Los Chikos del Maíz se han hecho mayores y, aunque se sofistican, siguen sin dejar títere con cabeza: a pesar de que no desisten en la crítica y en la mirada cruda hacia el mundo, empiezan a entender que “es muy difícil ser transgresor sin ser un capullo” en esta era abarrotada de estímulos y de imágenes presuntamente rupturistas en la que ya se ha dicho todo -¿en la que ya se ha pensado todo?-. Ahora piensan que lo verdaderamente revolucionario es ser buena persona.
En su nuevo EP, David Simon, en el que homenajean al creador de series como The Wire, Treme o The Deuce, Nega y Toni recuerdan que no quieren ser el referente de nadie, que sólo reparten “carnés de superviviente”, que son “incorruptibles como Robespierre”, que “el único cuerpo equivocado es el de Policía” -en referencia a los derechos trans- o que Miguel Bosé es el gran tonto de nuestro tiempo. “Dejad que los niños se acerquen a Eskorbuto y no a los curas”, cantan. Y siguen defendiendo al lumpen y a los expulsados de la falsa fiesta de la democracia, y siguen poniéndole los puntos sobre las íes a Andrea Levy o a Grande Marlaska.
2021 iba a ser el año en el que lo iban a tener todo -su primer Wizink, su cierre de la etapa que comenzó con Comanchería y se coronó con el sola-out en la Riviera-, y al final, como todos, tienen poca cosa pero algo fundamental: un puñado de buenas canciones, el único reclamo, el último bastión, el último derecho al arte y a la protesta que ninguna crisis puede reventar.
¿De qué siente nostalgia el Nega?
Pues de la vida antes de la pandemia ahora mismo. Lo llaman “fatiga pandémica” o cansancio, como quieras, pero estamos todos un poco al borde del colapso. Ya no es sólo que la pandemia vaya a dejar secuelas, que es seguro que sí, sino cómo las vamos a afrontar y si lo vamos a hacer en colectivo, en común, o que cada cual aguante su vela, como siempre se hace. Ahora que se ha puesto el debate de la salud mental encima de la mesa habría que plantearse estas cuestiones. La peña está machacadísima, no puede más. Más que nostálgico, estoy un poco triste, como las bases de David Simon, de San Paulo o de Interestelar. Son pandémicas en el sentido de que son muy melancólicas, muy bajoneras, también porque están escritas en el momento más duro del confinamiento, hace justo un año.
Pero apenas hay referencias a la pandemia como tal.
Sí, excepto lo de la “policía de balcón” que decimos, poco más, porque teníamos la sensación de que serían canciones que habrían envejecido súpermal. “Estamos encerrados, mascarillas, tal…”.
¿Cómo te llevas con tu salud mental?
Me llevo bien con mi salud mental, lo que quiere decir que me llevo bien con mi psicóloga (ríe). Va por temporadas, a veces hay que plantarse y decirse “compa, vamos a tener una cita”. Creo que el problema gordo es que los psicólogos se han convertido en un privilegio y no deberían serlo. 50, 80 pavos por sesión… sólo una minoría puede permitirse ir a terapia y eso clama al cielo.
Además creo que saldría más barato que nos tratásemos, porque a la larga hay que ver cuántas depresiones, cuántas bajas y cuánta cantidad de trabajo se pierde… es una locura. Con el tema de la pandemia se nos ha llenado mucho la boca diciendo que tenemos una de las mejores sanidades del mundo y es como: no, no la tenemos, porque la salud mental no se cubre, ni la salud bucodental tampoco, ni los problemas de vista. Cuidado cuando se nos llena tan fácil la boca diciendo que somos los mejores.
¿Cuáles son tus obsesiones o tus pequeñas neurosis?
Son muchos años currando de esto y eso desgasta, sobre todo en un grupo como el nuestro, tan marcado políticamente, son muchos años dando la cara, al pie del cañón, muchos años de sobreexposición. Una de las cosas que me ha dejado más tocado en lo que respecta a la salud mental ha sido eso, la sobreexposición, que hablen de ti a esos niveles… no es bueno para nadie. La peña va con lupa, está ‘a ver qué dice, a ver a quién apoya’, y eso cansa. A muchos artistas les gusta estar en el ojo del huracán, a mí no. Me hace envejecer y me quita salud.
“Estado policial, donde todo, yo el primero, se mercantiliza”. ¿Qué es ser transgresor hoy, cómo se consigue, cómo romper cosas si todos estamos dentro de la rueda?
