Desde que la madrugada del domingo a lunes se oficializara la creación de la Superliga Europea, las amenazas y las presiones políticas a los clubes fundadores fueron creciendo hasta conseguir que solo 48 horas después el proyecto se viniera abajo como un castillo de naipes tras la salida de los seis equipos ingleses.
FIFA y UEFA movieron los hilos para que todos los gobiernos y hasta Bruselas se mostraran contrarios a la creación de la Superliga. Ceferin encontró entonces en Boris Johnson a su mejor aliado contra los presidentes de los 12 equipos fundadores.
El presidente de la UEFA contó entonces con el apoyo del primer ministro británico para desarticular la Superliga a través de un nuevo 'brexit'. En la noche del martes, los seis clubes de la Premier, que figuraban como fundadores de la nueva competición continental, anunciaban su adiós y daban jaque mate a la Superliga al menos por el momento.
El aliado de UEFA
Esta vez el gol lo marcó Boris Johnson en su afán de desvincularse de Europa también en el fútbol y apoyar el crecimiento de la Premier League en contra de cualquier competición continental. El primer ministro británico ya había avisado de buscar incluso una "solución legislativa" contra el Big Six que pretendría unirse a los otros grandes equipos europeos.
Johnson se reunió el martes con representantes de la Federación Inglesa (FA), de la Premier League y de aficionados al fútbol para trazar un plan contra los seis equipos ingleses disidentes. Las presiones políticas al más alto nivel provocó que Manchester City y Chelsea fueran los primeros en dar marcha atrás encandilados también por la promesa de más millones de la UEFA y de una permisividad especial para ellos con el Fair Play Financiero.
Inglaterra fue así capaz de realizar un nuevo 'brexit', esta vez en el fútbol, y dinamitar en pocas horas el acuerdo para la organización de una Superliga Europea. Ceferin celebraba la victoria de su curioso aliado en esta guerra y mantuvo conversaciones con los representantes de los equipos ingleses para darles de nuevo la bienvenida al redil de la UEFA.
La Superliga, sin los equipos ingleses, se resquebrajaba y en la mañana de este miércoles tanto los equipos italianos como el Atlético de Madrid anunciaban su marcha de la competición, dejando solos a Real Madrid y Barcelona en la cruzada contra la UEFA y las malas artes de Ceferin.
Las consecuencias de este 'brexit' ya se deja notar también en los resultados de los grandes clubes. La Juventus se desploma hasta un 14% en la Bolsa de Milán tras la espantada inglesa y el fracaso de esta Superliga. Mientras, el Barcelona, único club que se mantiene con el Real Madrid, vuelve a ver el futuro con pesimismo y una deuda de 1.173 millones de euros.
UEFA y el antieuropeísmo
Este primer intento de la Superliga puede no ser el último y, quizá, sí sirva como germen para el futuro. Además, la industria del fútbol sigue teniendo pendiente una renovación en un mercado que ha cambiado y tras las graves consecuencias económicas que ha dejado la pandemia en los grandes clubes.
"El fútbol es de los fans", han repetido en numerosas ocasiones durante las últimas horas los críticos de la Superliga. Curiosamente, estos mismos son los que se llevan un Mundial a Catar, los que apoyan a los clubes estado y los que jalean las inversiones de oligarcas en diferentes equipos.
La industria del fútbol continúa necesitando un cambio y una modernización al más alto nivel. Porque esto no va de UEFA o Superliga, sino de frenar la caída para que el fútbol continúe siendo el deporte rey en el siglo XXI.
El triunfo de la UEFA es el del antieuropeísmo de Boris Johnson, el de los petrodólares y el de los clubes estado de Catar y Emiratos Árabes Unidos. Ese es el futuro del fútbol continental que cada vez es, precisamente, menos europeo.
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