La Superliga Europea pasa por un momento crítico a poco más de 48 horas del anuncio de su creación. El motivo no es otro que la fuerte respuesta que encontró desde la UEFA y la FIFA, otros organismos, como las ligas nacionales, y hasta miembros de la política, en especial el primer ministro británico Boris Johnson. La UEFA ha tomado la delantera, pero ¿cómo?
En primer lugar, la UEFA saltó de forma agresiva en contra de la Superliga y los 12 clubes fundadores, con amenazas de sanciones y expulsiones de las competiciones que se reprodujeron en los países de los implicados (véase Inglaterra, Italia y España). Tras esa primera fase llegó la de 'contraatacar' con anuncios para mejorar el fútbol europeo, que en otro contexto no hubieran llegado nunca.
Ante el temor de que el apoyo hacia la Superliga creciera, la UEFA se alió con un fondo de inversión para crear un presupuesto de 4.500 millones de euros, que podría ascender hasta los 7.000. Una inyección directa a la Champions League, cuyo nuevo formato (con 100 partidos y 36 equipos) fue anunciado el lunes.
Gesto a los apoyos
De forma paralela se reforzó la relación con los dos grandes opositores a la Superliga entre los clubes: el PSG y el Bayern Múnich. Nasser Al-Khelaifi, presidente del club parisino, y Karl-Heinz Rummenigge, director general de los bávaros, fueron ratificados como representantes de la Asociación Europea de Clubes (ECA) en el Comité Ejecutivo de la UEFA hasta 2024. Javier Tebas, presidente de LaLiga y otra de las voces más contrarias a la Superliga, fue ratificado como representante de las Ligas Europeas (EL).
El presidente de la UEFA ha hablado con los políticos y les ha contado mentiras
La UEFA se hizo con el apoyo político para contrarrestar la Superliga. En una entrevista a L'Équipe, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de la nueva competición, advirtió sobre ello: "Las reacciones son negativas porque algunos han dicho mentiras [...] El presidente de la UEFA ha hablado con los políticos y les ha contado mentiras".
El gran opositor desde el sector político fue Boris Johnson, primer ministro británico. Amenazó con "una bomba legislativa" para impedir que los equipos ingleses participasen en la Superliga Europea y acusó a los doce clubes fundadores de "actuar como un "cartel".
Fue ahí cuando comenzaron las dudas entre algunos de los ingleses, destacando Manchester City y Chelsea. Se sumaron entonces las protestas de los aficionados, con pancartas y manifestaciones a las puertas de los estadios ante el temor -equivocado- de que la Superliga acabara con la Premier League. Con los clubes contra las cuerdas, el City fue el primero en bajarse del barco y a medianoche le siguieron los otros cinco equipos británicos (Chelsea, United, Liverpool, Tottenham y Arsenal).
Una oferta y el Fair Play
Detrás de esa decisión conjunta de los clubes ingleses también estuvo la UEFA que, según Mundo Deportivo, ofreció una suma de dinero importante a todos ellos por dejar la Superliga. La oferta no llegó a los clubes españoles, a sabiendas de que su situación era diferente y tanto Real Madrid como Barcelona y Atlético tenían el convencimiento de que la Superliga era la mejor opción.
Un último detalle que decantó la balanza del lado de la UEFA: el Fair Play Financiero. Una de las premisas de la Superliga es que serían los propios clubes los que pondrían su límite económico, en contra del famoso Fair Play que castigaba a los grandes y suponía un freno en plena época de crisis. La UEFA, que ya tenía planeado reestructurar la normativa, aprovechó al tesitura para mostrarse todavía más flexible con los clubes y terminar de convencer a los ingleses para salir de una competición que amenaza su vida.
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