El Fútbol Club Barcelona es ya oficialmente un polvorín. Cuando parece que no puede haber un lío más en una entidad marcada por la inestabilidad en los últimos tiempos, siempre hay lugar para otra sorpresa. La imagen del club culé se está viendo muy deteriorada por las artes de una directiva comandada por Joan Laporta que parece manejar su juguete a impulsos.
El último giro de tuerca tiene que ver con el banquillo. Después de implorar a Xavi Hernández que reconsiderara su marcha y que se quedara, el presidente decidió este pasado viernes prescindir de los servicios del entrenador una vez que termine la temporada. El elegido para ocupar el puesto que se quedará vacío es Hans-Dieter Flick, alguien a quien se agarran como el salvador deportivo del desastre.
Dentro del despropósito en el que se ha convertido el Barça a todos los niveles, al menos la elección del técnico alemán parece un gran acierto. La dirección deportiva pasará de apostar por un entrenador novel y joven como Xavi Hernández, a un perfil totalmente diferente como el de Flick que tratará de aportar la experiencia que se busca y que cumplirá los 60 años el próximo mes de febrero.
Una figura que a punto estuvo de tomar otro camino muy diferente al fútbol. Y es que cuando el alemán era apenas un joven que había cumplido la mayoría de edad y que estaba finalizando sus estudios, llegó a rechazar una oferta del Stuttgart para trabajar en un banco. "Buscaba una salida laboral para el día de mañana", llegó a comentar el germano, que no sabía si iba a poder ganarse la vida con un balón.
Su decisión posterior bien le valió una trayectoria como jugador primero y como entrenador después. También en los despachos en su trabajo como director deportivo. Ahora está a punto de ser confirmado como nuevo entrenador del Barça y de vivir su primera experiencia en España.
Humilló al Barça
Flick comenzó su relación con el fútbol en las categorías inferiores del Sandhausen. Muy aficionado al Bayern desde pequeño, cuando el club de sus sueños le llamó para defender su escudo en el césped no lo dudó ni un solo segundo, así que jugó para el equipo bávaro entre 1985 y 1990. También jugó en el Colonia y colgó las botas en el Bammental.
Siempre tuvo claro que su vinculación con el fútbol no podía terminar ahí, así que se reconvirtió en entrenador y se formó para ejercer también en los despachos. Tras entrenar en el Bammental y en Hoffenheim, en el Salzburgo ejerció de segundo entrenador, el gran trampolín para lo que estaba por llegar.
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En 2006 entró a formar parte del cuerpo técnico de la selección de Alemania de la mano de Joachim Löw, y ahí es donde empezó a dejar su impronta en serio en el mundo del fútbol. Ocupó aquel puesto hasta 2014 y el legado que dejó fue el de un segundo puesto en la Eurocopa 2008, un tercer puesto en el Mundial 2010, unas semifinales en la Eurocopa 2012 y sobre todo la victoria en el Mundial 2014.
Como director deportivo trabajó con Alemania y con el Hoffenheim, pero en 2019 el Bayern tocó a su puerta y Flick no lo dudó ni un instante. "Cuando llegó al propuesta no tuve que pensarlo dos veces, el Bayern es un lugar top que está en mi corazón", comentó al respecto.
Entró como segundo entrenador, pero a los pocos meses ya se encontraba tomando el relevo de Niko Kovac, que fue destituido por su mala relación con los futbolistas. Ahí todo cambió, Flick se hizo cargo del equipo y con el Bayern terminó consiguiendo una Champions, dos Bundesligas, un Mundial de Clubes, una Copa, una Supercopa de Europa y otra de Alemania.
Para el recuerdo, en el camino hacia aquella Champions League de 2020 firmó la histórica humillación que quedará para siempre precisamente en los libros de historia del Barça. Flick era el entrenador de aquel Bayern que ganó por 8-2 al Barcelona y dejó un recuerdo imborrable.
En su última etapa como seleccionador de Alemania, eso sí, no tuvo tanta suerte. Tras dos años en el cargo en los que la selección germana no estuvo a la altura, terminó siendo destituido en septiembre de 2023.
Un gestor de grupo
El Barça se va a encontrar con muchas bondades con la llegada de Hansi Flick. La apuesta deportiva parece acertada con el estilo de juego que busca el Barcelona, ese que aboga por el buen trato del balón, un fútbol vistoso y la presión alta para recuperar el esférico cuanto antes.
En el Bayern, Flick jugó con un sistema 4-2-3-1 habitualmente con los futbolistas en posiciones escalonadas para dar más facilidad de pase a los compañeros. Centrales abiertos para sacar el balón, un centrocampista incrustado entre ellos y laterales largos para aprovechar los espacios.
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Además, ya contó con Robert Lewandowski a sus órdenes y supo sacar una de las mejores versiones del delantero polaco. Con Flick, el ariete se cansó de marcar goles, algo que le vendría también muy bien en el Barça después de una temporada discreta.
Siempre ha destacado acerca del entrenador germano la facilidad que tiene para gestionar grupos, especialmente esos que cuentan con grandes estrellas y egos fuera de lo común.
En el Bayern recompuso una plantilla que estaba en contra de su anterior entrenador y conformó un equipo imbatible. "La puerta del míster siempre está abierta, tiene una manera muy positiva de liderar el equipo, nunca había visto nada igual", llegó a decir David Alaba hace tiempo.
"Nos hace sentir a todos importantes. Creo que hemos entendido bien su manera de entrenar y de jugar", fueron las palabras de Coutinho poco después de conocerle como entrenador. Y sobre el modelo de juego Kimmich también se llegó a pronunciar en el Bayern: "La manera en la que nos proyectamos adelante es claramente consigna suya".
Con Xavi ya fuera del Barça a la espera de que se termine la temporada, en el club culé ya tienen claro que su apuesta es la de Flick. Quizás con él se terminen los capítulos extravagantes que siguen rompiendo la imagen de la entidad cada día y llegue la estabilidad que sus socios reclaman.