Leí en Twitter que alguien decía que ser transgresor hoy es ser buena persona, y creo que esa es la clave, ahora que se ha inventado todo y se han gestado todo tipo de provocaciones y de rupturismos en el arte o en la cultura. Es muy difícil transgredir hoy en día sin convertirte en un capullo. Se ha hecho todo ya. ¿Qué tiene de provocador, no sé, un desnudo hoy día? ¿O decir tacos, o decir barbaridades políticas, o hacer llamamientos a la lucha armada? Se ha hecho todo ya, se ha dicho todo ya. Al final, cuando llegas a cierta edad, como yo, el ser buena persona cobra un sentido tremendo, al menos para mí. Me cansa todo el rollo de los enfants terribles de la cultura. Macho, que tienes 40 años ya, tómatelo con más calma, ¿a dónde vas? Que te creas Bukowski con 25, venga, pero ya después déjalo.
‘David Simon le quitó el romanticismo al pobre’, canta Toni. Ahora hay una idealización del barrio, de la clase obrera -tú has dicho alguna vez que es machista y racista, y que lo comprobaste cuando curraste en la obra-, pero, ¿hasta qué punto se puede celebrar la precariedad, el hartazgo y el dolor? ¿Lo deseable es morir en el barrio o salir del barrio?
Es complicado, joder. Nosotros seguimos viviendo en el barrio. Es un tema complejo, porque tanto el barrio como la clase trabajadora son duales, son capaces de lo mejor y de lo peor. Ves momentos de solidaridad, de compañerismo, de comunidad… me viene a la cabeza la tribu de Vallecas o las redes solidarias que han crecido con la pandemia para abastecer y hacer reparto de alimentos. Cosas chulas y bonitas.
Pero a su vez tienen también ese individualismo, y ese racismo en ocasiones… eso es una tensión. A veces dan ganas de mandarlo todo al carajo y decir: mira, paso ya con este individualismo salvaje que lo impregna todo, no tengo nada que hacer. Pero luego ves esos ejemplos solidarios de organización y de comunidad y piensas: todavía sigue habiendo gente maja, no está todo perdido, tiremos pa’lante. Existe esa tensión permanente.
La cultura, el mainstream, lo traga todo y lo escupe después completamente transformado. Lo vemos con la apropiación cultural, con los chavales raperos que ponen acento de barrio o utilizan expresiones latinoamericanas para darse más autenticidad o más toque callejero… está esa mirada casi exótica hacia el ‘buen salvaje’.
Hablas de “maderos inútiles” en uno de los temas, pero, ¿existe el madero bueno, el madero democrático, el madero de izquierdas?
Uf, el madero bueno. Es complicado. La sociedad española tiene que pagar su deuda respecto al tema del poder que le ha dado al Estado y a sus porras. Mira los chats del Ejército. Ya estamos hablando de nazis, no del típico madero de gimnasio fachita. Margarita Robles hace como si no fuera con ella. ¿Una policía democrática? Yo me conformaría con tener algo parecido a las fuerzas y cuerpos de seguridad de Alemania, que intervienen cuando ven proclamas nazis o manifestaciones nazis.
En Antidisturbios se hacía hincapié en que el policía también era de clase obrera, que es una cosa que le escama mucho a la izquierda reconocer. Unos mandados a sueldo, pringados en el fondo.
Bueno, precarios no lo son mucho, que no hacen más que subirles el sueldo. Más que de clase obrera diría que son traidores a su clase. A la serie le pongo muchos peros, pero me parece que lo que refleja bien es el tema de la salud mental. Son todos unos zumbados. El que no tiene una movida gorda, se mete farlopa. Son gente violenta, al borde del colapso. Es que además los antidisturbios en concreto vaya tela, has elegido reprimir a peña, no estás en narcóticos ni investigando crímenes, sino repartiendo leña. ¿Qué tipo de gente esperas que acabe ahí? Hay que estar tocado del ala y tener mucho cuajo y mucho estómago para echar a una familia de su casa.
¿Qué hacemos con Andrea Levy, “concejala de incultura”?
Se ha vendido como la progresista del PP y la moderna, pero con su Ayuntamiento censuró actuaciones en Madrid a Luis Pastor y a Strawberry. Tan progre no es.
Cuando te refieres al lumpen y a su lucha por la subsistencia y por la dignidad en tus nuevas canciones, mencionas la prostitución. ¿Abolicionista o regulacionista?
Yo soy de lo que dice David Simon en The Deuce: Times Square, años 70, prostitución en las calles… lo que plantea Simon es que cuando nace el porno, las prostitutas en las calles están perseguidas y maltratadas, pero de repente trabajan en una habitación, con una cámara y ¡vaya!, ya no es prostitución, es porno. En fin. En principio soy abolicionista, pero no se puede ser abolicionista como el PSOE, que no quiere regular el precio del alquiler. Para ser abolicionista tienes que abolir todas las condiciones que llevan a que una mujer se prostituya. No puedes ser abolicionista y estar en contra de regular el precio del alquiler. Yo creo en un horizonte donde la explotación no tenga cabida, pero eso no podemos decirlo sin más, sin generar medidas sociales concretas que eviten eso.
