Jude Bellingham, levantando el trofeo de la Champions League en Wembley

Jude Bellingham, levantando el trofeo de la Champions League en Wembley Reuters

Fútbol

Un Madrid épico entra en la leyenda de Wembley

El conjunto blanco levantó su decimoquinta Copa de Europa en uno de los templos de la historia del fútbol mundial.

2 junio, 2024 02:47
Londres

Tenía que ser en la catedral de Wembley donde el Real Madrid ganara su decimoquinta Copa de Europa. Una victoria épica a la altura de muchos de los mitos del fútbol del ayer y del presente. Una Orejona levantada tras resistir el empuje del Borussia Dortmund y derribar ese muro amarillo de una hinchada que creyó que esta vez les tocaba a ellos, que lo anunciaron en una pancarta colocada en el segundo anfiteatro por encima del tifo: "Hemos vuelto a la ciudad para robar la corona".

De eso nada. Ni el muro amarillo que enmudeció a la grada blanca. Ni el juego eléctrico de un equipo serio pudieron con un Real Madrid de leyenda, o con la leyenda del Real Madrid que tanto monta. Era la noche que se despedía Kroos, gran señor. Fue la noche de Courtois cuyas manos fueron el muro que sostuvo a los blancos. Fue la noche de Vinicius, de su dentadura vacilona, de su hambre de gol, de la ceja disparada de Ancelotti. Y de un equipo unido en su capacidad de ganar en dos llegadas, tras sufrir mucho.

Esto no es una crónica sino un relato de sensaciones vividas, de impresiones urgentes, un repaso a las leyendas que hicieron Wembley, el escenario perfecto -único, podríamos escribir- para que el Real Madrid llevara a su museo el trofeo que le acredita como Rey de Europa. Por decimoquinta ocasión.

El estadio de Wembley durante la celebración de la Champions League del Real Madrid

El estadio de Wembley durante la celebración de la Champions League del Real Madrid Reuters

Faltaban unos minutos para las cinco de tarde cuando llegué a la estación de metro Wembley Park. De un andén a otro, dos tribus -una amarilla, la otra blanca -se desafiaban con cánticos y gestos. La gran mayoría de los blancos han venido conmigo en el metro de la línea de Jubileo.

En 11 paradas han interpretado el repertorio merengue casi completo: Del "Hala Madrid y nada más" al "¿Cómo no te voy a querer si fuiste campeón de Europa una y otra vez". De vez en cuando, corean un "Gibraltar, español". Casi para nosotros, porque los pocos locales que hacen el viaje con nosotros es dudoso que identifiquen ese Gi-Blar-Tár con su Yibrolta.

La muchedumbre aborda la avenida peatonal que une la estación de metro con el estadio de Wembley ajena a los paneles que narran una de las mayores derrotas de Londres. Fue frente a París y tuvo lugar a finales del siglo XIX. El dueño de este terreno, el magnate victoriano Sir Edward Watkin quiso construir un parque de atracciones.

Impresionado por la recién inaugurada Torre Eiffel de París encargó otra un poco más alta. En 1896 se abrió al público lo construido: el público podía subir en ascensor hasta el primer piso, 47 de los 359 metros previstos sobre plano. El parque atrajo a 120.000 visitantes, llegados a disfrutar de bandas de música, bares e instalaciones deportivas...

Entonces hubo que parar: los cimientos se hundían. Cuando el magnate murió, en 1901 ya no había dinero para acabar la torre. Fue demolida en 1904 y sus cimientos volados con dinamita en 1907.

Ambiente en Wembley antes de la final Iñaki Gil

Sin reparar en este primer hito fracasado de Wembley la masa blanca y amarilla, sin mezclarse pero también sin tensión, camina hacia el estadio. Cordones policiales, discretos pero disuasivos. Sin armas, ni cascos, 'This is London'. Eso sí se confunde con los fans alemanes porque la policía inglesa lleva uniformes amarillos.

Me habría gustado tomarme una cerveza en el White Horse pero está reservado para un evento privado. El pub White Horse de Wembley abrió sus grifos por primera vez en 2020 y fue bautizado con ese nombre en recuerdo de la primera final de la Copa FA disputada en este estadio en 1923. "La muchedumbre, muy superior a lo esperado, invadió el terreno de juego. La policía tuvo que intervenir para despejar la zona y entre ellos había un agente montado en un caballo blanco". Fue la foto del día y, aquel partido fue bautizado 'La final del caballo blanco'.

