A finales del año 2018 Toni Mejías se enfrentaba por primera vez a la palabra anorexia, reconociendo un problema que había mermado su salud mental y física desde hacía años. Al frente del grupo valenciano Los Chikos del Maíz desde el 2004, Mejías siempre se ha caracterizado por hablar con franqueza del día a día de las personas: aquellas que se levantan a las seis de la mañana, suben a andamios o limpian las aceras, aquellas que pueden decir, con franqueza y sin ambages, que saben lo que es la conciencia de clase y la practican a diario.
Con esta premisa Mejías se lanzó a escribir en el año 2019 un diario en el que retratar los retos que la enfermedad le planteaba, mantener un control sobre sus pensamientos y estados de ánimo; ser capaz de reflexionar sobre ellos, y apuntar sobre el papel cada victoria y cada fracaso, por pequeño que fuese, y de esta forma, trazar un mapa personal de la enfermedad.
Este diario acabó dando lugar a Hambre (Aguilar), un relato, que como su propio autor indica, se escribe desde la "derrota y la "depresión" de quienes sufren anorexia, pero que también está lleno de "pequeñas victorias", y que sirve para poner sobre la mesa el relato una enfermedad silenciosa que afecta a millones de personas.
¿Cómo surge Hambre?
Nace cuando empiezo a ir a la psicóloga, una vez reconocido el problema. Escribir siempre me ha ayudado a situarme, lo que en un principio era un diario me ha permitido expresarme y plantear una serie de textos que estuve haciendo durante los meses de tratamiento. En un primer momento eran solo ideas sueltas y más tarde fue adquiriendo una estructura.
¿Empieza entonces como algo plenamente terapéutico?
Me servía para poder releerme semanas después y así evaluar mis avances, si estaba estancado en un momento concreto. Y en definitiva liberarme de lo que sentía.
¿Da vértigo el exponerse así?
Está claro que da miedo y ya no solo por el mundo del rap, ocurre también por las redes sociales, parece a veces que exponer algo que no sea positivo en ellas es difícil. Ha sido un trabajo en el que valorar tanto conmigo mismo como con la gente de mi alrededor, que directa o indirectamente está presente en el libro, si merecía la pena. Yo valoré sobre todo que valía si podía ayudar a alguien, incluso a mí.
Aunque es verdad que estas últimas semanas a medida que se acercaba el lanzamiento me preguntaba a mí mismo si había hecho bien. Pero la mayoría del tiempo pienso que he hecho lo correcto. No sé qué recorrido tendrá, pero lo he hecho con toda mi buena intención y espero que de alguna forma sea útil, para mí al menos ya lo ha sido.
El libro hace hincapié en contar la vida “desde la derrota y el fracaso” que es algo que resuena un poco con la actitud que siempre han tenido los Chikos del Maíz a la hora de hablar de temas que resultan incómodos o difíciles y que por tanto se ignoran.
Es verdad que se tiende a tratar el arte y la cultura desde una posición de poder y éxito, la televisión y el cine nos muestran constantemente historias de fama, y la realidad social de la mayoría de las personas se da desde la derrota. Es algo para lo que no nos preparan, nos hacen creer que el fracaso es individual cuando no conseguimos el éxito, y hablar de estas cosas desde la derrota, el dolor y la depresión también es necesario.
Con los Chikos del Maíz nos pasó algo muy parecido, empezamos en la época de la burbuja inmobiliaria, cuando parecía que España estaba en la Champions League de la economía, nosotros hablábamos desde otro prisma y parecíamos unos locos. Se trata de eso, si tenemos que esperar a que nos digan que los ricos también lloran… lo hacen pero de risa. Llora solo el de abajo y hay que contarlo para que la gente sepa que no estamos solos.
¿Estamos preparados como sociedad para hablar abiertamente de salud mental y trastornos de la alimentación?
Creo que cada vez más, pero falta mucho camino por recorrer. A raíz de la pandemia, se ha visto que la salud mental no es una broma, pero incluso cuando se intentó llevar al congreso un diputado del PP gritó aquello de “Vete al médico”. Creo que es positivo que se haya puesto sobre la mesa, pero sigue siendo algo que cuesta hablarlo con familiares o amigos. Ir al psicólogo sigue siendo un tabú en España y hace una labor fundamental en estos tiempos de incertidumbre y ansiedad, y debería ser accesible para todo el mundo, y ahora mismo es un privilegio.
