Situación triste y surrealista la que ha sucedido en una de las pruebas de ciclismo en pista paralímpico de los Juegos de la Commonwealth. Esta competición se celebraba en la presente edición en Birmingham, Inglaterra, y en ella han participado más de 5.000 deportistas. Todos ellos representando a un total de 72 naciones y territorios que en algún momento fueron colonias inglesas.
Sophie Unwin ha sido la protagonista de esta extraña y cruda historia. Ella competía en las pruebas de ciclismo en pista paralímpico junto a su piloto Georgia Holt. Unwin, con discapacidad visual, participaba en las pruebas de sprint B en tándem femenino. Sophie es una reputada atleta, ya que había conseguido ser doble medallista en los Juegos Paralímpicos.
En esta edición de los Juegos de la Commonwealth había ganado la medalla de bronce. O eso es lo que ella y Georgia creían. Se habían impuesto en la carrera que daba acceso al tercer cajón del podio tras vencer a la pareja escocesa formada por Libby Clegg y la piloto Holl Jenny. Con ese triunfo, sumaban otro éxito más a su gran palmarés en el que figuran victorias tan importantes como el título mundial de la especialidad en 2021.
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Nada más cruzar la meta y bajarse del tándem celebraron como locas su éxito entre aplausos, gritos, abrazos y mucha emoción. Poco después atendieron a los medios de comunicación donde ofrecieron, juntas y por separado, sus sensaciones tras una participación que había sido brillante para ellas.
Sin embargo, en ese momento, alguien se dio cuenta de que la ceremonia del podio ya se estaba celebrando y fue corriendo a avisar a la pareja de corredoras para que pudieran ocupar su lugar en el tercer cajón del podio. Ya era extraño que la ceremonia hubiera empezado sin estar ellas allí y que a la organización no le faltase algo.
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Chocar con la dura realidad
Salieron a toda prisa hacia el lugar donde estaban entregando sus medallas y se encontraron con la prohibición de la organización. Varios miembros salieron a su encuentro y les cortaron el paso. Ellas, sin entender nada, preguntaron que qué estaba sucediendo, por si se trataba de alguna sanción que hubiera llevado a su descalificación.
Y ahí fue cuando se enteraron de una circunstancia tan peculiar como legal, ya que en el reglamento de los Juegos de la Commonwealth está. En la prueba en la que ellas participaban había cinco equipos inscritos. Sin embargo, a la hora de competir, solo cuatro tomaron la salida. De esta forma, cuando se produce esta circunstancia en una prueba, el reglamento indica que solo se ponen en juego las medallas de oro y plata. Es decir, no hay bronce. Y por lo tanto, no lo había ni para Sophie ni para su piloto Georgia.
Cuando recibieron esta noticia, a las dos se les partió el corazón y comenzaron a llorar amargamente por la pérdida de su éxito. Tuvieron que conformarse con quedarse justo detrás del podio, mirando el hueco que les pertenecía, y sin poder hacer nada por evitarlo. Mientras tanto, la australiana Jessica Gallagher y su piloto Ward Caitlin recibían sus oros y la escocesa Aileen McGlynn y su compañera Stone, las correspondientes platas.
Una vez terminó la ceremonia, decidieron recibir el baño de masas que la organización les había impedido tener a pesar de su reclamación. Buscaron la compasión de los jueces, pero no la encontraron. Por ello decidieron subirse al podio y con unas medallas de bronce que otros atletas les habían prestado, se pudieron hacer las respectivas fotos para poner un final agradable a una historia bastante triste.