La Fórmula 1 ha sido ejemplo en las últimas décadas de que la paz organizativa entre los dueños de la competición (FOM), el regulador (FIA) y las distintas escuderías que compiten es clave para hacer crecer el espectáculo del Gran Circo.
Los grandes pactos entre todas las partes que regulan, sobre todo, el reparto de los ingresos por los derechos televisivos y las líneas maestras de los planes de desarrollo de la competición se conocen como Acuerdos de la Concordia. El primer pacto se firmó el 19 de enero de 1981, con una duración de seis años.
Desde entonces y hasta ahora, periódicamente se han ido firmando nuevos acuerdos, siempre bajo el secretismo de la negociación entre las escuderías y los dueños de la Fórmula 1. Sobre el papel, el reparto de los ingresos televisivos a cada equipo va en función de la clasificación del mundial de escuderías. A mayor puesto en esta clasificación más dinero ingresa el equipo.
Pero el secretismo de los acuerdos de la concordia y algunas filtraciones que se han conocido en los últimos tiempos han demostrado que el reparto no es equitativo ni igual de proporcional para todos.
El caso Ferrari
La escudería italiana es, junto a McLaren, el único equipo que participa en el Mundial de Fórmula 1 desde sus inicios, hace ya más de 70 años, y uno de los emblemas en el mundo del motor. Ferrari ha sido siempre una de las escuadras bajo la lupa en el reparto de ingresos.
El propio Bernie Ecclestone, antiguo presidente de la Fórmula 1 y creador de los Acuerdos de la Concordia, reconoció en 2008 que Ferrari siempre ganaba más dinero en el reparto de los ingresos televisivos de los que les correspondían.
"No se pueden quejar de nada, porque saben que ganan mucho más dinero que cualquier otro", explicaba entonces. "Ellos lo saben perfectamente. No son estúpidos, aunque tampoco son tan inteligentes. Cuando ganan el campeonato de constructores, como ocurrió este año, obtuvieron 80 millones más que si lo hubiese ganado McLaren", afirmaba Ecclestone.
El poder de Ferrari podría incluso ir más allá. En 2019, una investigación por parte de la FIA a los motores del fabricante italiano acabó en un acuerdo privado y secreto entre ambas partes. Se desconoce qué encontró el máximo organismo del automovilismo mundial en aquellos propulsores que no cumpliera con el reglamento vigente ni tampoco cuál fue la sanción o qué limitaciones se le aplicaron en la temporada 2020 o si la mejora en el rendimiento este 2021 tiene que ver con el levantamiento de esas supuestas limitaciones.
Trato de favor
Es evidente que la gestión de las 10 escuderías que hay en Fórmula 1 es mucho más sencilla que la de los clubes que disputan la Champions League (32 por edición en el formato actual). Pero la amenaza de una excisión ya ha sobrevolado alguna vez el Gran Circo y los Acuerdos de la Concordia han servido para poco a poco ir reagrupando a todos, aunque nunca hasta el punto de que todos los equipos hayan sido capaces de negociar un pacto de forma conjunta.
Pero sí que es cierto que aunque no sea igualitario la gestión de egos y la concesión de tratos de favor a determinadas partes ha resultado clave para lograr la paz en la F1 y puede acabar siendo una solución para el mundo del fútbol.
Los 12 clubes fundadores de la Superliga clamaban contra la todopoderosa UEFA de Aleksander Ceferin porque no están desacuerdo con el reparto de los ingresos y el máximo organismo del fútbol continental responde con puño de hierro amenazando con apartarles de todas las competiciones.
Sea como fuere, y si quieren seguir el ejemplo de la Fórmula 1, ambas partes parecen condenadas a entenderse puesto que ni la Superliga ni el nuevo formato de la Champions League agradan a la mayoría así que un acuerdo sería la única solución que evite romper el fútbol en dos competiciones sin consenso. Tras la rápida disolución de los clubes de la nueva competición, el acuerdo parece más cerca para arreglar la situación.
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