En el libro se le dedica un epílogo a la llegada del coronavirus, como algo que apareció justo en mitad de tu recuperación. ¿Cómo ha influenciado la pandemia a este proceso?
La pandemia llegó en un momento en que parecía que a nivel laboral y personal todo iba mucho mejor, algo que me estaba ayudando en mi recuperación. De pronto todos los problemas mentales salieron a relucir con la llegada del virus y se te pone en bandeja el tener una excusa para recuperar hábitos que ya habías dejado. Volví a perder peso, recuperé conductas erróneas que tenía y me he tenido que centrar en revertirlas. Pero al final lo importante es que ahora soy capaz de darme cuenta de este tipo de cosas y de pedir ayuda. Antes no tenía esas herramientas ni era capaz de hacerlo cuando realmente lo necesitaba.
El libro empieza diciendo que esta es una batalla que aún sigues librando y que es un proceso en el que solo un 33% de las personas es capaz de superar la anorexia. ¿Cómo es el día a día de esa lucha?
Hay veces que me canso, hay una parte mental de la enfermedad que ha llegado para quedarse y es algo que asusta. Físicamente he sido capaz de recuperarme, pero en lo que a salud mental se refiere no, y sigo arrastrando problemas con mi relación con la comida y con este trastorno y asusta, claro que asusta.
No sabes si lo vas a superar, si vas a tener recaídas, si la anorexia ha llegado para estar siempre contigo y eso es peligroso. Pero intento decir en el libro que es posible vivir con ello, y espero realmente que en algún momento todo esto quede en el pasado. Aún así, sé que corro el riesgo de que el proceso sea mucho más largo.
¿Te ha servido esta experiencia para entrar en contacto con gente que haya pasado o esté pasando la enfermedad?
Está empezando a ocurrir ahora, desde que se anunció la publicación del libro se han puesto en contacto conmigo muchas personas y asociaciones relacionadas con la enfermedad. Y una vez que vea la trayectoria que tiene me gustaría llevarlo más allá. Al fin y al cabo, lo que yo busco en Hambre es encontrar respuestas y cuidados de cara a la sociedad, y ponerlos en común. Lo que yo pueda aportar también le puede aportar a quienes lo lean y viceversa, y así dar herramientas entre todos para superar la enfermedad.
¿Qué supone hablar abiertamente de la anorexia, tradicionalmente relacionada con las mujeres, desde la perspectiva de un hombre?
Es algo no tan visible, principalmente porque se le ha exigido a las mujeres siempre el cumplir cánones de belleza y ponerles un número de talla en la que estar perfectas y a los hombres no. Sin embargo, si que se ha hablado de problemas como la vigorexia, en la que el culto al cuerpo y la exigencia entre los hombres no es algo nuevo.
Estos últimos días he recibido varios mensajes de hombres que a raíz de la salida del libro se han visto reflejados en conductas y que se han dado cuenta de que tienen o han tenido este problema, y tristemente será cada vez más habitual.
¿Asusta el papel que las redes sociales pueden tener en este tipo de trastornos, sobre todo entre los más jóvenes?
Si, además porque en esas mismas redes sociales, donde se comparten fotos retocadas con filtros, hay publicaciones de temas de alimentación en las que, sin ningún tipo de rigor médico, se opina sobre nutrición o salud.
Hay personas incluso que están pasando por la enfermedad y mediante hastags comparten con otros enfermos consejos para ocultar la enfermedad o incluso retos que ponen en peligro la salud. Barbaridades como intentar que el abdomen solo ocupe el tamaño de un folio por ejemplo. Es algo que debería tener un control igual que se hace con las noticias falsas, sobre todo porque durante la adolescencia este tipo de contenido es muy peligroso cuando estás desarrollando tu personalidad.
¿Falta a nivel institucional hacer más hincapié con respecto a la salud mental?
Es necesario que psicólogos y psiquiatras sean más accesibles a través de la Seguridad Social. Ahora mismo hay hasta doce meses de espera para poder acceder a consulta en algunas comunidades autónomas. No todo el mundo puede permitirse pagar 40 o 60 euros por sesión.
Y ahora que hemos entrado en una crisis económica y sanitaria sin precedentes, que afectan directamente a la salud mental, hay mucha gente que no sabe a quién acudir para poder obtener ayuda, y eso es algo que tendrá repercusiones muy graves.