“No te gusta la música urbana, te gusta el destape”: ¿qué hacemos con la cosificación que se celebra tanto ahora en la música urbana, donde todas quieren ser ‘putas’ o ser ‘bitches’ como símbolo de emancipación?
Me agota todo esto, esta permanente visión de los cuerpos tan posmoderna. Es la dictadura del cuerpo, pero la del cuerpo normativo, por supuesto. Me parece alucinante que estemos en 2021, con todo lo que hemos avanzado en muchos aspectos, y nos siga quedando la sensación de que para triunfar en ciertos espacios o círculos tiene que enseñarse u cuerpo normativo, generalmente de mujer, y exponerlo como si fuera carne en un supermercado.
En San Paulo demostráis que el sexo puede ser sucio -maravillosamente sucio, quiero decir- y feminista a la vez. Muy explícitos pero con el consentimiento clarísimo. “Voy a hacerte de todo… de todo lo que me permitas”.
Bueno, es que a lo que cualquier otro grupo se le toleraría, como vemos diariamente en la música urbana, a nosotros no; si decimos cualquier cosa nos tocaría exiliarnos a Finlandia. Si cometemos un error en una frase de este tipo. Planteamos aquí hacer una canción de amor, de sexo, de melancolía, pero que no tuviese género. Si te fijas en toda la letra, no se menciona el género de nadie: puede cantarla un chico a una chica, una chica a otra chica, un chico a otro chico, o lo que sea.
Y es interesante porque por un lado hace ver que seas el oyente que seas la puedes dedicar a quien te apetezca en ese momento y a la vez nos cubrimos las espaldas para no perder la chispa, porque yo creo que hacer ese tipo de canción ahora de hombre a mujer, como se ha hecho toda la vida, ya no tiene ninguna gracia. La letra no tiene género por ninguna parte, habla de ponerse a cuatro patas, de comerse y tal, pero no hace mención, y creo que eso condiciona el mensaje.
¿Qué sabes del amor que no sabías con 18 años?
Pues un montón de cosas. Sobre todo, lo que aprendes es aprender a amar a base de relaciones, a base de ensayo-error, como decía Erich Fromm. Vas asentando, vas teniendo claro lo que quieres, lo que no, y lo que te gustaría. La vida amorosa es un aprendizaje.
¿Tú podrías practicar el poliamor?
Yo creo que no. Como dicen las Tribade, el poliamor es para burguesas, para las que se lo pueden permitir.
Van dagas a Grande Marlaska en uno de los nuevos temas por “torturador y mercenario”. ¿Te ha decepcionado este gobierno de izquierdas?
Lo de torturador y mercenario no lo decimos nosotros, lo dice el Tribunal de Estrasburgo que le ha dado el toque varias veces. Sé que esta pregunta es muy legítima, pero para cualquier izquierdista que se precie es ponerlo contra la pared. Creo que antes que lanzar grandes sentencias deberíamos ver el número de diputados de cada escaño y ver qué han hecho. El tema del alquiler es paradigmático. ¿Qué se ha conseguido? Y sobre todo, ¿qué se va a conseguir con el señor PSOE, que no quiere regular los precios y sin embargo bonifica en un 90% a los propietarios de los pisos? Sólo le dan más al que más tiene.
Mucha gente de izquierdas señala al PSOE como a un muro de constricción para los cambios reales.
Pecamos de ingenuos en la izquierda, creo que se ha podido dar en Podemos… ¡hemos creído que el PSOE podía cambiar! Pero el PSOE es el partido del régimen por excelencia, el que mejor se lleva con la monarquía y el que siempre encubre sus escándalos. PSOE y régimen es un binomio indisoluble. El FMI… y tantas cosas.
Llueven varias leches a Víctor Lenore -¡con lo bien que os llevabais antes!-, a Soto Ivars y a Miguel Bosé. ¿Cuál es tu antagonista favorito?
Bueno, es que Lenore, Ivars y compañía representan ese cuñadismo de nuevo cuño, son los herederos de Pérez Reverte, Javier Marías y toda esa colla. Esa banda de señores blancos casados con la vida y con lo políticamente incorrecto. Me ponen los pelos de punta. No quiero llegar así a mi senectud. Están todo el día “¡no se puede decir nada!”, pero lo dicen desde sus grandes tribunas. Si no paran de darles cancha, joder. Es bastante loco. Mi antagonista sería uno de estos, claro. O un Edu Galán.
Esa gente representa el espacio en el que no quiero estar y las formas de pensar que no me interesan ni me representan. Cuando tenga 45 o 50 años prefiero ser como mi padre, que con su edad tiene una mirada mucho más ancha y con más perspectiva que ellos.