La situación del Barça es "dramática". Joan Laporta utilizó ese calificativo para poner en relieve los problemas financieros que tiene la entidad. Es la herencia que Josep Maria Bartomeu y su junta directiva dejan a base de un derroche de millones e hipotecando el futuro del club. Al final, lo que se encontró el nuevo presidente era mucho peor que lo que se temía.
Al Barça no le queda otra que apretarse el cinturón. Seguirá siendo así un largo tiempo. La deuda, como se anunció, asciende hasta los 1.350 millones de euros. Desglosada son 617 millones de deuda bancaria, 389 millones de jugadores, 56 en compromisos del Espai Barça, 90 millones de litigios, 40 millones de abonos que no se cobrarán y 79 de derechos de televisión avanzados.
Pese a todo, Laporta dijo que espera que en un par de años la economía del club esté saneada. Para ello se han tomando decisiones drásticas y dolorosas desde ya, como rechazar firmar el acuerdo entre LaLiga y el fondo CVC aceptando así la salida de Leo Messi ("triste pero necesaria", como dijo el presidente). Entre esto y otras acciones se ha conseguido 'salvar' la formación de la plantilla para esta temporada.
Al rechazar el 'chantaje' que le hizo Javier Tebas para poder inscribir a Messi, Laporta ha evitado aumentar la deuda del Barcelona en otros 270 millones más y situarla en los 1.620 millones. Además, el evitar el pago de un nuevo contrato de Messi, que a pesar de la rebaja pactada se iba hasta los 350 millones de coste para el club, ha destensionado la planificación deportiva y económica de la entidad a corto y medio plazo.
Una decisión dura y difícil, pero la más responsable por el bien del Barça. Laporta salva así, de momento, la quiebra que provocaría convertir el club en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). De haber firmado con LaLiga y CVC, la entidad hubiera hipotecado un 10,95% de los derechos audiovisuales por medio siglo. Todo ello sin lograr un ingreso directo, puesto que el acuerdo con el fondo es realmente una deuda más para sumar a la colección.
De esta forma, el Barça, como los otros tres que renunciaron a firmar el acuerdo (Real Madrid, Athletic y Oviedo), conservará sus ingresos por derechos televisivos intactos y no estará obligado a recibir la inyección económica que repercutía directamente en los próximos cincuenta años de vida de la entidad.
Messi era imposible
El 'no' a la firma con CVC se hizo pensando en el futuro y el 'no' a la renovación de Messi por salvar la economía a corto plazo. El contrato pactado con el argentino, y que ascendía a 350 millones de euros en su totalidad, era imposible. Era algo que no se podía llevar a cabo, ni siquiera con la opción de realizar pagos en diferido, que hubieran puesto al jugador y al club bajo la lupa de Hacienda. Además, el Barça tiene un margen de maniobra muy corto debido al préstamo de 595 millones de euros de Goldman Sachs (a un interés del 1,9%) para refinanciar una parte de la deuda.
"Al ver la situación de la entidad y las negociaciones, pensamos en priorizar los intereses del club", explicó Laporta sobre el momento en el que se aceptó que lo mejor (y lo único viable por el bien de la entidad) era decir adiós a la leyenda más grande de la historia del Barcelona.
Cumpliendo la norma
Con la salida de Messi por descontado, el Barça de Laporta también ha tenido que tomar más decisiones para cumplir con el límite salarial de LaLiga y, de paso, poder inscribir a los fichajes realizados. "Aquí ha habido de todo porque, como no hemos cometido el error de aceptar lo de CVC, pues LaLiga está muy vigilante. Y nosotros solo podemos hacer lo que estamos haciendo: cumplir la norma a rajatabla", afirmó el presidente culé.
Dicho y hecho. Cinco salidas previas (Aleñá, Todibo, Matheus, Trincao y Junior) y, más importante aún, la rebaja de Gerard Piqué del 50% de su salario han servido al Barça para inscribir a Memphis Depay y Eric García. Queda Agüero, pero no corre prisa y, además, se conseguirá cuando se acuerden las rebajas salariales de los otros capitanes del equipo: Sergio Busquets, Sergi Roberto y Jordi Alba.
Esta es la realidad del Barça, la de un club que tenía 347 millones de límite salarial hace no mucho y ahora está en 88. Un Barça que acumula 481 (2020/2021) y 97,5 millones (2019/2020) de pérdidas en las últimas dos temporadas. La apertura del Camp Nou ayudará a reponerse poco a poco, pero no es suficiente como para pensar en una recuperación inminente de la entidad.
Así ha sido un verano de auténtica locura en Can Barça y de toma de decisiones difíciles. Se ha salvado la plantilla de la próxima temporada, aunque todavía queda remar de cara al futuro. Lo más importante ahora es seguir esta línea y no volver a caer en los pecados de la 'era Bartomeu' por ir con prisas. Tampoco valen las mentiras. Laporta ha elegido el camino difícil, que a su vez es el único que de verdad vale para sanear un club que está al borde de la quiebra.
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