
Entrada perfectamente rectangular que hubiera necesitado un tallado.
Esta es la cueva en la que nunca podrás entrar: la visitó Neil Armstrong y se accede en canoa
Miguel Garzón, cineasta catalán, rodó un documental recreando la expedición del astronauta Neil Amstrong a las profundidades de la tierra.
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Lejos de España, en lo profundo de la Amazonía ecuatoriana, envuelta en un denso manto de selva y misterio, se esconde una de las cuevas más enigmáticas del mundo: la Cueva de los Tayos. Ubicada en la Cordillera del Cóndor, una compleja red de túneles y galerías se extiende durante kilómetros, algo que todavía no se ha explorado en toda su extensión. Como se dice en espeleología, todavía hay muchos sitos por descubrir bajo tierra.
A tres días de Quito en canoa, por un río que serpentea por la selva, hay un discreto agujero que lleva a otro mundo. Un profundo túnel vertical desciende 60 metros para entrar en un lugar negro para el que el ser humano no está adaptado.
Entre aullidos de tayos, pequeños pájaros nocturnos adaptados a la oscuridad que da nombre a la cueva y ruidos líquidos de alguna corriente en las profundidades, se esconde uno de los grandes misterios de Ecuador.
Uno de los relatos más famosos sobre la Cueva de los Tayos proviene del explorador húngaro Juan Moricz, quien en la década de 1969 afirmó haber descubierto en su interior una biblioteca metálica con tablillas metálicas grabadas en un lenguaje desconocido. Según sus declaraciones, estas placas contenían información sobre una civilización avanzada que habitó la región antes de la llegada de los indígenas incas, mucho antes de los españoles.

Los techos y las paredes de la galería de la Cueva de los Tayos son demasiado perfectos.
El misterio creció y, en 1976, una expedición británica en la que el astronauta Neil Armstrong, el primer hombre que llegó a la luna, se adentró en la cueva para explorar sus profundidades. Aunque no encontraron esa supuesta biblioteca histórica en idioma desconocido, sí reconocieron encontrar pasajes geométricamente tan perfectos que solo se pudieron haber creado con la mano del hombre y herramientas.
El documental de Tayos
La cueva se encuentra en el territorio del Shuar, una tribu indígena que vive entre Perú y Ecuador, en las montañas. Esta zona del Amazonas profundo no fue colonizada hasta la década de los 40 y, aun así, a día de hoy, las tribus del lugar mantienen una autonomía legislativa. Para ellos, que sí conocían la cueva, es un lugar sagrado donde hacían ritos de iniciación.
Por otro lado, algunos arqueólogos que han estudiado el lugar han sugerido que la cueva pudo haber sido utilizada por civilizaciones preincaicas como un lugar de resguardo o almacenamiento. También se han encontrado restos de cerámica y herramientas rudimentarias, lo que demuestra que hubo actividad humana en su interior mucho antes de la llegada de los españoles.
Todo eso despertó el interés del catalán Miguel Garzón, que fue hasta allí a grabar un documental y recrear los pasos del astronauta. "Es más espectacular que la mayoría de las cuevas. Tiene unas formaciones geológicas que dan lugar a especulaciones sobre su origen", señaló el cineasta a la BBC sobre las dos veces que entró ahí en 2014.

En las profundidades habitan arañas e insectos que nunca han visto la luz del sol.
"A mí me gusta decir que, en el fondo, todos los seres humanos tenemos esas dos dimensiones: la visión mística y la científica", continúa el cineasta en referencia al valor que tienen las estalactitas, estalagmitas únicas, los minerales y la biodiversidad que se puede encontrar ahí. Allí habitan grandes arañas, murciélagos e insectos adaptados al entorno y casi desconocidos para el hombre, que tal vez fueron testigos de la presencia que Moricz juró que habían habitado la cueva.