche un breve camino en el banquillo más deseado de país. El catalán dirigió al equipo en las victorias frente a Islas Feroe y Suecia en el mes de junio y tras aquellos encuentros, la RFEF decidió el día 19 tomar una determinación. Luis Enrique se apartaba de la Selección hasta nuevo aviso y terminaba el periodo como interino de Robert, que pasaba a ser el primer entrenador con plenos poderes.
Su aventura solo duraría seis partidos más: cuatro victorias y dos empates. El último encuentro dirigido por Robert Moreno fue el disputado contra Rumanía el 18 de noviembre del 2019, solo un día antes de que se anunciara la vuelta de Luis Enrique como primer entrenador tras haber estado unos ocho meses apartado de la esfera pública y deportiva.
Aquel regreso, no exento de polémica, como todo lo que rodea al entrenador asturiano, provocó la ruptura total de su relación con Robert Moreno, quien se sintió con el derecho de continuar en el cargo después de sus buenos números, los cuales habían permitido a España clasificarse para la Eurocopa 2020. 'Lucho' acusó de deslealtad a su sustituto temporal y retomó el proyecto donde lo había dejado.
Llegó la pandemia de la Covid-19 y todo se detuvo, procando que el asturiano no pudiera reaparecer en un banquillo de manera oficial hasta el 3 de septiembre del año 2020 en un partido que terminó con 1-1 contra Alemania fuera de casa. El redebut estaba preparado para el día 26 de marzo, precisamente en un amistoso contra los germanos, pero el coronavirus obligó a cambiar todos los planes drásticamente. Desde aquel momento comenzó la segunda etapa de Luis Enrique en el banquillo de España, la cual no ha estado libre de polémicas, tiranteces y líos sonados ni un solo día.
En todo este periplo, Luis Enrique ha participado en cinco grandes torneos internacionales. Tres ediciones de la UEFA Nations League, la Eurocopa del año 2020 que fue retrasada un verano por la pandemia y el reciente Mundial de Qatar. Los resultados, a pesar del bajo nivel de las plantillas de las que ha dispuesto, han sido escasos y por momentos muy decepcionantes.
[Albert Luque, nuevo director de la Selección: José Francisco Molina deja la RFEF en enero de 2023]
'Lucho' cierra su andadura en el banquillo nacional sin un solo título. La ocasión en la que más cerca estuvo fue en la disputa de la final de la Nations League del año 2021, la cual se perdió contra la Francia de Mbappé, Benzema y compañía. Esta ha sido la competición que mejor se le ha dado al técnico, ya que a pesar de que en la primera edición que disputó no pudo pasar de la fase de grupos, en este 2022 volvió a meter a la Selección en la Final Four.
Sin embargo, no le ha ido tan bien ni en la Eurocopa ni, sobre todo, en el Mundial. En el torneo continental consiguió alcanzar las semifinales. No obstante, estuvo a punto de irse para casa en la fase de grupos tras empatar contra Suecia y Polonia en los dos primeros partidos. Después se obtuvo el pase a octavos tras golear a Eslovaquia y no se volvió a ganar un solo partido en los 90 minutos. Se venció a Croacia en la prórroga, a Suiza en los penaltis y se cayó ante Italia también en los lanzamientos desde los once metros.
El hecho de haber quedado entre los cuatro primeros fue un resultado que se vendió como positivo y que, hasta cierto punto, reforzó la figura de Luis Enrique. Sin embargo, la realidad marcaba que solo se habían ganado dos partidos de los seis disputados y uno de ellos teniendo que recurrir a la heroica de la prórroga. A pesar de esto, la RFEF dio un voto de confianza al entrenador con el reto de revertir la situación camino de Qatar.
Sin embargo, la visita al país árabe ha terminado consumando el mayor desastre posible. El ciclo se ha cerrado con un fracaso estrepitoso que ha dejado como gran señalado al propio Luis Enrique, quien quiso correr el riesgo de ser el líder y el protagonista único de la función orquestando un equipo personalista que ha caído antes de tiempo con un libreto inamovible e impuesto por decreto. Cuatro años que terminan sin títulos en las vitrinas y con decepciones importantes.
Una reconstrucción a medias
Uno de los objetivos de Luis Enrique, además de intentar ganar títulos, era llevar a cabo la enorme transición que venía demandando España desde que en 2014 se agotó por completo la mejor generación de la historia. Julen Lopetegui consiguió encontrar el perfecto equilibrio entre veteranos y nobeles. Sin embargo, con su marcha, todo se descompensó. Y así arrancó la etapa de Luis Enrique.
De la lista de jugadores que fueron al Mundial de Rusia en 2018 a la que fue conformada hace unas semanas para acudir a Qatar solo han continuado seis jugadores: Dani Carvajal, César Azpilicueta, Jordi Alba, Sergio Busquets, Koke y Marco Asensio. Probablemente, muchos de ellos tampoco continúen ahora en la nueva etapa de Luis de la Fuente.
[España se queda sin estrella: Pedri y Gavi, dos 'Golden Boys' sin brillo en el Mundial de Qatar]
Poco a poco, Luis Enrique ha ido intentando modelar a su nueva Selección, pero siempre dando su toque personal. Renovó la portería por completo con el adiós de nombres como De Gea o Kepa para dar paso a Unai Simón, Robert Sánchez y David Raya. Cerró capítulos como los de Gerard Piqué y Sergio Ramos y dio protagonismo a jugadores como Laporte, Eric García o Pau Torres. Convirtió a Busquets en su nuevo líder y también dejó atrás la etapa de futbolistas como Iniesta o Silva.
