Querida media España que no lee: estos son los títulos que pueden engancharte a la lectura
El 38,2% de los españoles no lee nunca o casi nunca. Hablamos con editores y expertos sobre los libros con los que inaugurar la adicción a las letras.
23 enero, 2019 03:27Lo decía Lolo Rico, la creadora de La Bola de Cristal: “Si no quieres ser como ellos, ¡lee!”. Claro que hay muchas otras formas de enriquecimiento personal, pero en nuestro país, “ellos” son casi un 40% de la población. Así lo detalla el último barómetro elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España: el 38,2% de los españoles no lee nunca o casi nunca. En el mismo estudio se especifica también que el motivo principal de los no lectores es la falta de tiempo (en un 49,3%). Un 32,2% señala que no leen porque no les interesa. Pero, ¿cuánto hay de recuperable aquí? ¿Qué tipo de libros pueden superar la mordida de la precariedad laboral, los horarios infumables, el sueño de la conciliación, el vicio de las redes sociales, la locura de Tinder y el nuevo boom de las series?
Eva Serrano, editora de Círculo de Tiza, comienza guiñando a Ortega: “Me temo que conseguir lectores adultos que no hayan leído en la infancia es un esfuerzo que, inevitablemente, nos conducirá a la melancolía”. Ella cree que una buena manera de iniciarse en el mundo lector es crear gusanillo con una novela de intriga. Recomienda: Extraños en un tren, de Patricia Highsmith; Un caso inacabado, de Graham Green; Diez negritos, de Agatha Christie; Seda, de Alessandro Baricco; La trilogía de Italo Calvino; Cien años de soledad, de García Márquez; El guardián bajo el centeno, de J.D. Salinger; Orgullo y prejuicio, de Jane Austen; Harry Potter, de J.K. Rowling o Los idus de marzo, de Thorton Wilder.
Tomás Rodríguez, editor de Akal, señala que “depende mucho de las capacidades de lectura que se tuvieran, no es lo mismo ser capaz de leerte El señor de los Anillos que La historia interminable, por ejemplo, y eso sólo en los casos de fantasía”. Él sigue recomendando a diestro y siniestro a Michael Ende para lectores muy jóvenes. “Para adolescentes y preadolescentes no muy sesudos valdrían libros como El diario secreto de Adrian Mole, Rebeldes o No pidas sardina fuera de temporada. Incluso las novelillas de escaso valor literario, pero muy entretenidas tipo Los juegos del hambre, Crepúsculo, Divergente o El juego de Ender”, sugiere. Para adultos: Salinger y Kenzaburo Oé.
Bukowski, Despentes y Anne Carson
Antonio J. Rodríguez, editor de Caballo de Troya en 2019, detalla para EL ESPAÑOL recomendaciones -para enganchar a no lectores- por géneros. Un ensayo: Teoría King Kong, de Virgine Despentes. “Un ensayo es, a fin de cuentas, una conversación entre quien firma y quien lee. Disfrutar de un buen ensayo, entonces, es disfrutar de una buena conversación. En este sentido, Teoría King Kong, uno de los ensayos más relevantes en lo que va de siglo, es una conversación extraordinaria, llena de ideas, de imágenes y provocaciones. No puedes parar de pasártelo bien y aprender”, señala.
En cuanto a cómic, se decanta por La chica a la orilla del mar, de Inio Asano. “Inio Asano tiene algo magnífico que es que, a través de sus mangas, género comúnmente asociado a la minoría de edad, consigue penetrar de manera extraordinaria en la psique humana a través de sus personajes adolescentes, leyendo la adolescencia justamente como lo que es: un acelerador de duras y de emociones. La humanidad elevada al cuadrado”. Poemario: La belleza del marido, de Anne Carson. Reconoce Rodríguez que sin ser él lector muy habitual de poesía, “la primera vez que lo leí quedé hipnotizado por la escritura de Carson”. Cada vez que vuelve a él, su admiración por el texto aumenta. “Supongo que esto lo convierte en poesía para los que no leen poesía, pero es que además no conozco a ningún lector de poesía que no adore este libro”.
