El proyecto de la Superliga Europea vio la luz el pasado mes de abril. La competición, con 12 clubes fundadores, no tardó en venirse abajo tras la ofensiva de instituciones, aficionados y hasta gobiernos como el británico. Sin embargo, la nueva liga confirmaba la evidencia de que el sector del deporte, y del fútbol en concreto, estaba pasando por una crisis. Meses más tarde, y con Real Madrid, Fútbol Club Barcelona y Juventus defendiendo aún esa idea, organismos como la FIFA han reconocido abiertamente la debilidad económica que atraviesa el mercado. La UEFA, todo lo contrario.
La institución que rige el fútbol mundial siempre adoptó una postura muy diferente a la de Aleksander Ceferin y su equipo de trabajo. Frente a las amenazas del presidente de la UEFA, Gianni Infantino y su FIFA defendieron un acuerdo entre las partes implicadas con el objetivo de mejorar la situación del sector. Una actitud que, de hecho, provocó que pesos pesados como Javier Tebas, presidente de LaLiga, le acusaran de ser una de las manos ocultas que gestionaba la creación de la Superliga Europea.
Pese a defender siempre la negociación para calmar los ánimos, han sido los hechos y los proyectos los que han confirmado que la FIFA ha avistado la pérdida de interés en el nuevo público. Una nueva generación que busca un consumo del deporte diferente y que, salvo sorpresa, provocará un cambio en las competiciones deportivas de los próximos años. La FIFA apostó desde hace tiempo por la innovación -o simplemente por el negocio- con, por ejemplo, la creación de un nuevo Mundial de Clubes. El gran proyecto, ahora, es el de un Mundial de selecciones cada dos años en vez de cada cuatro.
Este cambio de calendario propuesto por la FIFA, y que a falta de fecha podría votarse el próximo mes de marzo, supondrá una revolución histórica en el calendario del fútbol mundial. Además, afectará también a otros eventos deportivos de impacto como los Juegos Olímpicos, que sí son cada cuatro años y que también cuentan con el fútbol como disciplina. La justificación de este Mundial, como alertó la Superliga, es la pérdida de interés en los espectadores.
"Si no queremos perder a los jóvenes del fútbol hay que ofrecerles posibilidades para emocionarles. No hay nada como un Mundial cada dos años para esto. Se ha hecho una encuesta y la generación más joven quiere un Mundial con más frecuencia después de más de 100.000 votos", reconoció Infantino en una conferencia telemática este lunes donde se trató el tema. El proyecto cuenta con numerosas críticas, pero todo apunta a que saldrá adelante tras confirmarse un aumento de ingresos cercano a los 4.400 millones de dólares.
Este cambio de formato en la competición es el último ejemplo del camino que espera seguir el sector deportivo. La crisis económica generada por la Covid-19 solo ha sido el detonante y los datos que manejan los dirigentes del fútbol suponen una alerta para la sostenibilidad de lo que al fin y al cabo también es un negocio.
La UEFA y su escasa revolución
El organismo que dirige Aleksander Ceferin ha entrado en guerra en las últimas temporadas con diferentes entes. El más reciente es el de la Superliga, un frente por el que Aleksander Ceferin estuvo a punto de caer en un delito de desobediencia. El presidente de la UEFA rechazó con contundencia esta nueva competición y llegó a amenazar con expulsar de la Champions a los clubes fundadores.
La acción de la Justicia lo evitó, pero la tensión de Ceferin con los impulsores se mantiene. Por ello, y para intentar sofocar esta corriente, confirmó la llegada de una nueva Champions League que se había negociado con los grandes clubes de Europa. El gran problema de esta, además de que no entraría en funcionamiento hasta 2024, es que cuenta con un formato complicado y donde solo se aumentará el número de los partidos y no la calidad de estos.
Más allá de esto, la UEFA no ha dado más detalles sobre su necesaria revolución. Una de las opciones que se baraja es la de instaurar una Final Four al estilo del baloncesto, lo que permitiría desarrollar el tramo final de la competición europea en una misma sede acompañada de otros muchos eventos que movieran masas. Sin embargo, el organismo de Ceferin no termina de convencer y las críticas a su gestión, especialmente en lo que respecta al control del Fair Play Financiero en los clubes-Estado, aumentan con el tiempo mientras Superliga y FIFA siguen impulsando una modernización del fútbol.
[Más información - Aleksander Ceferin, sobre el sorteo de Champions: "No fue un error humano, fue un error de la UEFA"]
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