Los romanos han dejado en España monumentos históricos de gran importancia, caso de la muralla de Lugo, la más antigua del mundo. Sin embargo, también nos han dejado muchas costumbres y tradiciones que se mantienen en el tiempo. En cualquier caso, otras muchas costumbres han ido desapareciendo con el paso del tiempo, por ser demasiado salvajes y no adecuarse bien a las leyes y normas de una sociedad mucho más civilizada.
[Así combatían los romanos las olas de calor]
Beber sangre de gladiadores
Una de las costumbres más extrañas de los antiguos romanos era beber sangre de los gladiadores. Cuando los gladiadores morían en combate, la sangre no se desperdiciaba, sino que era ingerida por otras personas debido a que así consideraban que iban a conseguir la valentía y la fortaleza que estos tenían tras haber muerto en batalla.
Incluso, en algunas ocasiones esta sangre se vendía como medicamento, tal y como cuentan algunos escritos romanos. Sin duda, esta es probablemente una de las costumbres más asquerosas y que más problemas de salud podría haber traído a los antiguos romanos.
Vomitar para seguir comiendo
También se cuenta que los romanos tenían una supuesta costumbre bastante extraña: vomitar para seguir comiendo. Obviamente, esta era costumbre propia de las personas que acudían a los banquetes, y que por tanto, eran de alta clase social. Según cuentan algunos autores, el vómito se provocaba introduciendo plumas de aves en la garganta y existía hasta un lugar concreto para vomitar, conocido como 'vomitorium'.
Orina para lavar ropa
También se dice que los romanos usaban la orina para lavar la ropa, lo que se considera actualmente una costumbre de lo más extraña (así como asquerosa). Los romanos tenían lavanderías y tintorerías, conocidas como fullonicae y las tinctoriae, respectivamente.
El ingrediente que utilizaban en estos lugares para dejar la ropa perfecta era la orina, ya fuese humana o animal, debido a que, tras dejarla reposar durante unos días, produce amoníaco, que sirve para desinfectar.
Para conseguir toda la orina necesaria para lavar toda la ropa, se recogía de distintos lugares, tanto públicos como privados. Incluso, se inventó un impuesto sobre la recogida de la orina, el urinae vectigal. En consecuencia, se llegó a pagar incluso por la orina.
Bañarse sin jabón
Otra costumbre extraña para nosotros es que los romanos nunca se lavaban con jabón. En las pocas ocasiones en las que los romanos se duchaban, utilizaban únicamente agua, caso de las termas, pero nunca jabón. En cualquier caso, sí que usaban aceites esenciales.