"Si non è vero"… eso explica, el promotor urbanístico de la nueva área de Wembley. En realidad es uno de los más de cuatrocientos bares gestionados por Fullers, uno de los fabricantes de cervezas más señeros de Londres, adquirido hace unos años por el grupo japonés Asahi. Es uno de los 281 pub llamados White Horse que es el octavo nombre más común según el censo de bares que encabeza la denominación Red Lion, con 547 locales.

Me había prometido a mí mismo que, aunque el local sea modernamente viejo, esta noche me tomaría una pinta. Al fin y al cabo, está reservado tras el partido para los hinchas del Madrid. Uno es seguidor del Alavés pero entre el Real Madrid y el Borussia Dortmund, siempre con el equipo español. Así que en cuanto trasmita este texto, bajo al pub.

La afición del Borussia Dortmund canta 'You'll Never Walk Alone' antes de la final Iñaki Gil

En 1923 Wembley no se llamaba así sino Estadio Imperial y acabada de ser inaugurado por el rey Jorge V. En 1924-25, Wembley acogió la Exposición del Imperio Británico: participaron. 50 naciones y fue visitado por 27 millones de personas.

En 1948, Wembley ya era Wembley y acogió los Juegos Olímpicos llamados de "la austeridad". Tiempos de postguerra gris. En su recuerdo la avenida que da acceso a la puerta principal del estadio fue rebautizada para los juegos de 2012 como Camino Olímpico. Los puestos de hot dog tienen cola. Se echa de menos una jamomería. El falafel nos recuerda que estamos en 2024, en plena era multicultural.

La entrada de los vips de la UEFA está discretamente dispuesta bajo la escalinata que hace de podio a la estatua de Bobby Moore, capitán de aquella selección inglesa campeona del mundo en 1966, el primer Mundial que mi generación recuerda. Pasó aquí en el viejo Wembley de las dos torres pero lo vimos por televisión en blanco y negro. Londres en la cima de la modernidad: la minifalda y los Beatles que tocaron aquí.

Como los Rollings Stones. Como ABBA y Bowie en los 70. Luego, en 1985 fue el momento de Freddy Mercury cantando, camiseta de tirante ceñida y sobacos peludos al aire, 'Bohemian Rhapsody'. Estamos en 1985, y el Live Aid tiene una audiencia planetaria. Madonna, Tina Turner, y después Blue, Oasis y las Spice Girls.

Actuación de Lenny Kravitz en la final de la Champions League Iñaki Gil

Pienso en todos esos grandes, cuando a 15 minutos para el pitido inicial, irrumpe con gran despliegue pirotécnico en escena Lenny Kravitz. Pitos alemanes, silencio indiferente español. Tres éxitos encadenado y mucha llama en 5 minutos, mucho decibelio y mucho número coral. Pero poca gaseosa, que dicen en Euskadi. No todo lo que viene de Estados Unidos se puede copiar tal cual. El respetable se quedó frío ante tanta pirotecnia.

Aquí hemos venido a ver un partido de fútbol que es cosa seria aunque dos espontáneos en calzón corto se chotearan de la autoridad. Tanto control de identidad para que se te cuelen dos piernas. Ridículo.

Rodó el balón y el Real Madrid se aculó en su área mientras Füllkrug y Adeyami penetraban como el cuchillo en el merengue. Sólo Vinicius estiraba a los blancos. Hasta que se pasó de frenada en una entrada al portero que le costó la amarilla. Courtois defendía la última trinchera del Madrid.

No supo matar el Borussia el partido y el Madrid, tras el descanso se reencontró consigo mismo. Como si en el vestuario se hubiera mirado en el espejo y este le hubiera devuelto la imagen de su leyenda. Dos golazos de Carvajal y Vinicius redujeron al silencio al bullanguero muro amarillo.

'Así gana el Madrid' atronó el estadio. Y se cantó el "We are de Champions", el 'Hey Jude' y el 'Viva España'. El Madrid con cuatro jugadores -Nacho, Carvajal, Modric y Kross- que igualan a seis los trofeos de su máxima leyenda, Gento.