Que el Valencia es un polvorín no pilla a nadie por sorpresa, pero la velocidad a la que genera polémicas y disputas internas empieza a hacerlo. La última ha sido protagonizada por otro futbolista del primer equipo, Geoffrey Kondogbia. Su rajada contra el presidente del club y mano derecha de Peter Lim, Anil Murthy, complica más aún si cabe la relación entre el vestuario y la directiva. El club atraviesa una crisis institucional en toda regla.
Kondogbia estallaba por la negativa del Valencia a dejarle salir al Atlético de Madrid. El pago de la cláusula del Arsenal por Thomas, habilitó la posibilidad al conjunto rojiblanco de poder fichar un reemplazo en La Liga hasta el 5 de noviembre. El elegido era Kondogbia, que habría llegado a un acuerdo con Murthy de si llevaba una oferta al club se le permitiría salir. La oferta llegó, pero no se le dejó salir.
"Después de haber destruido un proyecto ambicioso, has tenido que engañar a tu entrenador y por último a mí. Gracias Anil Murthy", estallaba Kondogbia en su Instagram. El centrocampista francés se enfadaba porque no se le dejó salir (el Valencia no quiso porque el Atleti solo ofrecía una cesión sin opción de compra) y, de paso, reaviva otro fuego recordando el 'engaño' que había sufrido Javi Gracia, entrenador che.
La segunda de las 'falsas promesas' de Anil Murthy fue la que le hizo a Gracia. Le prometió al nuevo técnico del primer equipo que llegarían fichajes cuando el navarro debió alterarse al ver cómo se iban las piezas más importantes de la plantilla durante las primeras semanas del mercado de fichajes. No llegó ni uno solo. Hubo negociaciones, futbolistas a punto de llegar a Mestalla como Capoué, pero el mercado se cerró sin una sola incorporación y muchas salidas.
El mercado responsable de Murthy
El motivo de eso es la difícil situación financiera a la que se enfrentaba el Valencia de cara el verano. La crisis del coronavirus había golpeado a la institución como al resto de equipos, pero su caso se veía aún más agravado por el hecho de no haberse clasificado para competición europea. Sí la jugó la temporada pasada y todos esos ingresos dejaron de llegar. El desastre deportivo y la crisis dejó en un callejón sin salida en el que la directiva actuó con responsabilidad.
No se renovó a Garay, luego se fueron Parejo y Coquelin al Villarreal dejando 6,5 millones entre los dos, después se vendió a Ferran Torres al City por 23 'kilos' y las semanas se cerró la venta más cara, la de Rodrigo Moreno al Leeds por 30 millones. Cinco pesos pesados del equipo se iban y con ellos sus respectivas fichas. En total, casi 60 'kilos' ingresados y varios millones más ahorrados en salarios.
El Valencia y Murthy hicieron lo que debían hacer con las salidas de sus estrellas. Era la única forma de actuar de manera responsable y no llevar a la ruina al club. El problema estuvo en las formas y en las conversaciones con mantuvieron con un Gracia al que prometieron fichajes que nunca llegaron. Quizás lo sabían desde el principio o quizás se les echó el tiempo encima, pero la realidad es que el técnico se acabó sintiendo engañado.
Las cuentas se han salvado mientras se reza por que el público vuelva más pronto que tarde. La falta de transparencia de Murthy ha dinamitado la confianza del vestuario y de la afición, si es que quedaba en ella. El futuro se ve negro, con una plantilla mucho más inferior a la de la temporada pasada, casi depositando toda esperanza en la cantera y en el saber hacer de Gracia y con la patata calienta estas semanas de ver qué ocurre con Kondogbia.
Lim no se va
Y mientras Lim parece que no tiene intención de querer abandonar el barco, tal y como se rumoreó días atrás. El propio Anil Murthy, que hizo repaso esta semana de la ruina económica del club con aspectos como el Nuevo Mestalla o su anterior departamento de comunicación, negó que el magnate de Singapur quisiera vender sus acciones. Sin ir más lejos, ahora se ha conocido que Lim ha comprado 17.600 acciones más del club procedentes de una subasta. Sin signos de derrota (aparentes) y con una crisis en manos de Murthy. El presidente ha salvado las cuentas este verano a costa de perder la confianza de todos y ocasionar una crisis institucional por sus falsas promesas.
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