La crónica que sugiere es tan brillante que Rodríguez está seguro de que hasta Marie Kondo la incluiría en su escueta biblioteca de 30 tomos. “La guerra no tiene rostro de mujer, de Alexievich. Narra algo que no es muy frecuente en los libros de historia (la historia de las mujeres que combatieron en el Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial), lo hace con una escritura que fluye como el agua y además cuenta el glamour de ser una Premio Nobel”.
Y gamberrada final: Pulp, de Bukowski. “Ahora que se cumplen 50 años de Anagrama no puedo evitar acordarme de este título”. Aquí su lazo personal con la obra: “Estaba yo en el instituto, con 14 o 15 años, bastante aburrido con las lecturas obligadas que se suelen dar en clase (o libros infantiles para un adolescente, o clásicos literarios demasiado alejados de las inquietudes de un adolescente), cuando de pronto di con este librito de Bukowski y, boom, todo cambió. Paradojas de la vida: sin Pulp no habría leído todos los clásicos que estaban por venir años después”.
Gloria Fuertes y Julio Verne
El escritor y amante de los clásicos Carlos Mayoral señala, en primer lugar, que la lectura “tiene que estar sujeta a unos parámetros que a menudo no tienen demasiado que ver con la calidad literaria”, sino con el contexto emocional del lector: qué siente en ese momento y qué necesita. También cree que “entra en juego el bagaje intelectual de la persona: a alguien que acaba de empezar no puedes meterle a Milan Kundera”. Dicho esto: para él es fundamental Julio Verne. Veinte mil leguas de viaje submarino fue el libro que le hizo descubrir otra cosa. “Sentí algo que no había sentido antes”, recuerda.
En poesía recomienda, para empezar, a Gloria Fuertes, tanto en sus poemas infantiles como en los adultos. “Por su claridad de ideas y su sensatez. Por el sentido común que tiene su poesía. Ella dice lo que dice nuestro vecino, pero bien dicho, como nadie lo dice. La elijo no por simple, sino por poco enrevesada”. Por las mismas razones, en ensayo se queda con Stefan Zweig: “Te coloca delante de una idea despojada de todo artificio y la sientes como universal”. ¡Ah!: que no falte algo de Savater.
Contra las lecturas obligatorias
La periodista cultural y experta en literatura Anna María Iglesia rechaza “la idea de lecturas obligatorias, así como la idea de que hay que leer determinados libros para convertirse en lector”. Piensa que cada lector es un mundo. Cuenta su caso personal: “Siendo adolescente, el libro con el cual empecé a amar la literatura fue El guardián entre el centeno. Yo no era una niña lectora y ese libro supuso un punto de inflexión: comencé a leer. París no se acaba nunca de Hemingway fue otros de los libros clave, creo que puede gustar a cualquier joven, pues como en el caso de Salinger el idealismo se combina con la crítica al mundo establecido, algo que creo que define a todo adolescente”.
Hay más: “Por aquella misma época devoré Mujercitas, libro que sigo recomendando y regalando, así como también El camino de Delibes, la única lectura obligatoria que realmente disfruté. Otro título que regalaría a un joven para engancharle a la lectura es El gran Gatsby, Anna Karenina y Matar a un ruiseñor y, cómo no, nunca está de más incluir los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, por muy tópico que pueda parecer. Y para los veranos, animar a los adolescentes a entretenerse con Stephen King o John Grisham puede ser una gran idea”, explica.
¿Y qué hay de las lecturas infantiles? En esta lista no podía faltar Los cinco, de Enid Blyton. “Me divertí muchísimo también con Manolito Gafotas y leí más de una vez Memorias de una vaca de Bernardo Atxaga, si bien es un texto bastante más complejo de lo que a priori puede parecer. Llegué tarde a Harry Potter y no me entusiasma, pero he visto un montón de niños aficionarse a la lectura con las aventuras de este mago así que, a lo mejor, no está mal regalarlo a los más futuros lectores”.