Además, ha abierto el camino a nombres como Mikel Oyarzabal, Gavi, Pedri, Rodri, Dani Olmo, Ferran Torres o Ansu Fati. Y ha entregado las llaves del gol a Álvaro Morata a falta de un delantero que le ofreciera mayores garantías que el actual ariete del Atlético de Madrid. Por el camino también ha contado, en mayor o menos medida, con nombres como Marcos Llorente, Gerard Moreno, Thiago Alcántara, Gayà, Fabián Ruiz, Adama o Yeremi Pino.
En total han sido 71 futbolistas utilizados y 32 debutantes. El último de ellos, Alejandro Balde, quien hizo su primera aparición en la goleada a Costa Rica después de haber acudido al Mundial por la lesión de Gayà. Nombres como Unai Simón, Busquets, Morata, Rodri o Ferran Torres han sido los más utilizados tanto en número de partidos como en cantidad de minutos durante estos extraños cuatro años de Luis Enrique al mando de la Selección. Morata y Ferran, con 16 y 15 dianas, han sido sus máximos artilleros.
A pesar de todos estos cambios, el seleccionador se marcha sin haber completado con éxito la transición de su plantilla. Ha alargado demasiado la etapa de jugadores como Busquets, no ha conseguido encontrar a hombres de confianza en su relación con el gol y tampoco ha hallado a un portero de garantías ni a una nueva estrella.
[Ounahi, el '8' de Marruecos que no conocía Luis Enrique y dio un recital ante España]
Por si fuera poco, tampoco ha sido capaz de evolucionar el fútbol del equipo a lo que exigían los nuevos tiempos, alternando momentos de brillantez y verticalidad con ratos de sopor y horror como en los últimos capítulos de su libro contra Japón o Marruecos. Ni rastro de las contras que le dieron una Champions en el Barça y sin conseguir reproducir la asfixiante presión alta que hacía a sus equipos temidos en España y Europa.
Para colmo, nunca mostró ni la más mínima esperanza de tener un plan alternativo para ganar partidos, aunque fuera empleando menos posesión de balón y optando por un juego más directo. Siempre le perseguirá haber acudido a la mayoría de sus torneos sin una variante como la que salvó a la España de Vicente del Bosque en aquel mítico partido de octavos contra Portugal en el Mundial de Sudáfrica 2010. Ese Fernando Llorente que siempre se echa de menos cuando más truena y más se necesita.
Rey de la polémica
Cuatro años sin títulos, sin regularidad y sin un buen fútbol constante no han sido el único bagaje negativo de la etapa de Luis Enrique. El seleccionador, si por algo se ha caracterizado, ha sido por vivir en el centro de la polémica, por pisar todos los charcos habidos y por haber y por avivar todos los fuegos a los que se acercaba.
El técnico ha pecado de elevar su figura de líder hasta la enésima potencia. Se excedió en eso de querer parar todos los trenes con el pecho, ya que muchos de ellos ni siquiera pasaban por su estanción. Y se enfrascó en mil y una guerras con la prensa, tanto con aquella que era partidaria de su figura como con aquellos que se consideraban sus detractores. Por momentos, llegó a perder el control como se ha podido comprobar en este Mundial. Muchos no olvidarán la rueda de prensa de los 'tópicos' ni tantas otras.
Esa concatenación de malas decisiones terminó provocando que un sector de la afición se volviera a desenganchar de la Selección y que el otro viviera completamente polarizado, irascible y enfrentado. A menos que su propósito fuera dividir al país, se podría decir que Luis Enrique fracasó en muchos momentos con su exposición. Pecó de llevar demasiado lejos su actitud altiva y arrogante y la hinchada de cansó de ver siempre la misma cara y la misma imagen de un seleccionador poco conciliador que, además, ni ganaba ni enamoraba con su fútbol.
Y para colmo, tuvo casi siempre a un sector muy importante de la afición en contra. A los simpatizantes del Real Madrid, que vieron una vez tras otra como maltrataba a jugadores como Sergio Ramos, Lucas Vázquez o Nacho Fernández en favor de futbolistas del Barça, a pesar de que el conjunto culé se encuentre atravesando una de las peores crisis de juego y resultados de su historia. Esto le llevó por momentos a encontrar el único apoyo del barcelonismo más pasional y exaltado.
Sin embargo, más allá de colores, Luis Enrique consiguió poner de acuerdo en un tiempo récord a muchas aficiones de España. Aquellas que esperaban una vez tras otra que jugadores como Iago Aspas, Sergio Canales, Borja Iglesias, Mikel Merino o Brahim Díaz tuvieran más oportunidades en sus listas. Mientras tanto, prefería convocar a jugadores poco conocidos para así seguir dando la nota.
La última de sus polémicas, y la cual le ha ocupado más tiempo en las últimas semanas, ha sido la de su faceta como streamer. Otra osadía que le ha terminado saliendo cara y que no ha contribuido en nada a que el rumbo de España fuera mejor, o al menos más tranquilo, en el Mundial.
Luis Enrique fue la gran apuesta de Luis Rubiales en 2018 y cuatro años más tarde se marcha sin haber cumplido la mayoría de los objetivos. Además, por el camino ha ido desesperando y cansando a jugadores y aficionados por igual y dejando a su paso a muchas personas descontentas, desilusionadas y decepcionadas. Se cierra una etapa que prometía grandes éxitos al firmar a un entrenador que venía de ganar la Champions y que sigue siendo de los mejores del panorama nacional, pero que no ha sabido dar la talla.